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Mackenzie.

El moreno apretó mi mano suavemente y tiró de mí. Mis lágrimas seguían cayendo a pares y la voz me temblaba. Me sentía totalmente frágil, indefensa, sola.

-¿Qué haces en la calle con la que está cayendo? Deberías estar en casa.-Preguntó, limpiando mis lágrimas con el dorso de su mano.

Negué con mi cabeza.

-No quiero volver a casa.

Me miró con confusión y pasó su brazo por mi espalda.

-De acuerdo, no iremos a tu casa.-Dijo finalmente.-Pero al menos vamos a quitarte esa ropa empapada si no quieres resfriarte.

Dicho esto, Oliver comenzó a caminar a mi lado. No tenía ni idea de dónde íbamos, pero había algo en él que me trasmitía confianza.

(...)

-¡No me puedo creer que tu padre os hiciese eso! ¿Y ahora quiere que te mudes con él y su familia? ¿A otro país? Se puede ir a la mierda.-Decía mientras abría la puerta de su casa.

Obviamente estaba pendiente de su conversación, pero tampoco podía dejar de mirar nuestras manos, enlazadas en todo momento.

-Espera aquí un momento, iré a por una cosa.-Me dijo el moreno y salió disparado por las escaleras.

Me quedé de pie para no mojar lo que parecía ser un reconfortante sofá negro de cuero. Las paredes de su casa en un color beige y un suelo negro caoba.

Suspiré. Si alguien me hubiese dicho hace dos meses que conocería a Oliver Sykes, probablemente me hubiese echado a reír, y ahora resultaba que estaba en el salón de su casa.

Me acerqué a una estantería del salón y observé la docena de premios que había en ella.

<> Me decía a mí misma.

Mi cuerpo se sobresaltó al escuchar la voz de Oli a mis espaldas.

-Aquí tienes.-Dijo él entregándome algo suave envuelto en papel de regalo.-Pensaba guardarlo para tu cumpleaños, pero parece que será un regalo anticipado.

Le mostré una sonrisa y abrí el regalo.

-¡Me encanta!-Admití.-Muchas gracias Oli, juro que te daría un abrazo si no estuviese totalmente empapada.

El envoltorio guardaba un par de vaqueros negros con múltiples roturas de rodillas abajo, junto con una camiseta de Drop Dead-justamente igual que la suya.-y un gorrito gris.

Oliver soltó una carcajada.

-Ya me habías mojado antes, así que no por una vez más no pasará nada.-Comentó mientras extendía los brazos.

Automáticamente me colgué de sus hombros y apoyé mi cabeza en su clavícula. Su cuerpo era tan...cálido. Pude sentir cómo su embriagante perfume llenaba mis fosas nasales.

-Eres como un osito, tan...abrazable.-Dije aún en sus brazos, ocultando mi sonrisa en su cuerpo.-¿Dónde puedo cambiarme de ropa?

Él deshizo el abrazo y juntó nuestras manos. Los tatuajes de Oliver simplemente ocupaban...todo su cuerpo. Era imposible contar los cientos de garabatos que se extendían a lo largo de su piel. Y eso era algo que me encantaba.

-Puedes cambiarte en mi habitación.-Respondió con una sonrisa.

Entré a la gran habitación. ¿Por qué las casas de los famosos eran tan jodidamente enormes?

<>

Acaricié la suave pared que estaba pintada en un bonito azul rey. Su cama estaba deshecha y había un par de camisetas y pantalones sobre ella.

Cold Coffee. |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora