Capítulo 32: El

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Peter no podía saltar, pero esa era la expresión que le cabía: "saltaba de alegría". Trató de esquivar los comentarios de su mamá ("qué linda chica", "¿de dónde la conocés?") con los acostumbrados monosílabos y se despachó a gusto con Tincho, por teléfono.

Le contó todo como cinco veces, en orden, suelto, de atrás para adelante y de adelante para atrás. Tincho seguía tan deprimido como antes y apenas pudo levantarle un poco el ánimo con la promesa de que iba a tener noticias frescas de Jéssica.

—¿Y ahora qué vas a hacer? —preguntó Tincho, que veía todo negro.

—¿Qué voy a hacer con qué?

—Con la Luciérnaga.

—Ah... no sé... no quedamos en nada. Por ahí vamos al cine. Tengo ganas de ir a ver...

—No digo adónde vas a ir, chabón, sino qué vas a hacer

con ella.

—Nada. ¿Por qué? ¿Tengo que hacer algo?

—En un caso normal.... —empezó Tincho. —Te agradecería que no me recuerdes, en este momento de felicidad, que yo no soy un caso normal.

—No quise, chabón, vos me entendés —trató de justificarse Tincho.

—Está bien. Perdono tus pecados. En un "caso normal" ¿qué tendría que hacer?

—Preguntarle si quiere salir con vos. Después de lo que pasó, no cabe otra.

—En un caso normal —aclaró Peter.

—Bueno... sí.

—En mi caso, que es "anormal" según tu opinión, ni pienso hacer eso.

—Estoy de acuerdo —coincidió Tincho.

—Gracias. Eso es un amigo —ironizó Peter—. ¡¿Qué me estás diciendo?! ¿Que voy a rebotar como una pelota?

—Yo no estoy diciendo nada. Vos decís.

—Bueno, sí, ¡ufa! —se quejó Peter—. ¿Quién tiene ganas, ahora, de pensar en lo que va a pasar después? Hasta acá estuvo bien y punto. Puede seguir bien de la misma manera.

—Por un tiempo, sí. Después se pudre todo. La amistad entre el hombre y la mujer no existe —sentenció Tincho.

—Estás diciendo cualquiera. Todas las pibas de la división son amigas mías ¿o no? —se defendió Peter.

—Sí. Pero de esas, no hay ninguna que te interese.

—Me interesan como amigas —insistió Peter.

—Sí, claro... ¿Alguna vez invitaste a alguna a tu casa? ¿Le dibujaste un retrato a la gorda Maite?

—No cabe en una hoja —trató de bromear Peter.

Sabía que lo que Tincho le decía era verdad pero, decididamente, no quería pensar en eso.

—Vos bromeá. Por mí, hacé lo que quieras. Yo solo trato de que no te estrelles contra la pared.

—Y quede hecho pomada, como vos —trató de continuar Peter, en tono de broma.

—Exacto.

—Bueno, quedate tranquilo. Yo la tengo re-clara. Eso no me va a pasar.

Esa noche, Peter esperó hasta muy tarde algún mensaje de Lali. Se fue a dormir pensando que, seguramente, se había quedado en la casa de su tía.

El mensaje llegó recién al día siguiente.

Luciérnaga dice:

Hola, Gusano Empantanado...

¿Estás ahí?

No puede ser que no estés. ¡Hola! Está bien. Hablo sola. La verdad es q

quería...

Por un momento, el mensaje se detuvo. La pantalla estaba en blanco. Peter contuvo la respiración. "Me va decir que no me quiere ver más", pensó. "Me va a decir

que todo muy bien, pero...". "Me va a decir que no le

escriba más...".

El mensaje siguió. Los ojos de Peter iban más rápido que las frases.

Quería contarte que ayer terminó

re-mal, porque mis amigos

encontraron tu dibujo y me

empezaron a bardear. Y eso es algo que yo no

me banco. Nadie tiene derecho a meterse

con las cosas que el otro no quiere contar.

Bueno, no es que yo no quisiera contar lo del

dibujo... pero me lo agarraron de la mochila,

y eso me molestó.

Euge es mi mejor amiga y yo siempre le

cuento todo, y ella a mí, claro, pero a veces

siento que hay cosas que ella no entiende, como

que nosotros seamos amigos, por ej.

Peter hizo girar su silla. Estaba saltando de alegría. Lali estaba ahí.

Lali dice: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora