Capítulo XIII

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Jeremías

Esto es bastante incómodo.

¿Qué rayos estás usando? me preguntó Hemías con el entrecejo fruncido. Pude percibir sus emociones, realmente se sentía confundido.

Me encontraba en una tienda de ropa para hombres.

Me volteé para mirarme en el espejo que tenía detrás. Llevaba puesto una camisa de botones, blanca, pantalones negros, zapatos negros elegantes y una gabardina gris.

Esto solo es temporal, lo necesito para poder entrar a la escena del crimen, donde murió Bowreen.

¿Qué? expresó, confundido. La verdad, no te entiendo. Bowreen ya no está ahí, ¿qué puedes conseguir de él en ese lugar?

Hay algo detrás de tanta destrucción, Lilith tiene que estar tramando algo para destruirme le expliqué, convencido. Después me acerqué más él y le susurré. Alguien está saboteando las cosas, y no sabemos de quien se trata porque está entre nosotros.

¿Y crees que yendo ahí vas a logras saberlo? preguntó él, incrédulo.

¡No lo sé, Hemías! Arquímedes me dijo que debía ir allá de nuevo, ahí estaba la respuesta, luego él hacía el resto.

¿Quién rayos es Arquímedes? preguntó él, confundido.

¡Esto se va a ser más largo de lo que pensaba! expuse, molesto—. Necesito que me acompañes, necesito de tu ayuda.

¡Por supuesto que no! Expresó él, alarmado ante mi petición. No voy a salir contigo vestido así.

Oye, no me veo tan mal.

¡Pareces un abogado! exclamó.

Puse los ojos en blanco.

Eso es lo de menos le dije, cansado—. Será rápido. Lo prometo.

Él se quedó pensativo por un largo rato. De verdad necesitaba que él fuese, sino quién me cubriría las espaldas. Ezequiel no estaba por ningún lado y no atendía al llamado.

De acuerdo dijo él.

Ambos nos dirigimos al sitio donde había muerto Bowreen; no me sentía nada bien, para ser honesto. Estar ahí, hacía que mis emociones saltaran por doquier. Cuando llegamos, noté que había gran cantidad de policías rodeando el lugar.

¿Estás a la vista? le pregunté a Hemías, asegurándome de que nadie lo viera.

Ingresé al sitio como pude, y mientras me dirigía al edificio donde estábamos antes, hablaba con Hemías.

No, así que no hables. Creerán que estás loco me advirtió él.

¿Pero qué dices? ¡Necesito dialogar contigo! insistí, para sentirme apoyado.

— ¡Entonces, no hables tan fuerte! me dijo él. No entiendo por qué aún hay policías en este lugar. Tampoco Bowreen era tan importante.

Hemías vio al suelo y frunció el ceño, luego se agachó y tomó algo.

¡Oye, no hagas eso! le grité. Creerán que algo está flotando.

Ángeles de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora