Capítulo V

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En algunas ocasiones pasó que nosotros como ángeles quedábamos bajo la «protección» de seres superiores, como al parecer fue mi caso; quedé bajo el cuidado de Uriel hace 20 años, algo que no salió bien del todo, puesto que me tuvieron que borrar los recuerdos. Eso me tenía bastante preocupado, ¿por qué recurrir a algo tan arriesgado como eso? La acción más sensata a la que tenían que recurrir era en ir directamente al origen de todo ese alboroto y acabar con el problema que surgió a raíz de mis acciones. ¡Es lo que supongo!

Estaba en el cielo, era un lugar muy agradable, con muchas personas a lo lejos, ¡ese lugar sí que era grande!, pero el cielo cada quien lo ve como lo desea. Me voy al trono de los arcángeles y noto que está Uriel en meditación.

¡Uriel! grité, uno de los ángeles guardianes me detuvo poniendo su mano en mi pecho.

Sabes que no puedes interrumpir a los ángeles en meditación me dijo él, posterior a eso me observó detenidamente y se percató que mi esencia no era la misma, notó que era un ángel de la muerte.

Muchos ángeles me observaron sorprendidos, y a su vez me brindaron pleitesía al inclinar sus rostros. «No entiendo porqué hay tanto protocolo cuando presencian a los de mi jerarquía» pensé.

Lo siento expuso él al dejarme de tocar y echarse a un lado.

— ¡Qué sorpresa! Dijo Uriel sonriendo y aplaudiendo, ¡creí que te había mandado hacer una tarea!

Expresó él en un tono sarcástico.

Tú sabes muy bien el por qué estoy aquí.

Así es expresó él, desinteresado, pierdes el tiempo, no voy a decir nada al respecto.

Sentí molestia.

¡Es mi debes saber qué me sucedió! vociferé.

No puedo decírtelo, es mejor que lo dejes estar comenta él. Las consecuencias de contarlo no serán beneficiosas para nadie.

No me conoces, Uriel dije sin expresión, sabes que no haría nada que perjudicara al cielo, vine aquí porque esas memorias me pertenecen.

Uriel se puso serio y se acercó a mí.

Claro que te conozco, y porque te conozco es que tu memoria está a salvo conmigo. ¡Y porque sé quién eres es que te mandé por 10 años a la capsula de purificación dos veces!

Me quedé atónito.

¿Por qué te interesa? preguntó él.

Es una parte de mi vida que no conozco, y varios hablan de eso. Y no conocerlo me está carcomiendo el pensamiento.

Creo que 20 años en esa capsula no fue suficiente.

¿Cómo pudiste mandarme por 20 años? pregunté yo, indignado. Yo era tu protegido.

Y lo sigues siendo dijo, mirándome con cariño. Lo siento, no puedo decírtelo, son órdenes.

¿Órdenes? ¡Órdenes, Uriel! ¿¡Que otro superior existe que te puede dar órdenes aparte de Dios!? ¿Eh? grité, estaba muy molesto. No creo que Dios quiera esto para mí. ¡¿De quién son las órdenes?!

Ángeles de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora