Capítulo XI

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11

Jeremías.

Esto está matándome, no puedo con ese dolor dije, mientras lloraba en aquel «sueño». ¿Qué es lo que me está pasando? ¡Dímelo!

¿Qué es lo que quieres que te diga? preguntó ella confundida. No fui yo quien lo mató.

¡Necesito que me ayudes! me dice un hombre al acercase a mí. ¡Por favor, no soporto esto!

¡Hey! ¡Quiero salir de este mundo!

Estaba aturdido por tantas personas hablando, « ¿dónde estoy?, ¿qué es este lugar?» me pregunté a mí mismo, desesperado. Empiezo a mirar a los lados, pero no podía ver ninguna salida porque tenía a muchas personas a mí alrededor pidiéndome ayuda, pero no recordaba o no sabía qué tipo de ayuda yo les podía dar.

¡Dios! ¡Ya basta! ¡Qué es lo que quieren! grité con fuerza.

¡Queremos que nos salves! dijo alguien. Era la voz de un chico joven, cuando volteé para ver quién era, sentí algo extraño.

¿Por qué me miras de esa forma? Me preguntó él viéndome de arriba abajo.

— ¿Por qué estás aquí pidiendo clemencia? —le pregunté.

—Necesito a un padre que nos proteja.

—Yo soy tu padre, Zael. Tú sabes que lo soy.

Él me miró sorprendido, pero pude percibir que su corazón no estaba dispuesto a creerme.

Tú no eres mi padre me dijo, entonces atravesó con su mano mi pecho. Mi padre no es esto.

Y fue cuando me arrancó el corazón. Desperté de golpe, abrí los ojos, asustado. « No dejes que te controlen, no dejes que te controle el miedo, no dejes que te controle», pensaba yo, angustiado. Se suponía que yo podía tener sentimientos cuando yo quisiera, pero últimamente estar debilitado a causa de las muertes de a quienes yo amaba provocó un desequilibrio de poder que me confundía y me hacía sentir que no tenía el control.

Miré a todos lados y noté Killed estaba en frente de mí.

¿Sueños? me preguntó Killed, mirándome con extrañeza.

No lo sé.

¿Alucinaciones?

No lo sé.

¿Pesadillas?

No... lo... sé dije, en un tono bastante molesto.

¡Bien! Lo entiendo, no sabes nada.

¿Ahora tengo protectores?

No soy tu protector, soy tu amigo.

¿Dónde está Sam?

Está buscando a tu hijo.

Ya no es necesario, ya no quiero matarlo, mejor dejarlo ir.

¡Estaba encerrado! ¿Es que no piensas si quiera saludarlo?

Él estaba encerrado porque Uriel no quería que yo me enterase de mi traición. Ahora que lo sé, no me importa.

Ángeles de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora