Lali llegó puntualmente, con el paquete de facturas temblándole en la mano. Era la tercera vez que veía a Peter, pero todavía no se había acostumbrado.
Todo era distinto, todo era nuevo. Tal vez la casa de Peter también fuera distinta. Tal vez estuviera adaptada a la silla de ruedas. Tal vez tuviera una habitación especial o un baño para él. Tal vez no supiera qué hacer ni qué decir. Tal vez y tal vez. Todo era raro con Peter, menos chatear.
Pensaba que iba a sorprenderse, y se sorprendió, porque todo... era igual que en todas las otras casas de sus amigos, la suya incluida. Peter le abrió la puerta, cosa que no esperaba, y la
condujo hasta su cuarto, su reducto, como él decía. La mamá llegó con gaseosas, retó a Peter por tener el cuarto hecho un desorden y desapareció.
—¿Vos ordenás tu cuarto? —preguntó Lali, sin entender por qué no había alguien que lo ayudara.
—Yo "desordeno" mi cuarto —dijo Peter—, si no, no encuentro nada. Pero mi vieja no lo entiende, y dice que está todo tirado. Tirado sí, pero en su lugar.
—A mí me pasa lo mismo —se rio Lali—. ¿Por qué todas las madres tendrán esa obsesión con el orden?
—No sé, pero yo prefiero aguantarla, antes de que me toquen mis cosas. Odio eso.
—¿Viste? Siempre piensan que es basura algo que necesitás o que querés guardar, y te lo tiran.
—¡Sí! —dijo Peter, entusiasmado con la coincidencia de impresiones.
Lali recorrió el cuarto. Le gustaba. Le gustaban hasta las medias sucias desparramadas por el suelo.
—Pensé que tu cuarto iba a ser distinto —confesó.
Peter se encogió de hombros.
—Por lo de la... —quiso aclarar Lali.
—Sí, ya sé por qué. En realidad, salgo ganando, porque me tocó el cuarto más grande de la casa. Está planificado para que pueda moverme por todos lados, mirá.
Y Peter le hizo una demostración de desplazamiento, a toda velocidad y sin chocarse con nada. Lali se apartaba hacia uno y otro lado, realmente sorprendida.
—¿En serio nunca te chocás?
—Jamás —dijo Peter. "Salvo cuando me tiré sobre la compu para leer tu mensaje", pensó, pero no lo dijo—. También lo puedo hacer con los ojos cerrados. ¿Querés que te muestre?
—No, gracias —se rio Lali.
—Estoy practicando para cuando me quede ciego — bromeó Peter, muy serio.
Lali movió la cabeza en desaprobación, pero no contestó. Se estaba acostumbrando a las barbaridades de Peter.
Mientras comían las facturas, Peter aprovechó para preguntarle si conocía a Jéssica. Antes de que Peter terminara de decir el nombre,
Lali ya estaba hablando pestes de ella. No soportaba a Jéssica, nunca la había soportado. Solo pensaba en la ropa, y en el pelo y en los anillitos. Cambiaba de novio cada dos días. Era una tarada.
—Coincido en eso —dijo Peter.
—¿Y vos de dónde la conocés, ahora que lo pienso? — preguntó Lali sorprendida, temiendo que, después de las barbaridades que había dicho, Jéssica fuera una prima de Peter, o algo así. —Es... bueno... "era" la novia de mi amigo.
Lali abrió la boca.
—¿Tu amigo es...? ¿Ese es tu amigo?...
Así que la conversación saltó de Jéssica a Tincho y juntos llegaron a la conclusión de que lo mejor para Tincho era haber cortado, y que había que convencerlo para que ni siquiera la volviera a llamar por teléfono.
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Lali dice:
Teen FictionEsta novela no es mia... Todos los créditos a su autora. Adaptación laliter