Capítulo 25

395 42 12
                                        

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


          Un cuerpo robusto y moreno me recibe cuando pongo un pie en mi casa. La mirada afilada de Mark me escruta sin compasión apenas cruzo el portón, lo cual me hace ponerme a la defensiva en un segundo. ¿Qué demonios hace ese viejo aquí?

Avanzo sin prestarle atención, es obvio que cual sea el motivo de su visita no es nada bueno. Problemas, lo único que puedo pensar es en problemas y para que él haya venido hasta aquí, sabiendo que me odia, es que son grandes y yo estoy involucrado.

Recorro con la vista todo el lugar en busca de James para comprender un poco esto, pero mi hermano no se encuentra cerca. Quizás lo busca a él, quizás James no ha llegado, quizás esta visita sea para él y yo no tengo nada de qué preocuparme.

¿Se metió en problemas?

¿Cómo mierda entró aquí?

— ¿Qué haces aquí? —Inquiero de mala gana.

¿De qué otra forma puedo dirigirme a alguien que no ha hecho nada más que hacerme sentir como mierda? Mark intensifica su gesto duro y avanza a grandes zancadas hasta mí. De verdad piensa que sigo siendo un niño a quien puede intimidar con eso, pero la verdad es que ya no le tengo miedo.

— ¿En dónde está James? —insisto.

—Eso debería preguntar yo, bastardo. —Sus palabras tampoco tienen ese filo que antes cortaba.

Me quedo callado y me dispongo a largarme a mi habitación, cualquier cosa que necesite ese viejo puede esperar hasta que mi hermano aparezca. He tenido un buen día, quedarme frente a él lo arruinará por completo.

— ¿Por qué llegas a estas horas de la noche? —No grita, sin embargo esa voz no es amigable. Aprieto mis labios con fuerza, sin ninguna intención de seguir su juego, pero como es de esperarse, mi silencio lo hace enfadar — ¡Te estoy hablando Jackson! ¡No cuidas para nada a tu hermano por andar en la maldita calle! ¡Eh! ¡Vales pura mierda! Sabía que era mala idea que se viniera aquí contigo...

No dijiste eso.

—Estaba trabajando —explico de forma serena, no debo hacerlo pero no voy a permitir que me hable de ese modo recriminatorio en mi casa. Él no tiene porque saber que trabajo en una licorería, ni tampoco debe saber que trabajo en el taller del hermano de mi padre.

Con eso último retomo mi camino a mi cuarto, no logro avanzar tres pasos cuando un gruñido y los pasos agresivos del viejo me alcanzan.

Me toma con fuerza del brazo para que no le dé la espalda mientras vuelve a emitir ese gruñido. Sé que mi sola presencia logra que quiera patearme, pero es él el que está en mi casa no al revés. Me deshago de su mano con un fuerte tirón, levanto mi barbilla como la última vez que hice cuando quiso amedrentarme.

Eres más fuerte que él, respira.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

— ¿Trabajando? —escupe, su risa repulsiva me da escalofríos. — ¡Por favor! Trabajando en qué si eres un bueno para nada.

Para ti de alguien más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora