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Serie: Ginny & Georgia
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La mudanza era parte de nuestras vidas estábamos acostumbrados a ella.
Mi madre no era la persona más estable del mundo, por lo que al decirnos que nos mudábamos de nuevo, no era una gran sorpresa. La verdadera sorpresa fue conocer a mis nuevos vecinos, Maxine se volvió mi mejor amiga, por lo que me mataba no poder decirle lo increíble que su hermano era besando.
Me sentía mal y un poco culpable pero era emocionante al mismo tiempo.
Justo ahora me encontraba acostada en su cama besando esos adictivos labios mientras él acariciaba suavemente mi muslo, el beso cada vez subía más de tono pero no me importaba, tampoco me importó saber qué Maxine podría entrar por esa puerta en cualquier momento.
En ese instante solo somos nosotros dos, hasta escuchar como se abría y cerraba la puerta de la entrada con fuerza.
—¡Mierda corre por la ventana!.
Me levante rápido acomodando mi falda y volteando a verlo con una cara de ironía.
—Estás idiota o que?, no me lanzaré por esa cosa es demasiado alto— dije con obviedad, no quería romperme algo.
–Bueno entonces entra al closet, pero guarda silencio—dijo Marcus mientras abría la puerta para que entrara.
Rodé los ojos y me levante para seguir sus órdenes, acomodándome en el pequeño espacio disponible dentro del lugar. Mientras el chico frente a mi cerraba cuidadosamente las puertas guiñándome un ojo antes de irse de mi vista.
Podría jurar que estuve fácil más de dos horas encerrada en el maldito armario, el cual olía peor que los baños de la escuela. Estuve pensando en por que estaba resistiendo esta asquerosa tortura hasta que la puerta finalmente se abrió dejándome ver a un Marcus sonriente, el cual estiraba su mano para poder tomarla y ayudándome a salir.
—Ya podemos retomar lo que estábamos haciendo Nora– dijo mirando mis labios mientras le daba una pequeña y sexy lamida a los suyos.
Estuve a punto de mandarlo al closet, cuando me beso dejándome un poco confundía siguiendo un ritmo lento. Y finalmente comprendí que tal vez si valió la pena la espera.
