La inocente y dulce Jazzlyn Parker, está enamorada del chico malo de su clase; Devon Gray. Él parece no notarla, nunca. Aún con esa belleza sublime y femenina, le resulta un poco complicado acercarse al chico-problemático.
Jackson Leckie.
Él parece...
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Sus besos logran de alguna forma borrar todo síntoma de dolor o ansiedad después de la paliza. Esto no es cosa de todos los días, que ella esté conmigo en este momento y por coincidencia tenga la piel y los huesos mallugados, sólo significa que después de toda la mierda que cae sobre mí aún puedo tener algo de buena suerte.
Aprieto su pequeña cintura hasta pegarla por completo a mi cuerpo, lo que causa que una risilla traviesa salga desde su garganta.
No presto demasiada atención después de eso, porque vuelvo a invadir sus labios con tal arrebato que temo vaya a empujarme. No soy alguien burdo, ni mucho menos un desesperado por tener sexo en cuanto se presente la oportunidad, pero hoy especialmente necesito sentir su calor fusionándose con el mío. Necesito sentir otra cosa que no sea sólo asco por mi vida.
Su pequeña boca se mueve con precisión al compás de la mía, mis manos se aferran a su cintura y su espalda, me atrevo a deslizarla lentamente de arriba abajo sin llegar directamente a la curva voluptuosa más abajo de su cintura, mientras que sus delgados dedos no dejan de moverse, acariciándome desde las mejillas hasta lo largo y revoltoso de mi cabello.
Inocencia desborda cada poro de su cuerpo, inocencia y pureza. Al principio parecía no saber qué hacer con sus manos, pero en este momento en donde nuestro contacto ha pasado por más de dos minutos se ha vuelto confiada y decidida.
De momento, se aparta un centímetro de mí haciéndome gruñir por terminar lo que estamos haciendo. El beso termina abruptamente dejando la estela y un pequeño sonido nos envuelve en el espacio reducido del sótano; testigo de nuestra conexión y de nuestra falta evidente de aire.
— ¿Estás bien? —la pregunta sale en susurro, con mi voz gruesa y ronca.
No hay mucha luz y lo odio.
Mataría por ver la expresión que tiene en este momento, aunque, sus ojos y lo pálido de su rostro me son suficientes y no me quejo más. Ella se aleja un poco, mirándome en la penumbra, puedo distinguir ese brillo anhelante y cómplice de nuestro vestigio.
Quiero cambiar mi pregunta a un "¿Esto estuvo bien?" pero mejor me quedo en silencio esperando lo que sea que ella tenga para decirme.
— ¿Tú estás bien? —pregunta, pasando con delicadeza sus dedos por mi ceja agrietada, después se encuentra tocándome la herida en el labio.
Hasta este segundo llega a mi mente los estragos de la noche anterior; los golpes hinchados en mi cara, el moretón que seguramente llevo en las costillas, las consecuencias de haber bebidomucho de esa botella de Absynth en poco tiempo y la razón por la que estoy ahora mismo con ella. Los mensajes.
Aunque fue el punto de discordia cuando apareció aquí, hasta ahora me pongo a pensar en todo lo que he ocasionado.
—Es obvio que no ¿verdad? —agrega, llenando ese silencio que no pude objetar con su simple pregunta. Hago una mueca distraído por todo lo que acaba de pasar y ella suspira. —Estos golpes necesitan atención...