La inocente y dulce Jazzlyn Parker, está enamorada del chico malo de su clase; Devon Gray. Él parece no notarla, nunca. Aún con esa belleza sublime y femenina, le resulta un poco complicado acercarse al chico-problemático.
Jackson Leckie.
Él parece...
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—¿Qué se supone que es este lugar? —Vera me toma con fuerza del brazo mientras seguimos por detrás a Mike. Síp, a Mike. Desde aquella vez que me pidió que fuera a casa de Jax y desde que se portó amable conmigo deshaciéndose de toda la porquería que iba a tirar en el cesto de basura, él se ha acercado poco a poco a nosotras.
Todavía no como antes, pero algo es algo.
Lo extrañábamos mucho.
Mike no responde, primero se toma todo el tiempo del mundo en caminar otros cuantos pasos más y después saluda con el puño a James. El se ve tan fresco y extrovertido como lo recuerdo. Nos saluda a ambas con la mano, la cual lleva un cigarro entre los dedos.
Mi amiga se pega a mi lado riéndose de algo que le ha dicho Dany, mientras que Bobby solo está de curioso observando todo el lugar.
Estamos al aire libre rodeados de árboles y mucha gente, a excepción de una pequeña estructura sólida color marrón pegada casi al final del lugar. La gente habla, ríe y bebe esperando impacientes por lo que vinimos todos aquí. Las peleas.
—Creo que es solo un lote baldío que alguien encontró y le pareció buena idea convertirlo en un centro recreativo de peleas clandestinas —comenta Dany.
Eso me hace bufar internamente, no me gusta como ha sonado.
Dejo la charla que están teniendo mis amigos para fijarme en Mike y James que no han parado de hablar, ahora Mike también trae un cigarro entre sus dedos. Me acerco a ellos un poco y cuando los ojos chocolate de James me miran hago el intento de sonreír.
Sabe lo que voy a decir.
O, mejor dicho, preguntar.
—¿En dónde está Jax?
Desde que veníamos en camino le mandé tres mensajes y hasta el momento no se ha dignado a responderme. No me molesta teniendo en cuenta el lugar en donde estamos y sabiendo lo que está a punto de hacer.
James levanta su brazo y me apunta al fondo del lugar.
—Adentro. —dice simplemente, yo asiento—Estaba preparándose y golpeando un poco el saco.
Caray.
De imaginármelo golpeando ese tal saco, lleno de sudor y con ese rostro serio y perfecto, hace que me ponga caliente. Seguramente se mira increíblemente guapísimo como siempre.
—¿Está ocupado? ¿Puedo ir ahí?
El chico inhala de su cigarro antes de observar algo en su celular.
—Faltan veinte minutos para la pelea —informa—tienes algo de tiempo para ir con él.
—Gracias —suspiro, pues de momento he empezado a ponerme nerviosa. Antes de tomar un poco de aire siento el agarre de mi amiga en mi brazo.