Aunque llegaba tarde, solo estaban en la casa Bruno, Euge y Gastón. Los demás iban a venir después.
Desde la puerta, Lali pudo escuchar el disco de Ataque 77 que sonaba a todo volumen.
—¡Por fin! —la recibió Euge.
—Se me hizo tarde —se justificó Lali.
—Se te hizo re-tarde. Se ve que la pasaste bien...
—Sí. Después te cuento —contestó Lali al pasar.
No era el momento ni el lugar y la música, por suerte, hacía imposible cualquier tipo de conversación. Se sentaron en el living, junto a los chicos. No había
Se sentaron en el living, junto a los chicos. No había nada que pudieran hacer, salvo... escuchar el CD. Bruno le agarró la mano y le sonrió, pero después siguió escuchando y cantando. A Lali mucho no le molestó.
Estaba a mil kilómetros de ahí. Repasaba en su cabeza,
una y otra vez, todo lo que había pasado en la casa de Peter. Incluso, un par de veces se sonrió sola recordando alguna broma. De pronto, Bruno la sacó de su ensimismamiento.
—¡Hola!
Hacía rato que la estaba llamando cuando ella, por fin, lo escuchó. Como vio que Gastón tenía una botella de Coca en la mano, dijo:
—No, gracias. Tengo.
Todos se largaron a reír. Lali no entendía por qué.
—El compact, nena —le aclaró Bruno al ver su cara de desconcierto.
—¿Qué compact?
—El de Ataque que te presté. No me digas que no lo trajiste. —Bruno se puso nervioso.
—Ah... sí... Lo tengo en la mochila —dijo revolviendo entre sus cosas, segura de que lo había puesto ahí.
Pero el compact no aparecía. Lali optó por sacar todo: libros, cuadernos, cartuchera, billetera, papeles...
—Si no lo trajiste, te mato —la apuró Bruno.
—Sí, lo traje... Lo puse antes de salir...
Lali seguía revolviendo y, sin que se diera cuenta, se le cayó el dibujo que le había hecho Peter.
Euge lo levantó del suelo y desplegó la hoja.
—¡Estás igualita! —dijo—. ¿Lo dibujaste vos?
Lali miró para ver de qué estaba hablando y se sobresaltó.
—No. Dame —dijo, tratando de recuperar su dibujo.
Pero Bruno se había interesado y le sacó a Euge el papel de la mano, antes de que Lali pudiera agarrarlo.
—¿A ver?
—Dame —repitió Lali, tratando de recuperarlo, esta vez de las manos de Bruno.
—¿Quién lo hizo? —preguntó Gastón, que también se había acercado a ver.
—¿Me quieren devolver eso? —No era un pedido, era casi una orden.
El interés de Lali por recuperar su dibujo fue suficiente para que no se lo quisieran devolver.
—Primero decinos quién lo hizo —la desafió Bruno, levantándolo en el aire.
—Nadie. No importa. ¿Me lo das?
Era inútil que tratara de agarrarlo. Jamás lo iba a alcanzar, y además, podía romperlo.
—Mmmm... —le dijo Gastón a Bruno, echando leña al fuego—. Yo que vos averiguo. ¿No tiene firma?
—¡Cortenlá, che! Lo van a romper. —Lali estaba enojada, y a punto de ponerse a llorar.
—Devuélvanselo. No sean tarados —les pidió Euge.
—Que nos diga quién lo dibujó. ¿Qué pasa? ¿Es un secreto?
Bruno solo quería molestarla. Realmente no sospechaba que algún "competidor" pudiera haberlo hecho. Era una broma, no un ataque de celos.
—Una amiga. ¿Conformes? —mintió Lali—. ¡¿Me lo quieren dar?!
Pero los chicos se estaban divirtiendo. Cuanto más sufriera, pidiera y rogara, mejor la broma.
—¿Salió un poco narigona, no? —dijo Gastón.
Para Lali fue suficiente. Se tiró arriba de los chicos y les arrancó el dibujo de la mano. Solo se rompió el pedacito que Bruno estaba sosteniendo.
—¡Son unos estúpidos! —lloró Lali a los gritos, mientras alisaba su dibujo—. ¡No tienen ningún derecho a meterse con mis cosas! Y acá tenés tu compact.
Arrojó sobre el sofá el compact de Bruno, que por fin había encontrado, y corrió a encerrarse en el baño. Euge la siguió.
—Son unos tarados —confirmó, sin que los chicos entendieran el porqué de tanto escándalo.
Lali lloraba y Euge trataba de consolarla. Cuando por fin se calmó, se sentaron sobre el inodoro, miraron el dibujo y pasaron del llanto a la risa. Lali le contó a Euge todo lo que había pasado en casa de Peter, dibujo incluido.
—Pero no te besó —quiso reasegurarse Euge, después del cuento de las narices.
—No, ya te dije... Fue eso, nada más. Después, todo estuvo re-normal. Vimos el libro del Olimpo y esas cosas.
—Re-normal, claro. —A Euge no le parecía nada normal—. ¿Vos pensás que él?... Digo... ¿Creés que te quiso besar?
—No. Para nada. Fue una casualidad.
—Entonces está todo bien.
—Lo que pasa es que creo que me gustó —dijo Lali—. Quiero decir... me hubiera gustado...
—¡Pará, Lali! ¡Vos estás loca! —la retó Euge bajando la voz—. No podés estar pensando algo así. Es... Es... terrible...
—Sí, ya lo sé... Pero fue todo tan raro...
—Además está Bruno... —Euge se estaba empezando a desesperar.
—Sí, pero Bruno no tiene nada que ver.
—¡Escuchate, nena! —Euge se desesperó del todo—. Estás saliendo con Bruno y me decís que te hubiera gustado que el otro flaco... ¿Averiguaste el nombre por lo menos?
—Peter.
—¡Que ese Peter te diera un beso! —terminó la frase —. ¿Te escuchás?
—Ya sé que está mal. Pero ¿qué querés que haga?
—Nada. No tenés que hacer nada. No chatees más, no lo veas más. Hacete la tonta y listo. —Euge era, como siempre, muy práctica—. ¿El pibe tiene tu teléfono o algo?
—No, la dirección de mail, nada más.
—Mejor. No le contestes más los mensajes.
Euge manejaba todo como si estuviera ante un caso de extrema seguridad, y Lali contestaba y aceptaba sus consejos, totalmente desarmada.
—¿Te parece? —se atrevió a dudar.
—Estoy segura. Ojos que no ven, corazón que no siente.
—No. No puedo hacerle eso.
Probablemente Euge tuviera razón, pero lo que le estaba proponiendo era exactamente lo contrario de lo que ella quería hacer. Se hubiera negado, pero...
—Está bien. Sí, puedo —dijo por fin. Tal vez fuera lo mejor.
Contenta con la promesa conseguida, Euge se paró para salir del baño.
—Pero mejor le escribo y se lo explico —se arrepintió Lali. Euge la volvió a mirar. —Tampoco le escribo —dijo Lali, obediente.
—Nada es nada —aclaró Euge—. Decime qué vas a hacer.
—Nada. Lo prometo —confirmó Lali.
Se arreglaron frente al espejo y salieron en busca de los chicos. Los demás ya estaban llegando.
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Lali dice:
Teen FictionEsta novela no es mia... Todos los créditos a su autora. Adaptación laliter