Capitulo 2: El

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La tal Luciérnaga se había desconectado hacía ya más de una hora, cuando Peter apagó la compu.

No se había divertido mucho. Había chateado un rato con el Gordo, pero siempre hacía los mismos chistes. Su amigo Tincho no había aparecido. Seguro estaba enfrascado estudiando para la prueba de Historia. Los demás eran los mismos tarados de siempre. "Aguanten los Pinchas", "Aguanten los Redondos". Ni siquiera tenían imaginación.

Tuvo que reconocer que lo único interesante de la tarde había sido Luciérnaga, pero como todas las chicas: dos chistes y se había ofendido. Se había quedado conectado con la esperanza de volver a encontrarla. Le encantaba molestar a las chicas con sus bromas pesadas y tratar de adivinar cómo iban a reaccionar.

Por lo general, se hacían las ofendidas, le decían tonto o asqueroso, amenazaban con desconectarse, y finalmente se quedaban. Pero esta se había ofendido en serio, y por mucho que esperó, no volvió. ¿Cuántos años tendría? Se había olvidado de

hacerle la típica pregunta, para escuchar la típica respuesta: todas decían que eran más grandes.

Una vez, había estado como una hora chateando con una de diez

que decía que tenía quince. La descubrió cuando dijo "los

de cuarto tenemos gimnasia en la escuela". ¡¡¡Cuarto grado!!! Se sintió un tonto. Desde ese día tuvo más cuidado, y cada vez que le decían la edad le restaba dos o tres años. Aunque él también tenía un personaje armado para esos casos: quince años, jugaba al básquet y odiaba la escuela, escuchaba la música que ellas escuchaban y... bueno, nunca podía llegar más lejos. Ni ellas tampoco, claro.

Apagó la computadora y miró alrededor. Estaba verdaderamente aburrido. Agarró el control remoto de la tele e hizo zapping por un rato. Lo único que lo divirtió fue un dibujito empezado de La vaca y el pollito, que ya había visto cien veces. También apagó la tele.

Manoteó el libro de Historia. Tendría que estar estudiando, como Tincho. La prueba era pasado mañana y no había leído nada. Sin ganas, buscó la página hasta encontrar el tema: Grecia. Mitología. Los dioses del Olimpo. Otra porquería que no le iba a servir para nada.

Agarró un lápiz para ir subrayando y, mientras leía sin entender ni una sola palabra, empezó a garabatear en el margen. De pronto, el dibujo se le hizo mucho más interesante que las letras y, cuando se quiso dar cuenta, había dibujado una especie de mosca con antenas, una hormiga con alas, o una cucaracha con ojos. No sabía muy bien qué era, salvo que era un bicho y que le había salido bastante bien.

Se acordó otra vez de la chica del chat, Luciérnaga. Por lo visto, hoy era el día de los bichos. Miró la compu apagada y la prendió. Capaz que se había vuelto a conectar. Pero no, ahí seguían el Gordo y los otros.

Sin apagar la computadora, volvió al libro. "Luciérnaga apagada", escribió debajo del dibujo, y después, haciendo un verdadero esfuerzo de concentración, empezó a leer.

Para su sorpresa, el tema lo atrapó. Media hora después, se sabía todos los nombres de los dioses de memoria y terminó buscando más datos en Internet.

Había demasiado para leerlo todo, pero encontró unos

dibujos fantásticos.

Sacó de abajo del colchón su bloc de hojas; ese era un secreto que no compartía con nadie. Le encantaba dibujar, pero le daba mucha vergüenza que alguien se enterara. Estaba seguro de que se iban a reír de él. Dibujar no era una actividad demasiado común entre sus compañeros.

No era una actividad para nada común, y ya tenía demasiados motivos por los que lo miraban como a un bicho raro, para agregar uno más. Dibujar era su secreto. Lo escondía incluso de su mamá. Le daba pánico que ella supiera que dibujaba y terminara mandandolo a hacer otro curso más o, lo que era peor, mostrándoles sus trabajos a las tías. Pero lo cierto es que, a veces, pasaba horas garabateando papeles.

Con mucha atención, empezó a copiar las imágenes. Le salían bastante bien, pero cómo copiar no le gustaba mucho, después del tercer dibujo, decidió inventar sus propios dioses. No eran tan buenos como los de los griegos, pero eran mucho más divertidos. Combinaba cuernos y alas, grandes cabelleras, espadas y tridentes, escudos y lanzas. "Venganou", escribió debajo de uno que le sonaba a dios jefe con pinta de vengador. Pensó que podría inventar su propio Olimpo. Rápidamente, garabateó una diosa, con túnica y alas, y una linterna en la cabeza, como las de los mineros. Quedaba muy ridícula. Luciérnaga la llamó. Otra vez. Ese estúpido nombre se le aparecía todo el tiempo.

Hizo un alto en el dibujo y volvió a la computadora. Nada. Todo seguía igual. Pensó que tal vez se le había ido un poco la mano. Si no se hubiera pasado de vivo, ella no se habría desconectado. Podía pedirle disculpas y ver qué pasaba... Ni loco. Después de todo, ni siquiera sabía quién era ella y no parecía muy viva. No se había bancado ni una broma. Pero tenía algo... no sabía... distinto. ¿Qué? A lo mejor había sido esa pregunta que le hizo sobre si era

gay. Nadie le había contestado así. Cuando preguntaba: "¿Sos hombre o mujer?", las chicas siempre respondían: "¡Mujer, nene!". Era una fija. Pero Luciérnaga había ido más allá y lo había sorprendido. Bueno, tampoco era para tanto. Una respuesta ingeniosa no quiere decir nada. "Ya fue", pensó, y apagó la compu.

El grito de su mamá llamándolo a comer lo sacó de sus reflexiones, del Olimpo propio y también del ajeno. Rápidamente, escondió el bloc debajo del colchón, e impulsando su silla de ruedas con habilidad, salió del cuarto... corriendo.



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Hola.... bueno se que hace un tiempo que no e estado subiendo nuevo capitulo pero la verdad es de que e estado complicada de salud pero ya de a poco me e ido recuperando... asi que espero poder estar subiendo nuevo capitulo muy pronto.

espero que les guste este segundo capitulo.


Lali dice: Donde viven las historias. Descúbrelo ahora