La inocente y dulce Jazzlyn Parker, está enamorada del chico malo de su clase; Devon Gray. Él parece no notarla, nunca. Aún con esa belleza sublime y femenina, le resulta un poco complicado acercarse al chico-problemático.
Jackson Leckie.
Él parece...
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Uno. Golpe. Dos. Golpe. Tres. Golpe...
Mis puños se sienten viscosos y entumidos. La tela blanca de las vendas ahora luce el vivo carmesí, el color brillante del infierno. Ese color que ahora me da alivio y relaja los sentidos que han empezado a carcomer por todas partes desde mi interior. Quiero destrozarle el rostro, quiero desgarrarme hasta ya no sentir los puños chocando con sus huesos, necesito descargar el dolor y la frustración que se esfuerzan en querer derribarme.
No caigas hasta el fondo...
Detente.
Lucha.
De mala gana me hago aun lado, enderezo mi cuerpo mientras espero a que Levi se levante del sucio piso manchado con su sangre.
—Media hora, Leck —me recuerda la voz agitada de Elías.
Veo su cuerpo al lado de la pequeña pelea que han organizado en el abismo. Aquí es ganar o ganar. Aquí se juega el triple de billetes que en una pelea normal, por eso mismo todo está controlado. Por eso mismo sólo hay riquillos y los que tienen sus bolas metidas en las apuestas.
Y por eso mismo me han traído aquí.
Después de una plática, en donde yo no hice nada más que escuchar, Elías pudo persuadirme para venir aquí. Mis peleas normales no dan los frutos necesarios para terminar de pagarle, por esa razón acepté, por esa razón decidí venir y no por la absurda forma que utilizó para tratar de convencerme.
Sin embargo, tengo que estar siguiendo sus instrucciones, aunque yo lo único que deseo es destrozar el cuerpo atlético de Levi. También se trata de mi ego, la mayoría de los presentes va con él, la mayoría ya no cree en mi capacidad para pelear, así que mi instinto de luchador se encendió otra vez. El ego que hincha el pecho y el que quiere demostrar que soy mejor que todos como una vez fui, ha llegado de forma feroz a mi cerebro.
Aprieto los dientes cuando lo veo enderezarse sin turbarse por mis anteriores puñetazos.
Sólo media hora y dejarás de ser el entretenimiento de todos ellos...
Mis puños se cierran al recordar que también estoy siendo la diversión de Jazzlyn, ella también sigue aquí al lado de Piglet. Demasiado juntos para mi poca y estropeada paciencia. Recuerdo sus ojos al notarme en el mismo espacio reducido que ella, vuelve a mi visión ese puto brazo rodeando sus hombros, estrechándola y muy cerca de su rostro.
Ese debo ser yo, no él.
Cierro los ojos un segundo por la furia que amenaza con hacerme enloquecer. Estoy repleto de ella, me está consumiendo, pero el lado razonable que todavía habita en mi interior no me permite caer hasta el fondo todavía.
Ella te cambió, Jax...
La chica que quieres te dejó por un perdedor.
Eres basura pura, en este cuento tú no te quedas con la chica.