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Apoyé las palmas de mis manos sobre la rugosa barra de bar y levanté una de ellas para llamar la atención de Simon.

-Dos, una sin alcohol.-Fue lo único que dije.

-¿Estás bien tío?-Preguntó el rubio.

Llenó los dos vasos de cerveza a rebosar de espuma y los deslizó hasta llegar a mi lado.

-Supongo que sí.-Esbocé una leve sonrisa.-Creo que necesitaré más alcohol esta noche.

-Alegra esa cara hermano.

Asentí en silencio y me dispuse a coger las dos bebidas cuando una mano atrapó una de ellas y la llevó a sus labios.

-Me dejaste sola en la pista para irte fuera.-Dio un trago a la cerveza.-¿Sin alcohol? Qué asco.

-Lo siento Emma pero no era para ti, si quieres te doy la mía, o pido otra.

Era una forma de decir sutilmente que esa cerveza no era suya, pero funcionó.

Dejó la cerveza de Mackenzie sobre la barra de bar y pidió una con alcohol a Simon, quien sólo asentía como un idiota con la mirada en el escote de la pelinegra.

-Ted, vamos a bailar.-Agarró mi brazo derecho y tironeó de él.

-Estoy cansado Emma, luego nos vemos.

Sin embargo la pelinegra no se dio por vencida aún.

Enroscó sus brazos alrededor de mi cuello y se acercó a mi cuerpo con rapidez.

Nuestras respiraciones se mezclaban y era incómodo.

-¿Por qué no quieres bailar conmigo Ted? Somos amigos ¿No?

Esbozó una sincera sonrisa y la imité; ¿En qué demonios estaba pensando? Sólo es una niña de 16 años, es imposible que quiera nada conmigo.

Sólo somos amigos, o más bien, ella es la hermana de mi amigo.

¿Eso no la convertiría también en mi amiga?

-Idiota, te estás yendo del tema.-Habló mi conciencia.

Agradecí mentalmente a mi conciencia por sacarme de mis pensamientos.

-Me encan…-No pude terminar la frase al ver a lo lejos a un chico abrazando de la cintura a Mackenzie y apoyando su cabeza en su hombro.

¿Quién demonios era ese tío? ¿Qué estaba haciendo con ella?

Observé como susurraba algo a su oído y Mackenzie se sonrojaba levemente.

-Ah no, eso no.-Pensé.

Me deshice de los brazos de Emma y tomé de un trago la cerveza.

-Luego bailaremos Emma, discúlpame.-La aparté a un lado y caminé hasta ellos.

Escuché la voz de Emma, pero hice caso omiso.

Justo en el momento en el que la iba a llevar a tomar algo, atrapé la mano de Mackenzie con suavidad y dirigí mi mirada a el rostro del chico.

Oliver Sykes, el estúpido vocalista mujeriego de Bring Me The Horizon era el chico que sujetaba de la cintura a Mackenzie.

Me sorprendió verlo en esta fiesta, ¿Acaso había sido invitado?

No, recuerdo haber mirado la lista de invitados y me hubiese dado cuenta al momento de su nombre.

Y me ponía enfermo.

 -Lo siento Oliver, pero ella viene conmigo.-Remarqué la última palabra.

-Así que marcas territorio ¿No Sheeran?-Soltó una carcajada y dio una calada al cigarrillo

¿Es tan imbécil que no sabe que está prohibido fumar dentro?

-No quiero peleas hoy, nos veremos en otro momento, preciosa admiradora desconocida.

-Mackenzie.-Susurró tímidamente.

¡No puede ser que haya caído tan pronto en sus garras!

Oliver se acercó lentamente y dejó un beso muy cerca de sus labios, delante de mis narices.

La sangre me hervía en ese momento.

-Nos veremos en otro momento, Mackenzie.-Dicho esto, se marchó

Las ganas de partirle la cara aumentaban con creces.

Tironeé del brazo de Mackenzie.

-¿De qué conoces a ese tío?

-Era Oliver Sykes, de Bring Me The Horizon.-Respondió con una sonrisa que, esta vez, me destrozó el alma.

-Sé perfectamente quien es.

Mi voz se tornó seria, fría.

-¿Qué ocurre? Sólo estuvimos hablando.

-Ya-Chasqueé la lengua.-Si tu llamas hablar a que alguien te esté susurrando y toqueteando, pues entonces sí estabais hablando.

-Imbécil.-Susurró y caminó hasta la puerta.

Sin embargo en vez de seguirla, caminé hasta la barra y llamé a Simon.

-Lo más fuerte que tengas.

Simon abrió la boca para preguntar, pero no salieron palabras.

Me pasó un vaso con una botella y comencé a beber hasta que mi vista comenzó a nublarse.

Desde ahí, no recuerdo nada más.

 […]

Desperté con un dolor de cabeza insoportable; Todo mi cuerpo estaba derrotado por el cansancio y los diminutos rayos de luz que se colaban traviesamente por mi ventana no ayudaban.

Abrí los ojos poco a poco y me desconcerté.

Estaba en… ¿Mi habitación?

¿Cómo demonios había llegado a mi habitación?

La maldita alarma del móvil comenzó a sonar, destrozando mi cabeza.

Di un manotazo a la mesita de noche y choqué con un vaso.

Observé todo lo que había en la mesita; Una pastilla roja junto a un vaso con agua, un bolígrafo y un trozo de papel arrancado con algo escrito.

Froté mis ojos y tomé con las manos aquella nota.

No deberías tomar tanto, me preocupaste pedazo de imbécil.

Mackenzie.

Cold Coffee. |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora