Lali la había pasado realmente bien. Mucho mejor de lo que esperaba. Quiso contarle todo a Euge, pero en el medio del relato, su amiga la interrumpió porque tenía algo mucho más importante que decirle: había arreglado con Bruno y con Gastón que, al día siguiente, los cuatro iban a ir al parque a andar en bici. La primera salida juntos. Lo que Euge estaba esperando.
—Me podrían haber consultado —se quejó Lali.
—Bueno, nena, vos te habías ido a tu partido de
paralíticos. ¿Adónde te iba a llamar?
Era claro que a Euge, el asunto del partido no le había gustado nada. Lali la conocía bien y sabía que, en general, a su amiga no le gustaban las cosas de las que no podía participar. Y con el Gusano... bueno, ni podía ni quería participar. Para ella, eso era una tontería de la que tenía que rescatar a Lali.
Así que, viendo que no podía compartir su entusiasmo con Euge, dejó de hablar del partido y escuchó pacientemente los últimos chismes sobre Bruno, sobre Gastón y también sobre Jéssica que, según se decía, con este novio nuevo estaba batiendo su récord de
permanencia. No quería pelearse con Euge. Hacía mucho que eran
amigas y cosas similares sucedían todo el tiempo. Lali las soportaba, tanto como Euge soportaba las suyas. Se querían y eran inseparables. Eso era suficiente. Y lo del Gusano... bueno, lo del Gusano se lo podía guardar para ella. No necesitaba compartirlo con nadie. Y aunque Euge no la escuchara, al menos la había ayudado para que fuera al partido, diciéndole a Bruno que
Lali había ido a visitar a su tía. Punto. No más comentarios.
El problema es que Lali no estaba muy acostumbrada a mentir, así que, esa noche, cuando Bruno la llamó, le dijo que estaba muerta de sueño y le cortó enseguida. Tenía miedo de pisarse. Es cierto que Bruno no tenía por qué enojarse, pero Euge le había aconsejado no decirle nada porque, según su opinión, los varones tienen celos de cualquier cosa; hasta de un gusano.
Cuando al día siguiente los cuatro se encontraron en el parque, Lali ya no se acordaba de que Euge no la había escuchado. Ni siquiera se acordaba del partido. Todo hubiera estado muy bien, si Euge no la hubiera mandado al frente.
Habían corrido una carrera con las bicicletas y Gastón se estaba quejando de haber perdido por culpa de Euge, que pedaleaba muy despacio.
—¡Sos re-paralítica, nena! —le dijo.
A Lali, el comentario le molestó. Ella sabía perfectamente lo bien que podían hacer deportes los "re-paralíticos".
—Eso no tiene nada que ver... —contestó muy seria.
—¿Qué cosa? —preguntó Gastón, que ni se había dado cuenta de lo que había dicho.
—Eso. Los paralíticos corren súper rápido —aclaró Lali.
No fue una buena respuesta. Los otros tres largaron una carcajada.
—¡Ah!... Bueno!... ¿Dónde viste un paralítico corriendo? —se burló Bruno.
Y ahí fue donde Euge la deschabó.
—Lali tiene un amigo que anda en silla de ruedas — dijo.
Lali la pateó con disimulo, pero ya era demasiado tarde. La burla siguió.
—¿Y corre? —dijo Bruno conteniendo la risa.
Pero a Lali seguía sin hacerle gracia.
—Con la silla, por supuesto —contestó.
Los chicos dejaron de reírse, y empezaron a preguntarle cosas sobre "su amigo": si nunca había caminado, si lo conocía desde hacía mucho, si nunca iba a caminar. Lali contestaba lo que sabía.
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Lali dice:
Teen FictionEsta novela no es mia... Todos los créditos a su autora. Adaptación laliter