Shirly J.
-¿De verdad no piensas perdonarlo?
La rubia se acomodó las gafas de sol y siguió bebiendo de su café.
-No.-Respondió.-El ya es mayorcito como para pensar las cosas antes de decirlas. Y quizás lo dijo de verdad.
-¡Vamos Taylor!-Me quejé.-Sabes que Ed jamás te diría algo así de verdad.
Odiaba que pasaran cosas así, que se pelearan por tonterías.
-Taylor…-Susurré.
-No.
Suspiré. Estaba claro que el único que podía arreglar eso era Ed.
Mi teléfono comenzó a sonar y las dos pusimos la mirada en él. O más bien en el nombre de la persona.
-¿Quieres hablar con él?-Le pregunté, pero sólo pude ver cómo giraba su cabeza y seguía bebiendo de la humeante taza.-Como quieras.
Me levanté de la silla y caminé hacia la salida para poder hablar mejor.
Acepté la llamada y coloqué el teléfono en mi oreja.
-¡Shir!-Había algo raro en su voz.
-¿Estás bien Ed?-Le pregunté haciendo una mueca.
Escuché un cristal roto desde la otra línea. Comencé a preocuparme.
-¡Sí! Bueno, creo que…No estoy bien…Shir, ¡No estoy bien!-Comenzó a sollozar.
-¿Estás en casa Ed?-Volví a preguntar nerviosa.
-¡Sí!-Contestó… ¿Feliz?
Vale, esto ya comenzaba a asustarme.
-Muy bien Ed, no te muevas de ahí, ¿Vale? Estaré ahí en cinco minutos.
Colgué rápidamente y entré a la cafetería con paso rápido. Taylor levantó la mirada en cuanto me vio.
-¿Y esa cara Shir?-Preguntó confusa.- ¿Va todo bien?
Pensé si en decírselo, si realmente sería buena idea que viese a Ed en el estado que estaba.
No, definitivamente no sería una buena idea.
-Sí, todo bien.-Mentí.-Tengo que irme ya a casa, ya sabes, el siguiente día tengo que ir a la facultad.
Por suerte, Taylor esbozó una sonrisa y se levantó de su silla.
-Es cierto, aún sigues en la facultad.
Asentí con una breve risilla nerviosa.
-Sí, debería haberme hecho cantante también, habríamos cantado muchos dúos.
La rubia soltó una carcajada.
-De acuerdo, ¿Quieres que te lleve?
Negué mientras cogía mi bolso y me colocaba las gafas de sol.
-No te preocupes Tay.-Respondí mientras me despedía con la mano.-¡Nos vemos!
No le di tiempo a despedirse cuando salí corriendo por las húmedas calles de Londres, al rescate de un desesperado pelirrojo.
(…)
Toqué repetidas veces a la puerta con la esperanza de que alguien me abriese, sin embargo no aparecía nadie.
Cansada de esperar, me dispuse a marcar su teléfono cuando la puerta se abrió, mostrando a un Ed…bastante mal.
Y con bastante mal me refería a un Ed bastante ebrio y con los ojos bastante rojos, esperaba que fuese de llorar.
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Cold Coffee. |Ed Sheeran|
General Fiction¿Alguna vez has sentido un zoológico en tu estómago al ver a esa persona especial para ti? ¿Cómo tus mejillas se ruborizan y tu mirada lo revela todo sin decir una palabra? Claro, todos lo hemos sentido alguna vez en nuestra vida. Quizá podemos llam...