11 (2/2 Maratón)

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Maratón 2/2

Mackenzie.

Caminamos hasta llegar a una gran…¿Mansión? Sí, definitivamente era famoso.

Sacó las llaves del bolsillo trasero de sus jeans y abrió la puerta.

-Damas primero.-Me hizo una señal con la mano para que entrase.

Me adentré al enorme recibidor de casa, pintado en tonos caoba y decorado con muebles de madera refinada.

Observé las imágenes colocadas sobre la cómoda. En la primera lo vi, con cara de crío junto a un par de chavales, posiblemente tendrían todos unos 15 años. Observé la otra imagen; En esta salía con su familia supongo, por el gran parecido que había en ellos, era una imagen algo reciente.

Mientras veía las imágenes, noté una mano rodear mi cintura y guiarme hacia una habitación desconocida.

-No soy muy fotogénico.-Aclaró entre risas.

Llegamos al salón, también enorme, pero éste estaba pintado en blanco, con alguna que otra frase en negra rondando por la habitación.

-¿Quieres algo? Tengo galletas, chocolate, té…

-Un té, gracias.-Esbocé una leve sonrisa.

-Siéntate por favor, vuelvo en un momento.-Salió hacia otra habitación con paso rápido.

Hice lo que me dijo y me senté en el gran sofá.

Observé la decoración; Era un salón muy minimalista, con tonos blancos y negros. Bajo mis pies se encontraba una preciosa alfombra blanca que parecía de tacto suave.

Una gran pantalla plana negra estaba colocada sobre la chimenea, que no era ni muy grande ni muy pequeña.

Si Ed había sido el que había decorado su casa, debía admitir que tenía muy buen gusto.

Y hablando del rey de Roma, por la puerta asomaba con dos vasos de té y un plato de galletas.

Rápidamente me levanté y le ayudé con los vasos, ya que al llevar todo estaban a punto de caerse.

-Gracias.

Nos sentamos en el sillón, uno cerca del otro.

-Y bien, ¿Podemos hablar ya?-Le pregunté, mientras cogía una galleta.

Ed juntó sus manos sobre sus rodillas y suspiró.

-Siento lo que pasó la semana pasada. Sé que me comporté como un idiota, pero…cuando bebo, no sé por qué hago las cosas que hago, cometo estupideces, lo sé. Jamás quise faltarte el respeto, sólo quería que supieras eso.

Suspiré pesadamente.

-¿Por qué actuaste de esa manera cuando apareció Oliver?-Pregunté.

-Él y yo…somos muy distintos, bueno, esta vez los dos hemos sido idiotas, así que en algo nos parecemos.-Soltó una leve carcajada.

-Déjalo, no quiero saber qué pasa entre vosotros dos.

Suspiró mientras sonreía.

-Creo que comencé a tener problemas con la bebida cuando llegué al mundillo de la fama. Era lo único que me sacaba siempre de esa burbuja de agobio y estereotipos. Al ver que siempre me aliviaba y me distraía de problemas mayores, era mi primer recurso para todo. Stuart me está controlando ahora y no me deja beber tanto; Es una mierda, pero sé que algún día se lo agradeceré.

Negué con la cabeza.

-Debes dejar de beber tanto o los paparazzis te convertirán en su punto blanco.

-Tengo más miedo de perder a la gente que me importa.

Posó su mirada en mí, y colocó su brazo en mi muslo derecho. Miré hacia abajo, deseando que no se me hubiesen subido los colores.

-Mackenzie, necesito que perdones a este estúpido pelirrojo.-Bajó su cara hasta la mía, a pocos centímetros de chocarse.

Maldito pelirrojo, juro que iba a ponerme del color de su pelo si seguía así.

Sostuvo mi cara con sus manos y la acercó a la mía, reduciendo el poco espacio que había, mirándolo a los ojos. Podía oler su característico y dulce perfume que me volvía loca.

Mi consciencia estaba teniendo una guerra mental en ese momento.

Estúpida, tiene novia, n-o-v-i-a, ¿Qué parte de esa palabra no entiendes? Olvídate de él.

-Pero es que es tan difícil olvidarme de él…No podía olvidar su pelo rojizo, sus ojos, tan azules como el agua más cristalina, su estúpida y encantadora sonrisa…¡Es perfecto!-Contraatacaba mi otra parte

¡Sí! ¡Es perfecto! ¿Y sabes que es también? Prohibido. ¿Ahora te vas a dedicar a robar novios?

Por primera vez no tenía ganas de escuchar a mi consciencia.

-Espero que no se vuelva a repetir Ed.-Dije finalmente. Su expresión seria cambió rápidamente a una sonrisa de oreja a oreja.

-¿En serio? ¡Gracias! Por supuesto que no se volverá a repetir, ¡puedes confiar plenamente en mí!-Se levantó del sofá y me abrazó, dando vueltas por el salón.

Si antes podía oler su perfume, ahora estaba en una nube, o en los brazos de un adonis pelirrojo.

-Ed ¿Tienes algún EP tuyo? Como dije, me gustaría escuchar algo tuyo.

Me dejó en el suelo y me cogió de la mano.

-¡Claro! Sígueme.-Me guió hasta una habitación distinta. No sé cómo saldría de esa casa después.

Me sentó sobre su cama tal y como hizo Alice, y sacó un montón de discos de uno de los cajones de su escritorio.

-Aquí tienes, puedes quedártelos, si te gustan, claro está.-Se alborotó el pelo tímidamente.

Oh dios mío que amor.

-Seguro que son increíbles.-Aseguré colocando mi brazo sobre su hombro en señal de apoyo.

Me sonrió de vuelta y cogió una guitarra, sin embargo no era la misma que la última vez, porque esta tenía una patita naranja.

-¿Me vas a dar un concierto privado? Oh dios mío, me siento privilegiada.-Solté una carcajada.

-Es una canción a la que tengo mucho cariño, a ver si te gusta.

Cogió aire y comenzó a rasguear con suavidad las cuerdas, creando un hermoso sonido.

-Esto es Give Me Love.

Y en ese instante, entre notas y canciones de amor, perdí la noción del tiempo y de la vida en general, sin embargo me di cuenta de una cosa.

Como ese chico necesitaba el amor de ella, yo necesitaba el amor de Ed Sheeran.

Cold Coffee. |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora