Capítulo 33: Ella

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Después de mucho pensarlo, Lali decidió que le iba a contar a Euge que había estado chateando con el Gusano otra vez. Aunque había prometido no hacer "nada de nada", no se pudo resistir. Y había hecho bien. El Gusano coincidía con ella: podían ser amigos,

eternamente amigos. Una silla de ruedas no podía impedir

eso.

Además, le había dado a Peter el teléfono de Euge, para que Tincho la llamara y pudieran hablar con tranquilidad de Jéssica. No le gustaba hacer de correo.

Que se arreglaran entre ellos. El Gusano también estuvo

de acuerdo con eso. Era un motivo más para contarle que

había estado chateando. Si Tincho la llamaba, se iba a

enterar igual.

A Euge le pareció bien que le hubiera dado su teléfono, pero le cayó muy mal que Lali siguiera chateando con el Gusano. Lali le había prometido... A la salida de la escuela, volvió sobre el tema.

—Es que no tenías que haberlo hecho —le dijo.

—¿Qué tiene de malo que yo...? —empezó Lali.

Pero Euge estaba realmente enojada y no la dejó terminar.

—No tiene nada de malo —le contestó.

—¿Y entonces?

—Entonces nada, Lali. Hacé la tuya.

Ahora la que se enfureció fue Lali. ¡No podía contestarle así!

—No es "hacé la tuya" —le dijo—. Porque para algo somos amigas, ¿no? ¿Qué es "hacé la tuya"? ¿No poder compartir con vos lo que me pasa?

—¿Y para qué querés compartirlo si ni siquiera me escuchás?

—Sí, te escucho. Pero eso no quiere decir que haga todo lo que vos me decís —se defendió Lali.

—Ni todo, ni un poco. ¿Querés que te diga la verdad? No te entiendo. Estás saliendo con un chabón copado como Bruno. La pasamos re-bien los cuatro juntos. El chabón te da la re-bola, y a vos se te ocurre enamorarte, de golpe, de ese flaco, nada más que porque está en una silla de ruedas. Para original, se te fue la mano.

Euge caminaba rápido, como para alejarse de ella, pero Lali la corrió.

—Pora empezar, yo no estoy enamorada. Es mi amigo —dijo cuando estuvo al lado.

—Por ahora.

—Es mi amigo y listo. Y para seguir, lo de la silla no tiene nada que ver. Es un chabón copado y no voy a dejar de hablarle porque vos lo digas.

—Okey. Olvidate de mí, pero vas a tener quilombos con Bruno.

¡Ah!... ¡Bueno!... ¿De dónde había sacado eso? ¿Por qué lo metía a Bruno en esta discusión?

—Si Bruno me hace quilombo por eso, es un tarado. Que se mate —le contestó.

—Yo solo te aviso.

Un aviso de Euge nunca era solo "un aviso". Lali lo sabía bien.

—Estoy podrida de que me avises todo lo que me va a pasar.

—Está bien, Lali. Hacé tu vida.

Euge apuró el paso, y esta vez sí, Lali la dejó ir. Le dieron ganas de llorar, de furia y de tristeza. Ella también apuró el paso, pero dobló en la esquina. Quería llegar a su casa cuanto antes para contarle todo a Peter.

Lali dice: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora