Capitulo 5

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Hoy empezaba mi segunda semana de trabajo. Volvería a ver a Pedro. Después del beso, él se marcho como si no hubiese pasado nada, y he de confesar que eso me desconcertó bastante. Nos habíamos besado dos veces pero no éramos nada, solo una relación jefe-secretaria.

Estaba preparada para un nuevo día en la oficina. Me dirigía intranquila al trabajo, no había mucha gente por la calle a esa hora, y donde vivo es un tanto conflictiva, además, el simple echo de volver a ver a Peter me pone los pelos de punta.

Respecto a Santiago, no ha vuelto a aparecer, y eso es una de las cosas que también me dejan intranquilas, se que él es una persona persistente, y que no se cansa a la primera, insiste e insiste hasta que consigue lo que quiere. En verdad, no sé en que punto esta nuestra relación, no sé si hemos cortado, o si seguimos. Quiero dejarlo, no quiero una persona así en mi vida.

Llego al trabajo puntual, como siempre. Me dirijo a mi despacho, dejo el bolso, y por lo visto Peter todavía no ha llegado. Hoy tiene un par de reuniones y poco más.

Empiezo con el papeleo que me toca, hasta que escucho el famoso pitido del timbre, esta aquí... Su fragancia inunda mis fosas nasales, me vuelve loca esa fragancia tan varonil que usa, puedo percibir que se trata de Hugo Boss.

-Buenos días señorita Esposito.- dice con voz ronca y profunda. No me atrevo a levantar la mirada, se que si la levanto me sentiré cohibida por ella.

-Buenos días señor Lanzani.- digo sin despegar mi mirada del ordenador, sé que estoy siendo muy descortés con él, pero lo hago por buenas razones.

-Míreme.- exige. ¡Mierda! levanto la mirada, y me encuentro a un Pedro con el ceño fruncido, pero con una leve sonrisa, que produce que me muerda el labio del nerviosismo sin querer.- Ahora sí, preciosa.- dice mordiéndose el labio y sonriendo, y se encierra en su despacho.

Lo que daría yo por volver a probar esos labios...

Me levanto y voy a prepararle su café como cada mañana. Pico a la puerta, y después de un leve ''adelante'' la abro, le dejo el café en la mesa, y le informo que tiene dos reuniones, una a las diez de la mañana y la otra a las doce del mediodía. Hace un leve asentimiento y me da las gracias, y salgo fuera de su despacho.

Vuelvo a mi despacho, la verdad, es que no tengo mucho trabajo hoy. El teléfono suena, y lo cojo de inmediato.

-Secretaria del señor Lanzani en que puedo ayudar?.- es la primera vez que llaman al teléfono, y realmente he dicho lo primero coherente que se ha formulado en mi mente.

-Esta usted preciosa esta mañana, señorita Esposito.- me dice una voz profunda y ronca. Mi corazón a empezado a palpitar demasiado fuerte, y el vello de mis brazos se ha erizado.

-En que puedo ayudarlo señor Lanzani?.- intento sonar serena, pero la verdad es que me estoy muriendo por dentro.

-Puede venir a mi oficina?.- pregunta, y puedo percibir un tono deseoso.

-Si claro, ahí estaré.- y cuelgo.

Hago una respiración profunda, me levanto, y me dirijo al infierno, quiero decir a la oficina de mi jefe.

Toco a la puerta, y me da paso para que abra. En cuanto cierro, unos brazos aprisionan mis caderas, bruscamente me da la vuelta, y sin esperar ni un segundo más, estampa sus labios encima de los míos. Enrollo mis brazos alrededor de su cuello y él hace lo mismo pero en mi cadera.

Nos devoramos como si hubiese pasado una eternidad desde que fue la ultima vez que nos besamos, cuando en realidad solo han pasado dos días.

Es un beso profundo y lleno de deseo, esta vez ya no es tierno. Nos tenemos que separar por falta de aire, apoya su frente en la mía. No me atrevo a mirarlo, nos hemos vuelto a besar, esto se esta saliendo de las manos.

-No sabes lo que he deseado volver a besarte, Lali- susurra

-Esto está mal señor Lanzani.- le digo en un susurro

-No me trates de usted Lali.- gruñe, y se separa de mí.- me da igual que estemos en la oficina, nadie nos ve.

-Estamos en horario de trabajo señor, esto no se puede volver a repetir.- digo autoritaria, aunque me encantaría volver a repetirlo la veces que hagan falta, que estoy segura de que no me cansare nunca.- somos jefe-secretaria, esto ha sido un error.- miento, y el me mira incrédulo.

-Qué esto a sido un error?.- pregunta con los ojos abiertos y con el ceño fruncido.- tanto tú como yo sabemos que eso es mentira.- dice acercándose.- si hubiese sido un error, no me hubieses correspondido de la forma en que lo has hecho, tu pulso no aumentaría cada vez que estoy cerca de ti, y tus bellos no se erizarían con una simple caricia de mi parte.- dice en un susurro en mi oreja.

¡Menudo cabrón!

Quería mandarlo a la mierda y golpearlo como nunca antes he deseado hacerle a un tío, pero no podía, porque todo lo que había dicho era cierto. Él me tenía comiendo de la mano, y era una de las pocas cosas que no llegaba a tolerar.

-Es usted un egocéntrico de primera, señor Lanzani. - le recrimino.

-Lo seré, pero no lo has negado.- dice con una sonrisa picara en su rostro.

como lo odio...

-Yo también podría decir lo mismo de ti, no es mentira que cuando me acerco, tu respiración se hace más pesada, que te empiezas a poner nervioso.- le susurro en la oreja, y le doy un leve mordisco en el lóbulo.- yo también puedo jugar a este juego señor.- sonrío para mis adentros, porque se que estoy consiguiendo mi cometido. Le doy un leve beso en el cuello.

-No juegues con fuego preciosa, porque te acabaras quemando.- dice con la voz ronca.

-Yo provengo del infierno.- susurro. Noto su bulto en mi bajo vientre, lo he excitado, y me enorgullezco. No quería jugar, pues toma juego.- Veo que tu pequeñín esta vivo.- le digo con una sonrisa pícara, y lo toco por encima del pantalón.

Hay que decir que de pequeñín tiene poco, a decir verdad, tiene un tamaño considerable. Lo escucho gemir, y aquí es cuando acaba mi juego. Pensaba que podía jugar conmigo cuando en realidad he jugado yo con él.

Me separo de él, y me lo encuentro con los ojos cerrados, y la boca un poco entreabierta. Yo aprovecho y le doy un leve beso en los labios como despedida.

-Adios señor Lanzani.- le digo mordiéndome el labio y sonriendo.

Salgo de la oficina antes de que me pille, y en vez de irme a mi despacho, necesito ir un momento al baño. Me mojo la cara, porque la tengo roja, había sido una de las experiencias más calientes que yo jamás había tenido.

Con Santiago todo era muy tradicional y sinceramente me estaba cansado de que no tuviéramos acción alguna.

Me estoy un rato más en el baño, intentando que mis pulsaciones bajen, y que mis piernas dejen de temblar. Mi temperatura estaba muy alta, y ahora me tocaba tranquilizarme. Y no, no penséis mal, no me voy a masturbar.

Me mojo un poco más la cara, y salgo del baño. Me siento en mi silla, y sonrío bastante satisfecha.

Si quiere jugar, jugaremos

Es un poco tarde lo sé pero como que me dieron ganas de subirles un capítulo 😘, disfrútenlo ❤️



PedroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora