La semana laboral había acabado. Fue bastante tranquila a decir verdad, alguna que otra mirada había caído, pero no nos habíamos vuelto a besar. Siendo sincera, me estoy volviendo adicta a sus labios, y es una de las peores cosas que le podrían pasar a alguien, volverse adicta de los labios de tu jefe.
Sentir la sensación de sus labios en los míos, era como tocar el cielo. Sus labios eran suaves y carnosos. A diferencia de Santiago, él apenas no tenia labios.
Había pasado solo una semana desde que nos habíamos besado, y yo ansiaba volver a besar esos labios.
La atracción entre nosotros dos existía, no nos habíamos llegado a acostar, lo veía anti-ético, aunque sea verdad, estoy siendo una hipócrita. Si es verdad que veía anti-ético el echo de que un jefe y una empleada mantengan una relación o tengan relaciones sexuales o se besen...pero es que a su vez es lo que estoy haciendo yo.
De verdad, que él me gustaba, como no, si era un adonis. Tenía un buen cuerpo, era guapo, y porque no hablar de ese culo cuadrado que tiene...
Volvía a mi casa andando, porque tonta de mí me había dejado la tarjeta del autobús en mi casa. Había salido tarde, y ya estaba empezando a anochecer.
No os voy a mentir, estaba aterrorizar ir a ese barrio por la noche. No vivía en un mal barrio, la gente se ayudaba entre ellos, pero por la noche era cuando más movimiento había, que si peleas, que si cristales rotos por el suelo, que si contenedores incendiados...
Eran las nueve de la noche, y a estas horas ya era bastante movido el barrio. No podía pagarme mucho más, no tenía a nadie a quien acudir, solo tenía a Can, pero creo que ya he abusado bastante de su confianza.
A ella la vida le había sonreído, tenía dinero, y se podía permitir cualquier lujo que ella quisiese, pero lo que más le caracteriza, es que es humilde, ella podría estar comiendo en un restaurante de lujo, con platos exquisitos...pero le daba lo mismo comer en un restaurante de lujo que en un Mcdonals.
Y no, a Santiago a día de hoy no lo tengo, no se que somos, si lo hemos dejado o no, porque desde el altercado en casa no ha vuelto a aparecer por ningún lado. Tampoco quiero que aparezca, no quiero verle la cara de nuevo. Es obvio que algún día tendré que quedar con él para poner las cartas sobre la mesa, y decidir si estar juntos o decidir cortar, aunque yo la decisión la tengo más que tomada.
Me faltaban tres calles para llegar a mi casa, estaba cansada y mis pies dolían bastante, eso de ir con tacones, dejarte a tarjeta del autobús y recorrer una buena distancia con ellos no era nada bueno.
-No te muevas o disparo.- dice una voz gruesa detrás de mi espalda. Noto como me pone una arma en mi espalda baja.
Estaba aterrada, no sabía como manejar esa situación, estaba acabada, como diese un paso en falso me dispararía.
Que curiosa es la vida que de un momento al otro pasas de quejarte por llevar tacones, a estar atemorizada porque un cabrón te esta apuntando con una arma.
-Que quieres no tengo nada que darte.- dije con la voz temblorosa.
No se daba cuenta que si iba por estos barrios es que no tenía nada que darle, nada que ofrecerle, pero él insistía.
-Solo quiero que camines con tranquilidad, y algún movimiento sospechoso te disparo.- dice autoritario
Continuaba notando la pistola, y cada vez me estaba poniendo más nerviosa, no sabía que quería de mi si yo no le podía dar nada.
Cansada de esta situación y haciéndome la valiente por una vez, me di la vuelta, y empecé a forcejear con él.
Grave error...
Le cogí de la muñeca donde tenía la pistola, pero al ser él más fuerte que yo, me empujó, me desequilibré y caí al suelo.
Él salto encima de mí, y empezamos a forcejear de nuevo, le propine un puñetazo en la cara, que lo desequilibró, intenté escaparme, pero enseguida me cogió de los pelos y me volvió a tirar al suelo, ocasionando que me diese un fuerte golpe en la cabeza, apuntó de perder la consciencia. Escuche un disparo, sabía uno de los dos había recibido el disparo, y lo comprobé, cuando mi camisa blanca empezó a volverse roja, me había disparado a mí, entre que estaba me inconsciente, y el dolor que emanaba de mi bajo abdomen, empecé a pensar que ese sería mi fin.
Estaba aterrorizada, apenas podía moverme, me dolía el cuerpo entero, y estaba apunto de perder la consciencia ahí en medio de la calle, desamparada.
Miré al atacante, detrás de ese pasamontañas, se podía observar que estaba aterrorizado, sus ojos azules salían de sus órbitas, pero no hizo mucho más, se levantó y me dejo ahí tirada en el suelo, como si de una colilla se tratase, como si fuese basura.
No había nadie por la calle, estaba tirada en el suelo, con un disparo desangrándome y de noche. Ya empezaba a notar como mi cuerpo hacía leves temblores, producidos por la falta de sangre en mi organismo, me estaba desangrando, y lo triste de todo eso, es que me estaba dando cuenta de ello, me costaba respirar, el oxígeno apenas llegaba a mis pulmones, y ya casi no tenía fuerzas para seguir aguantando, tenía frío, mucho, a decir verdad.
Mis parpados pesaban cada vez más, hacía todo lo posible para mantenerme despierta, pero cada vez se me estaba haciendo más difícil. No sé ni porque me mantenía despierta, pero tenía una leve esperanza de que alguien viniese a por mi y me salvase, si lo sé, muy tonto pensar eso.
Mis pesados parpados, finalmente se cerraron, me empezaba a sentir bien, era una sensación agradable, ya no me sentía sin fuerzas, todo contrario, me sentía como nueva, hasta que apareció un rostro bastante conocido para mí.
Mi último pensamiento fue dirigido a Peter Lanzani.
Maldito seas..
Oh oh... Un capítulo un tanto fuerte, perdón por no subirles ayer fue un día bastante ajetreado y me olvidé por completo de subirles así que aquí les dejo el capítulo, disfrútenlo❤️❤️
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Pedro
RomanceMariana "Lali" Esposito, una chica de veintiún años, alegre, risueña, amable... esta en su ultimo año estudiando secretariado ejecutivo. Su amiga le consigue un trabajo de secretaria en una de las empresas mas prestigiosas y reconocidas a nivel mund...