—¿Te llamó Bruno? —le preguntó Euge a Lali, el miércoles por la mañana, mientras caminaban hacia la escuela.
—Sí, anoche.
—¿Y hablaron mucho?
Euge medía el amor por la duración de las llamadas telefónicas.
—No sé... No mucho. Como diez minutos.
Lali no, claro.
—Yo estuve hablando con Gastón hasta las doce. Una hora y cuarenta y tres minutos por reloj. Obvio que mis viejos no estaban —se agrandó Euge.
—¿Y si te estaban llamando y daba siempre ocupado?
—Todo calculado —dijo Euge con una sonrisita de superada—. Antes de hablar con Gastón, los llamé al celular y les dije que estaba todo bien y que me iba a dormir. ¿No soy una genia?
—¿Comparada con quién?
—Con vos, por supuesto —contestó Euge—. Gastón me dijo que mañana Bruno te pasa a buscar a la salida de la escuela. ¿Es cierto?
—¿De eso estuvieron hablando una hora y cuarenta minutos? —bromeó Lali, para no contestar.
—Cuarenta y tres —aclaró Euge—. Entre otras cosas. Dice Gastón que Bruno está muerto con vos, y que le dijo que mañana se te va a tirar. Quería saber qué le vas a contestar, pero yo no se lo dije. —La miró con desconfianza—. Le vas a decir que sí, ¿no?
—No sé... No estoy muy segura.
Euge le pasó la mano por el hombro y la apretó con
fuerza.
—No le digas que no... porfi... No seas mala. ¡Va a ser buenísimo cuando salgamos los cuatro juntos!
—No sé, Euge...
—Si no estás segura, decile que lo vas a pensar, pero no le cortes el rostro....
—Sí... Puede ser que haga eso.
Euge la soltó y la miró con desconfianza.
—Lo decís con una cara, nena... Ni que nos fueran a tomar prueba de Biología.
La sola mención de la palabra "Biología" las hizo gritar de espanto. No podía haber materia ni profesora más horribles. Hicieron cuernitos con los dedos, por las dudas. No fuera cosa que Euge hubiera atraído la mala suerte con su comentario. Cuando se tranquilizaron, Euge preguntó:
—¿Qué pasó con el dios del Olimpo? ¿Averiguaste algo?
—No. Por las dudas, ni me conecté. No sabía cómo preguntarle.
—Es complicado —coincidió Euge—. No le podés decir de una: "Che, ¿vos sos paralítico?".
—No, es un bajón.
—Pero al menos deberías conectarte, para ver si te tira alguna punta... Capaz que te confundiste.
—¿Para qué?
—Sí. Tenés razón. ¿Para qué? Después de todo, ese tipo es un pesado. Cupido... ¿Cupido se llamaba el de las flechas?... Cupido en silla de ruedas. ¡Puaj!
Lali hizo una sonrisa de compromiso. Estaba lejos de pensar como Euge. Si no se conectaba, no era porque el Gusano fuera un plomo, era porque no se animaba. Si se hubiera animado... Pero ¿para qué pensar en eso? Esa historia se había terminado.
Ahora estaba Bruno, que mañana se le iba a tirar, y aunque no pensaba decirle que sí enseguida, sabía que iba a salir con él en unos días más. Bruno era simpático y tenía lindos ojos. Además, era amigo de Gastón y además, como Euge decía, iban a poder salir los cuatro juntos. Tenía una sola duda: Bruno no parecía el amor de su vida. Bueno... después de todo... todavía no lo conocía
demasiado. A lo mejor cuando lo conociera...
No, no tenía una duda; tenía dos: ¿y si el Gusano no era el chico de la silla de ruedas? Si no era, ella todavía no lo conocía, y si no lo conocía, tenía muchas ganas de conocerlo. A lo mejor le gustaba más que Bruno. ¿Y si eso pasaba, qué iba a hacer? No podía salir con los dos al mismo tiempo. Lo mejor sería conocer al Gusano, antes de decirle que sí a Bruno. Y para llegar a eso había un único
camino: tratar de conectarse otra vez, averiguar si era o no el de la fiesta, y si no era... Bueno, no podía pensar tantas cosas al mismo tiempo. Lo primero era volver a chatear con él.
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Lali dice:
Teen FictionEsta novela no es mia... Todos los créditos a su autora. Adaptación laliter