Capítulo XXXIV

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Jeremías

Él se levantó lentamente de la silla y fue caminando hacia nosotros, al mismo tiempo noté que a lo lejos venía un ejército de demonios, que poseían a humanos. Me dio escalofríos mientras veía aquello, todos sabíamos que algo como eso pasaría, pero una cosa es saberlo y otra es ver que estaba pasando.

Lucifer estaba a una distancia considerablemente lejos como para decir que no se veía tan tenebroso desde el lugar de donde estábamos, él intentó acercarse, pero no lo hizo demasiado, él caminó solo tres metros desde donde estaba, y quedó a unos veinte metros de distancia a nosotros. Cuando él se detuvo, sonrió, y todo se quedó en silencio, de repente, Susan caminó hasta él y se situó a su lado. Todos nos quedamos extrañados.

–Susan, ¿qué carajos estás haciendo? –dijo Jehrem, abrumado.

– ¿Quién es Susan? –dijo ella, sonriente de una forma macabra, luego sus ojos se tornaron completamente negros.

–Amanda –dije, al sentir su esencia.

– ¿Madre? –Indicó Zael–. ¿Qué fue lo que le hiciste?

–Ella quería vida eterna porque quería estar con su hijo, los ángeles no se la ofrecieron, pero yo sí, desde sueños y ella aceptó a cambio de servirme a mí, es lo que pasa cuando están con el diablo y no con Dios. ¿Lindo no?

– ¡Cómo te atreves! Ella no puede ser mi padre –dijo él lleno de ira, y con ganas de llorar. Zael a punto de derrumbarse pensó en acercarse a Lucifer, pero antes de cualquier cosa, Jezreel lo tomó del brazo y negó con la cabeza para que no hiciera nada.

Zael bajó la mirada, afligido y se situó detrás de nosotros.

– ¿Dónde está Susan? –le pregunté, serio.

–Desde el primer momento en que Susan desarrolló su lado oscuro, la estaba preparando para tener a Amanda dentro, ya que no tiene alma, nada solo tiene esa esencia negra que tenía que buscar donde depositarla. Este mundo es tan escaso, que no me quedó de otra que hacerlo con su querida Susan.

» ¿Que perfecta escena no? Dos mujeres en un cuerpo, enamoradas del mismo hombre, si se besaran aquí mismo no habría discusión, porque te estas besando con un solo cuerpo.

– ¿No tienes algo más interesante qué decir?

Se quedó pensativo.

–De hecho sí –expresó–. Cuando maté a Sam, ahí estaba ella, la toqué y traspasé el alma de Amanda, gracias por borrar su memoria, así es como nunca supo que yo estaba intentando poseerla. Susan sabía que ella era otra persona, pero no se percató. Creía que una personalidad alterada por tragar oscuridad, Amanda le otorgaba sus poderes y así se disimulaba un poco. Y si se pregunta por Susan, pues se acaba de ir, ya terminó su misión.

–Solo está jugando con nosotros, con nuestra mente, quiere que nos venguemos así le daremos la oportunidad de destruirnos –susurró Killed.

–Es mi madre... no podemos hacerle daño –expresó Zael, estando más tranquilo.

–Ella no es tu madre, le vendió el alma al diablo, ¿no lo entiendes? Ni siquiera le importas –indicó Killed, sin ningún tipo de filtro.

–No, no, sí le importo, no me vengas a decir que no.

–Ay, por Dios –dijo Killed fastidiado, sacó una cuchilla y se la clavó en el estómago. Todos nos quedamos estupefactos, Zael cayó al suelo desangrándose, y Killed se agachó hacia él y le susurró al oído–. ¿Acaso la miras a ella desesperada porque su hijo está herido? ¡Mírale su rostro, no tiene alma!

Ángeles de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora