17.- Promesa silenciosa

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Lentamente transcurrieron las horas, en las que Wei Wuxian no paraba de parlotear acerca de lo aburrido que era estar ahí encerrados, la terrible hambre que "lo devoraba desde dentro", e incluso estuvo a punto de hacer sopa de tortuga; pero afortunadamente Lan Wangji lo detuvo, obligándolo a meditar para sobrellevar aquella Inedia forzada.

La mayor parte del tiempo Lan Wangji meditaba mientras Wei Wuxian descansa su cabeza en el regazo del primero, cuando llegaba la noche y Lan Wangji se quedaba dormido exactamente a las 9:00 pm, Wei Wuxian lo observaba con una sonrisa y traviesamente jugaba con su cabello hasta quedarse dormido al rededor de una hora después.

No habían hablado sobre su repentina confesión, Lan Wangji no dijo nada, así que Wei Wuxian tampoco lo hizo; tampoco pasaban todo el tiempo besándose o pegados en uno al otro, Wei Wuxian tenía la seguridad de que Jiang Wanyin los rescataría cuando se cumpliesen los siete días de viaje, y si a ese plazo no aparecía entonces se prometió seducir a Lan Wangji. No moriría virgen, al menos eso. Afortunadamente una tarde (o eso suponían gracias a la rutina del sueño) mientras Wei Wuxian revisaba las heridas de Lan Wangji, buscando mejoras o algún signo de infección;  escucharon el sonido de pisadas y voces en lo que parecía ser la salida de la cueva, se oían rocas moverse y voces, eran tan bajas que de no ser por el eco de la cueva y el que Wei Wuxian no estuviera hablando, no las hubieran escuchado.

—¿Puedes oír eso? Lan Zhan — el mencionado tan solo asintió — ¿Podrían ser que los Wen volvieron a ver si estamos muertos? — Lan Wangji se mantuvo en silencio mirando fijamente a Wei Wuxian.

Los Wen debían de volver tarde o temprano, después de todo debían buscar la manera de excusarse ante las sectas por la "muerte repentina" de todos los discípulos.

—Ire a revisar, Lan Zhan, espera aquí — se levantó rápidamente, pero antes de dar dos pasos sintió un tirón de su túnica.

—Wei Ying... — Lan Wangji lo miraba con su expresión seria, pero Wei Wuxian podía leer la preocupación en sus ojos y sus palabras. Aunque Wei Wuxian había sanado un poco sus heridas, no estaba en condiciones de combatir.

—Descuida, Lan Zhan. No haré nada estúpido, solo iré a ver qué pasa ¡Nadie se dará cuenta que estoy ahí! — si los perros Wen habían vuelto entonces debía buscar la forma de esconderse, por el contrario si se escondían y era Jiang Wanyin quien fue a buscarlos perderían la oportunidad de salir de ahí.

Antes de soltarse del agarre de Lan Wangji, Wei Wuxian se inclinó y dejo un beso en su frente, dejándolo sorprendido y con un lindo tono de rojo en sus orejas y mejillas.

Con una gran fuerza de voluntad, se separó de Lan Wangji y se dirigió al mismo lugar por donde habían entrado hacía aproximadamente siete días, con sigilo y discreción se acercó a la entrada inclinada, misma de la que había sido empujado, las cuerdas que habían cortado seguían ahí y podía escuchar las voces con mayor claridad, aunque hablaban bajo, podía escuchar lo que decían entre el ruido de las rocas moverse y caer.

—¿Cree que sigan vivos? — pregunto uno, no podía distinguir su voz, por lo tanto, no podía bajar la guardia.

—Estamos hablando de los discípulos ejemplares de GusuLan, claro que deben seguir vivos — hablaban de ellos, pero aún no escuchaba ninguna voz conocida.

—¡Ustedes! ¡Dejen de parlotear y apúrense a despejar la entrada! Si nos llega a ver alguien de la Secta QishanWen habremos venido a nuestra muerte. — por fin pudo distinguir una voz conocida entre las demás.

—¿Jiang Cheng? — grito con más entusiasmo del que quiso mostrar

—¿Wei Wuxian? — se oyeron más ruidos de rocas en una especie de derrumbe antes de por fin ver a su amigo de la infancia mostrarse en la orilla de la entrada, una ligera sonrisa más una expresión de alivio se distinguió en su rostro.

Las flores en Gusu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora