Capítulo XV

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15

Susan

No me siento bien.

El poder que poseía como profeta de la tierra, iba desapareciendo poco a poco debido a toda la oscuridad que estaba absorbiendo de este mundo que cada día estaba más podrido, era demasiada y eso me estaba matando. Lo que en realidad me mantenía con vida, era la esencia de ángel que habitaba en mí, y la maldición de inmortalidad que Linux me lanzó debido a mi extraño deseo interno de querer a todos muertos, eso pasaba por el poder del collar. Sin embargo, en aquel momento tenía la opción de elegir: ser un ángel o una humana. Y no elegí nada, por miedo a lo que pudiera pasarme.

Supongo que si elijo ser ángel, la oscuridad desaparecería y ya no sentiría dolores, pero mi humanidad se iría con la oscuridad también. Mi vida ya no sería aquí en la tierra sino en el cielo me dije a mí misma, con lágrimas en los ojos. Realmente no sé qué hacer, esto es desesperante, Dios. ¿Por qué tuve que ser esto?

...

Me llamo Zael dijo él, mirándome como si fuese alguna especie de animal extraño.

Aún nos encontrábamos en el medio del bosque. Después de un rato, él tomó varios troncos y los unió en un círculo para que nos sentáramos, luego, con un poco de poder creó fuego. Sam se fue a dar una vuelta para asegurarse de que estuviéramos realmente solos y no peligrar, yo por otra parte, me quedé con Zael.

Debemos quedarnos aquí hasta que amanezca, si nos movilizamos otros demonios podrían encontrarnos indicó él mientras se sentaba.

Sí. Fue lo único que dije al sentarme en unos de los troncos.

Bien dijo.

Después de un largo rato, Zael por fin volvió a decir algo más.

Necesitamos hablar. ¿No crees? me dijo él, ya había pasado una hora desde que Sam se marchó, y yo no había dicho ni una palabra, solo veía el fuego moverse de un lado a otro fijamente.

Suspiré.

Yo... yo... soy... dije, tartamudeando. Me sentía nerviosa, no podía creer que estaba en frente del primogénito de Jeremía. «Dios, ¡¿qué es lo que me pasa?! », grité en mi mente.

No tienes por qué decir nada sobre ti indicó él, cuando decidió acercarse más a mí.

Lo miré y fruncí el ceño.

Yo sé quién eres; también sé quien es Jeremías, Ezequiel, Bowreen, Zacarías, Loreen, Ezra. Sé hasta el día en que murieron y el día en que fueron creados.

Me quedé pasmada, las palabras no acudían a mí, hasta después de unos segundos que supe exactamente qué decir.

¿Cómo es que sabes tanto? le pregunté, sorprendida.

He estado buscando a Jeremías desde que salí de ese lugar, ya debes estar al tanto. Puedo verlo en tus ojos.

No entendí a qué se refirió, estaba asustada.

Lo busco porque mi madre no aparece, y estoy seguro que él puede ayudarme, es mi padre dijo él, con un aire perplejo. ¿Verdad?

Ángeles de la Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora