Capítulo 37: El

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A Tincho le extrañó que el lunes Peter no hubiera ido a la escuela. Tampoco lo había llamado en todo el fin de semana, y cuando él intentó comunicarse, la mamá le dijo que Peter decía que estaba ocupado, que después lo llamaba, cosa que nunca hizo.

Tampoco le contestaba los mails, así que esa misma tarde, fue a verlo.

—No sé qué le pasa —le dijo la mamá—. Desde el sábado que está encerrado en el cuarto y no me deja entrar. Sale para comer, nada más. Fijate si a vos te cuenta.

Tincho golpeó la puerta del cuarto de Peter.

—Estoy bien, no me pasa nada. No rompas —contestó Peter automáticamente, creyendo que, otra vez, era su mamá.

—Me alegro mucho —dijo Tincho—. Abrime.

—¿A qué viniste? —preguntó Peter sin hacerle caso.

—Te traje un poco de cianuro. Capaz que te ayuda. Dale, abrí, chabón. No te hagas el estrecho.

—Pará, ya voy.

Peter tardó un rato en abrir la puerta. Tenía montones de papeles desparramados. Se había pasado dos días dibujando.

—Por mí no te pongas perfume —decía Tincho desde afuera.

Por fin, Peter abrió.

—¿Qué te pasa? ¿Qué raye te agarró? —preguntó

Tincho cuando entró y vio el cuarto, que si bien ya no tenía papeles, estaba mucho peor que de costumbre.

—Nada. No tenía ganas de salir. ¿Es tan grave eso? — trató de zafar Peter.

—Lo que quiero saber es por qué.

—Por nada. Si viniste a hacerme preguntas, ya te podés ir yendo, porque no te pienso contestar.

—Me emociona tu hospitalidad.

Tincho, por supuesto, no se fue, aunque sí siguió el consejo de Peter y no hizo más preguntas. Peter, solo, después de un rato largo, mientras escuchaban música, le dijo:

—Corté con Luciérnaga.

—¿Cómo que cortaste? ¿Estaban saliendo? —se sorprendió Tincho.

—No, chabón. Corté la amistad, corté de chatear. Corté.

—¿Se pelearon?

—No, para nada.

—¿Te aburriste?

—Al contrario.

—¿Te hizo algo? ¡Hablá, chabón, por favor te lo pido!

Peter le contó su última conversación con Luciérnaga y Tincho empezó a saltar por el cuarto.

—¡No podés ser tan idiota! —le decía—. ¡La mina te dice que cortó con el novio y vos le decís que no la querés ver más, justo ahora!

—No tiene nada que ver. No da para más. Más adelante, a lo mejor...

—¿Más adelante cuándo?

—Vos sabés, con la operación...

—Más adelante ella va estar casada y con hijos. Sos un tarado sin remedio.

—Pará un poquito —lo frenó Peter—. ¿No eras vos el que decía que era mejor cortarla, que el golpe contra la pared, que iba a terminar mal y no sé cuántas cosas más?

—No...

—¡¿No?!... —se sorprendió Peter.

—Bueno, sí, pero yo lo único que quería era evitar que te pusieras mal. ¡Y mirá cómo estás! Das lástima.

—Gracias.

—Te lo digo en serio. Escribile. Decile que te arrepentiste, no sé, cualquier cosa. Después ves.

—Ya vi y no quiero escribirle.

—Está bien, como quieras.

Tincho no pudo convencerlo. A lo sumo, logró sacarlo de su cuarto para ir a los videos y le arrancó la promesa de que al día siguiente, iría a la escuela.

—Obvio que voy a ir —dijo Peter—. Lo único que me falta es quedarme libre.

Esa noche, Peter se animó y prendió la computadora que había tenido apagada durante dos días. Aunque no pensaba escribir, no podía resistir la curiosidad de ver si ella le había enviado otro mensaje. Y ahí estaba.

Luciérnaga dice:

Por mí hacé lo que se te dé la gana. Me parece

una actitud re-egoísta. Solo pensás lo que te

pasa a vos, y encima inventás cosas como

que yo me voy a aburrir y que sé yo. Y sí...

capaz que me aburro. También me aburrí de

mi novio, y? Vos te haces el superado, pero

sabés lo que creo?: que estás muerto de miedo.

No sé para qué te digo todo esto. Es tu vida.

Nada más quería despedirme, por no me va

eso de "chau, que te vaya bien". Si no querés que

seamos amigos, esta bien. Igual, voy a guardar

siempre el dibujo que me hiciste.

"No creas lo que tus ojos ven. Solo muestran

limitaciones. Mira con tu entendimiento,

descubre lo que ya sabes, y hallarás

la manera de volar".

Es una frase del libro que estaba leyendo. No

creés que es así? Lástima q no me vas a

contestar.

Chau, Gusano. Me encantó conocerte.

Me hubiera gustado ser tu amiga. Chau.

Peter se secó una lágrima. Se había enojado, se había deprimido, se había entristecido, pero hasta hoy, nunca había llorado. No tendría que haber prendido la computadora. Iba a cambiar su dirección de mail. Sí. Eso era lo mejor. Perder todo contacto.

Lali dice: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora