Capítulo 11: Ella

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Euge buscaba desesperadamente a Lali. Había visto a Bruno bailando con Jéssica, y no podía entender qué era lo que había pasado.

La encontró sentada en la escalera que llevaba al primer piso, todavía con la lata en la mano.

—¡¿Y Bruno?! —le preguntó.

—Allá está. Bailando con Jéssica —dijo Lali tranquilamente.

—Sí, ya lo vi. Lo que te pregunto es qué pasó.

—Ah... nada... Le dije que estaba cansada y me vine a sentar.

Euge resopló. Esto no estaba funcionando, y Lali no se la hacía nada fácil.

—Tenemos que hacer algo para recuperarlo —dijo.

—Envenenar a Jéssica estaría bien —se rió Lali.

—Me encantaría, pero estaba pensando en algo menos complicado.

—Quebrarle una pierna —sugirió Lali que, evidentemente, gozaba del más negro de los humores. Euge se rio.

—No nos conviene —dijo—. Jéssica estaría encantada de ser el centro de la fiesta. El único que puede rescatar a Bruno es Gastón. ¡Eso! Lo busco y le digo que vayamos los cuatro afuera a tomar aire.

—Es un programa súper divertido —se burló Lali—. Pero tiene sus riesgos: Jéssica por ahí se quiere transar a los dos al mismo tiempo.

Euge se rió y se levantó para ir a buscar a Gastón, pero ni bien dio dos pasos, volvió junto a Lali.

—¿Lo viste? —le preguntó.

—Está bailando con Jéssica —contestó Lali—. ¿Empezamos de nuevo?

—A Bruno, no —aclaró Euge—. Al pibe aquel, en silla de ruedas.

—No, ¿dónde?

—Allá —señaló Euge.

Lali se incorporó para ver mejor, pero Euge la sentó de un tirón en el brazo.

—¡Disimulá, nena! No quiero que me vea.

—¿Por?

—¡Me lo acabo de llevar puesto!

—¿Que qué?

—Que me lo llevé por delante. No lo había visto. Un

papelón.

—¿Y el flaco qué te dijo?

—Si quería bailar.

Lali se rió.

—No es gracioso —dijo Euge—. Qué idiota, ¿no? ¿Cómo va a venir a bailar?

—Qué sé yo. Le gustará escuchar música... andá a saber —trató de encontrar una explicación Lali—. Mientras no sea sordo, también...

—¡Ay! ¡No seas bestia, nena! —la retó Euge, consciente de que no tenía que reírse de la desgracia ajena.

Lali volvió a estirarse para ver.

—¡Pará! ¡No mires! A ver si viene para acá...

—No tiene lepra —comentó Lali.

—Ya lo sé... Pero... no sé... Me da un poco de impresión...

Euge se paró de golpe.

—Bueno, voy a buscar a Gastón antes de que Jéssica se transe a Bruno —dijo, y salió corriendo hacia la barra, dando un gran rodeo, para no tener que cruzarse con el de la silla de ruedas.

Lali se quedó sentada en la escalera, mirando alternativamente a Euge; a Bruno, que hablaba hasta por los codos con Jéssica; y al chico de la silla de ruedas, que le llamaba poderosamente la atención.

Volvió a echar una mirada sobre los otros chicos. Tal vez uno de ellos fuera el Gusano, pero era claro que no podía reconocerlo. Sabía que si lo hubiera visto, su corazón habría pegado un salto. Pero hasta el momento, el pobre corazón seguía latiendo tranquilo, y más que tranquilo, aburrido. Ningún salto en señal de peligro.

Además, todos parecían muy entretenidos. Si el Gusano estuviera ahí, andaría solo y buscando, como ella; y no charlando y bailando, como los demás. No, seguramente no había venido.

Pensó que había sido muy tonta al ilusionarse así. Existía una posibilidad en un millón de que el Gusano aceptara la invitación. Además... ¿no había dicho que nunca iba a bailar? Entonces, seguro que no iba a venir. Un momento: ¿había dicho que nunca iba a bailar?... Vio a Gastón acercándose a Bruno.

"No creo que Jéssica lo suelte", pensó.

Y se quedó sentada en la escalera, jugueteando con la lata de Coca, esperando que se definiera su destino.

Lali dice: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora