Después de aquel bochornoso incidente, y de que mi jefe me dijese que no se lo contase a nadie. Hago la jornada entera, esta vez sin sucesos extraños. Regreso a mi casa, exhausta de la primera semana. Aún no me creo que haya pillado a mi jefe masturbándose.
Todo lo malo me tiene que pasar a mi.
Salgo de la ducha para prepararme. Hace un rato Cande me llamó diciéndome que me vendría a buscar sobre las nueve para irnos de fiesta. Santi no estaba muy conforme en que saliera, pero me daba igual, era mi vida, y si quería salir, saldría, él no me lo prohibiría.
Llegamos al bar-discoteca, y nos sentamos en una mesa que esta al lado de la barra. Las dos pedimos un gin-tónic, y en seguida nos pusimos a bailar.
Pasan justamente cinco minutos, cuando un rostro demasiado conocido para mi aparece en mi campo de visión.- Qué haces aquí?.- le pregunto encarándome a él.
- Tomando unas copas con unos amigos.- dijo él arrastrando las palabras, estaba borracho.
-Sabías perfectamente que iba a venir aquí con Cande, me estas siguiendo, Santiago?.- le dije enojada.
-No, pero sabes que no me gusta que salgas de fiesta
-Soy mayorcita y puedo hacer lo que quiera, no eres nadie para prohibirme no salir con mis amigos.- le digo enfadada
-Que amigos? si solo tienes a una amiga, a eso consideras tu tener amigos?.- dice haciendo una mueca en su cara. No aguanto más y le suelto un guantazo. Quien se creía para hablarme de esta forma? Le quiero, pero ha llegado a un límite que no tiene ningún derecho ha hablarme de esta manera.
Salgo rápidamente del lugar, estoy muy enfadada y necesito que me de el aire. Voy tan despistada que no me doy cuenta que choco con una persona. Me disculpo, cuando una voz profunda y electrizante hace que me paralice.
-Señorita Esposito?.-preguntó la única persona que podría llamarme así.Me quede inmóvil observándolo, llevaba una camisa blanca con tres botones abiertos por la parte de arriba, unos pantalones de traje de color azul oscuro y unas bambas blancas, inusual en él, pero le quedaban bastante bien, ya que mezclaba lo formal con lo informal. Y no parecía un jefe serio como aparentaba serlo en la oficina.
-Señor Lanzani...-susurré
-Permítame que le diga que esta usted preciosa esta noche.- me sonrojo al instante, tiene una capacidad innata para hacer que me sonroja cuando él quiera.
Gracias a la cercanía en la que estamos, puedo apreciar un olor a alcohol, él también está borracho.-Gracias señor...-digo atónita.
Estamos muy cerca él uno del otro, sus labios se me hacen apetecibles, me encantaría poder besarlos, y saber como saben encima de los míos... Nos estábamos mirando muy intensamente, hasta que un tirón en el brazo hace que vuelva a la realidad.
-Para esto querías que no viniese, para encontrarte con este?.- dice Santiago cabreado.-Déjame, me estas haciendo daño.- dije intentando zafarme de su agarre.
Él me agarro con más fuerza, me estaba haciendo daño, empezaba a tener un hormigueo en mi mano, la sangre circulaba con dificultad hasta mi mano. Vi como el señor Lanzani se dirigía hacía nosotros.
-Te ha dicho que la dejes.- dijo con voz autoritaria-Quien eres tu para decirme lo que tengo que hacer? el que se la esta follando o que? Que sepas que soy su novio y puedo hacer con ella lo que quiera- dijo chillando atrayendo la atención de algunos.
El señor Lanzani sin poder contenerse le propina un puñetazo, haciendo que se tambalease hacía atrás, yo aproveche y me solté de su agarre.
Empezaron a pelarse entre ellos, no había manera de detenerlos. Hasta que los guardias separaron a los dos. Santiago tenía un corte en la ceja, el labio partido, y de seguro que le saldría un moratón en el ojo, en cambio, el señor Lanzani tenía el labio partido y se le estaba empezando a inflamar el ojo.
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Pedro
RomanceMariana "Lali" Esposito, una chica de veintiún años, alegre, risueña, amable... esta en su ultimo año estudiando secretariado ejecutivo. Su amiga le consigue un trabajo de secretaria en una de las empresas mas prestigiosas y reconocidas a nivel mund...