Me levanté con un dolor de cuello y de cabeza tremendo, no sabía donde estaba, aún me costaba adaptarme a la claridad de las luces, estaba en una habitación completamente blanca a excepción de la puerta que era azul.
Me encontraba fatal, todo mi cuerpo pesaba, era como llevar kilos y kilos encima mío, mis ojos apenas podían abrirse, y mi cabeza estaba apunto de estallar.
Me acordaba de todo, el pánico que tuve al estar frente al atacante, y como poco a poco iba perdiendo la vida.
Mi mano estaba sujeta por algo, cuando giro la cabeza para mirar que es, me encuentro con mi jefe dormido con la cabeza puesta en el colchón, y su mano cogida a la mía.
Podría parecer una preciosa imagen, pero no cuando estas en un hospital por que un descerebrado te ha disparado.
Separo mi mano de la suya, y la coloco encima de su pelo dando pequeños masajes en el, tiene el pelo muy suave, que dan ganas siempre de tocarlo, tiene unas leves ondulaciones en el tupé que le quedan de maravilla.
Escucho un leve gruñido-gemido- no sabría bien bien que decir, pero de golpe y porrazo, me encuentro con esos ojos verdes enigmáticos que hacen enloquecer a cualquiera.
Cuando nuestras miradas conectan, pude ver un brillo en sus ojos que jamás había visto, es verdad que hace relativamente poco que nos conocemos, pero nunca se lo había visto.
-Como estás?.- pregunta susurrando
-Bien, un poco aturdida.- le digo con una leve sonrisa. El me sonríe de vuelta, con esa dentadura blanca perfecta, tiene una sonrisa impecable, que podría hacer temblar a cualquiera. Puedo jurar que está agradecido de esté bien.
-Te acuerdas de todo?.- me pregunta. Sinceramente me acuerdo de todo menos cuando perdí el conocimiento, y creí haber perdido la vida también.
-Si, menos cuando perdí el conocimiento. sentencio.-Que pasó?.- pregunto intrigada. Veo como traga fuerte.
- Te vi cuando saliste del trabajo, y como te ibas caminando, te seguí, sabía que vivías en un mal barrio, y sinceramente no me quería quedar sin secretaria tan pronto, así que te empecé a seguir, hasta que sucedió, yo estaba bastante lejos de ti para que no levantase sospechas, hasta que finalmente, te desplomaste en el suelo y salí corriendo.- me explica un poco avergonzado.
No tiene que avergonzarse de nada, en estos momentos le debo la vida, y estaré eternamente agradecida por lo que ha hecho por mi.
-Gracias.- le digo completamente agradecida, y pongo mi mano en su mejilla cubierta de barba, el apoya su mejilla contra mi mano y cierra los ojos.
Podría parecer una escena tierna, y amorosa, pero la verdad es que seguimos teniendo la misma relación jefe-secretaria.
O eso es lo que creo yo...
Nos habíamos besado, y a mi me había encantado, quería volver a besarle, me encantan sus besos, pero también sabía que estaba mal.
Seguía en el hospital, me quería ir a casa y descansar, no tenía familia, así que nadie me vino a visitar a excepción de Cande, ni Santiago se presentó, tampoco creo que ni se haya enterado, y mejor, no quiero otra discusión entre Peter y él.
No sabía cuando me iban a dar el alta, odiaba los hospitales, no traían un bonito recuerdo para mí. Me quería ir ya, pero el medico todavía no había pasado a revisar si todo estaba bien.
Unos leves golpecitos en la puerta nos despiertan de la ensoñación en la que estábamos Peter y yo.
Por la puerta aparece el doctor,-por fin- y me dice que ya me puedo ir, pero primero de todo me ha dado unas pequeñas instrucciones para que me vaya recuperando en casa, es decir, nada de esfuerzos, reposo absoluto durante una semana...lo típico y aburrido.
Peter me lleva hasta casa, y se tiene que ir por asuntos de la empresa, ya ha hecho bastante por mi, lo mínimo que se merece es un descanso de todo esto.
No sabía porque estaba haciendo todo esto por mí, pero estaba segura de que quería algo de mi, todas las personas necesitan favores de otras, y esta no va a ser la excepción.
He vivido demasiados traumas como para fiarme de la gente, y en quienes confiar. Y por desgracia o no, estaba empezando a confiar en Peter, cosa que me asustaba, ya que llevaba años sin confiar en nadie.
Digamos que algunas personas esconden sus secretos, y tiene un pasado que no se enorgullece de el. Pues yo soy una de esas personas.
Me tumbé en la cama, y por primera vez, me puse a pensar en quien podría a ver sido el hombre que me disparó.
No pude verlo casi nada ya que iba tapado hasta los ojos, pero no sabría decirte quien podría ser.
Solo vi sus ojos, eran de un azul claro, como si fuese el agua del mar, había visto esos ojos en algún lugar, pero ahora no sabría decir donde.
Sin yo quererlo, y debido al agotamiento, mis parpados se van cerrando poco a poco, hasta caer en un profundo sueño.
En el puedo reconocer aquellos ojos azules que tanto me han atormentado desde que me desperté en la camilla del hospital.
Estaba en un sótano, oscuro, lúgubre y con mucha humedad, yo apenas tenía doce años, habían diferentes habitaciones, y había mucho bullicio y chillidos... yo estaba asustada en un rincón de ese tenebroso sótano
Hasta que esa persona de ojos azules, se sentó a mi lado, me acurrucó en su pecho, y me decía que todo iba a salir bien, y que no me preocupara que él iba a estar siempre ahí para mí...
Me levanto exaltada, con sudor, y mis manos temblando como si de gelatinas se tratase. No me podía creer lo que había soñado, estaba perpleja y bastante confundida.
Necesitaba respuestas, porque todo era muy confuso, pero no sabía ni por donde empezar.
Ya sabía donde había visto esos ojos antes...
Agustin...
Mi hermano
chan chan chan... ¿Qué pasara? ¿Qué creen que hará lali al enterarse que su hermano es su posible atacante?, no se olviden de votar y comentar besitos
Pd: de nuevo les pido perdón por desaparecer pero aquí estoy de vuelta ❤️
ESTÁS LEYENDO
Pedro
RomanceMariana "Lali" Esposito, una chica de veintiún años, alegre, risueña, amable... esta en su ultimo año estudiando secretariado ejecutivo. Su amiga le consigue un trabajo de secretaria en una de las empresas mas prestigiosas y reconocidas a nivel mund...