Al día siguiente, Lali fue a la casa de Euge.
Dentro de dos días iba a haber una fiesta en la escuela, y todavía ninguna de las dos había decidido qué iba a ponerse. Para esos casos, Lali siempre se vestía con la ropa de su amiga. Euge era su consejera y jamás la hubiera dejado ir a la fiesta vestida como para salir a andar en bici, que era como Lali hubiera estado más cómoda. De ninguna manera. Euge adoraba prestarle sandalias, polleras, tops, remeras y todo lo necesario para transformarla, al menos por una noche, en "una mujer fatal", como ella decía, y como Lali nunca se sentía.
Esta, además, era una fiesta especial, porque Euge había conseguido que Gastón, el chico con el que salía desde hacía dos semanas, llevara a un amigo para presentarle a Lali. Decididamente, se tenía que esmerar.
Lali y Euge eran compañeras desde la primaria. Compañeras y amigas inseparables. Desde el primer día de clase, cuando la maestra de primer grado, tironeándolas del brazo las había sentado juntas, quedaron una al lado de la otra y no se separaron más.
Nadie podía entender cómo eran tan amigas porque la verdad es que no tenían nada en común. Lali era bastante estudiosa y cumplidora, y Euge era un tiro al aire, que siempre se olvidaba todo y llegaba a los exámenes con lo justo; Euge hablaba hasta por los codos, y Lali era bastante callada; a Euge siempre
le gustaba algún chico y a Lali nunca le gustaba ninguno, así que Euge había tenido ya un montón de novios y Lali... ninguno. A Euge le gustaban los recitales y a Lali, el cine; a Lali le gustaba leer y a Euge, la música; a Euge le gustaban las minis y a Lali, los pantalones; a Lali las zapatillas y a Euge, los tacos... y así con todo. La lista era interminable. Pero se adoraban. Imposible pelearse con una, sin pelearse con las dos; y ni pensar en hablarle mal a una de la otra. Eran capaces de morder al que se atreviera. De hecho, en cuarto grado, Euge le había pegado un mordiscón a un chico, porque había dicho que Lali era una tarada porque se la pasaba leyendo. ¡Y eso que Euge jamás había podido pasar de la segunda página de ningún libro!
En una sola cosa se parecían: eran unas románticas incurables. A las dos les encantaban las historias de amor, y lloraban a mares viendo películas tristes. Las dos estaban convencidas de que, un día, el amor de su vida les tocaría el portero eléctrico para llevarlas a pasear en un caballo blanco por las praderas. Pero, mientras Lali prefería sentarse en su casa a esperarlo, Euge, por las
dudas, iba probando con los chicos que tenía a mano, porque nunca se sabe.
Ella soñaba con que Lali se pusiera de novia con un amigo de su novio, y así serían cuatro amigos, y podrían salir juntos, y todo seguiría como hasta ahora, pero con novios, después maridos, después hijos amigos de los hijos... y quién sabe, también novios entre sí. Así que, cada vez que salía con un chico, Euge le pedía un amigo para Lali. Hasta entonces nunca había tenido éxito, pero esta vez, estaba segura de lograrlo, porque al "amigo" lo
había evaluado con sus propios ojos, y estaba buenísimo. Lali no se iba a poder resistir.
Mientras Lali se probaba toda la ropa del placar, llamó a Gastón para reconfirmar, por centésima vez, la presencia de Bruno en la fiesta.
—Escuchame... ¿Tu amigo va seguro, no?... —le
preguntaba Euge por teléfono—. ¿Pero te dijo?... Bueno,
vos por las dudas volvé a preguntarle.
Mientras hablaba, le hacía señas desesperadas a Lali, de que sí iba a ir, pero Lali la miraba indiferente y, con los dedos como tijera, le decía que cortara.
—Claro que Lali va. ¿No te digo que me voy a dormir a su casa?... Bueno. ¿Me llamas mañana?... ¿A qué hora?... No, a esa hora tengo gimnasia, ¿no te acordás?... Llámame a las cinco.... No, ¿por qué a las seis? A las cinco... Está bien, cinco y media. Hasta
ESTÁS LEYENDO
Lali dice:
Teen FictionEsta novela no es mia... Todos los créditos a su autora. Adaptación laliter