La inocente y dulce Jazzlyn Parker, está enamorada del chico malo de su clase; Devon Gray. Él parece no notarla, nunca. Aún con esa belleza sublime y femenina, le resulta un poco complicado acercarse al chico-problemático.
Jackson Leckie.
Él parece...
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— ¿Qué te pasa? —su voz dulce me regresa a la realidad. Tan pronto como percibo que me está mirando, cambio el gesto a una media sonrisa. — ¿Está súper aburrida la fiesta? Perdón por obligarte a venir aquí, estaba más que claro que no querías venir...
—No me obligaste —interfiero, recargándome en la barra—yo quise venir.
Se me queda mirando como si estuviera tratando de descifrar lo que dije. Después empieza a juguetear con mi mano, sonriendo débilmente.
—¿Seguro? Podemos irnos si quieres.
Eso suena bien.
Quiero decirle que sí podemos irnos, pero no lo hago. Ella quería estar aquí, no pienso aguadar su noche sólo por mi poco interés en las fiestas.
—Estoy bien cariño —susurro, acariciando su barbilla—disfruta tu fiesta un poco más, después nos iremos.
De momento se queda en silencio, bebiendo de su cerveza y volviendo a mirar hacia adelante. No intento romper el silencio diciendo cualquier cosa, porque no es incómodo ni delicado a causa de nuestra conversación acerca de Mike, es más bien para echar un vistazo a la fiesta.
No sé qué cosa esté pensando, ni lo que esté mirando, pero yo la miro a ella. Desde mi posición puedo ver bien su perfil; su nariz respingada, el largo de su cabello y su hombro descubierto.
No me detengo cuando el impulso de acercarme a ella llega. Paso mi mano por detrás de su espalda, abrazándola con una mano y dejando mis dedos cerca de su asiento. Puedo sentir toda la carne del inicio de su muslo, puedo notar cuán grande debe ser su trasero, pero me quedo quieto, sin propasarme. Ella no me dice nada, sólo se recarga en mi pecho, dejando muy cerca de mi boca la piel expuesta de su hombro.
Sin poder evitarlo me acerco lo poco que falta y le doy un beso ahí, dejando mis labios sobre su piel. No pasa mucho tiempo cuando siento que se ha girado para verme, en ese momento levanto la vista y noto el anhelo en esos increíbles ojos azulados. Su rostro se acerca lentamente al mío con la intensión de besarme, así que dejo la piel suave de su hombro para corresponderle enseguida.
Son un par de besos cortos, uno tras de otro, pero tan placenteros como los anteriores.
—Baila conmigo —pide, bajándose de un salto del taburete cuando empieza a sonar una canción en especial. Tira de mi mano con entusiasmo ignorando mi cara desagradable. Después de mirarme empieza a reírse, jalando mis dos manos con dirección a la improvisada pista —anda, por favor Jax...
Resoplo sonoramente, mientras intento no reírme de la mueca que me hace.
—Es una canción horrible, mejor golpéame o patéame —interfiero arrastrando las palabras—no me hagas esto, por favor...
Ella vuelve a reírse, ahora tomándome del brazo.
—Es despacito, tengo que bailarla —informa, como si yo no recordara esa canción. Claro que la recuerdo y más porque ese fue el tema principal de aquella primera fiesta en donde estuve con ella. Claro que la recuerdo. Es como si esa letra rara y esa música horrible, fuera algo especial para nosotros—Anda por favor, amor, es como nuestra canción, ¿la recuerdas?