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Más de dos mil años sin verlo. No era mucho tiempo, ¿verdad?, todos en algún momento volvemos a ver a esa persona que antes nos ponía de rodillas, nos hacía temblar enteras y sacaba una que otra de nuestras sonrisas.
Además, lo nuestro ya está más que superado. Por supuesto que había tenido novios, no era tonta, soy una mujer con necesidades. Pero debo admitir que jamás tuve el valor de decirle a alguno, la palabra que a él le decía sin miedo.
Pero, pero. A él yo ya no lo amab...
- Hera
Los ojos de Sersi mirándome no eran los únicos, todos los pares de ojos de los eternos están sobre mi.
-Hera llevamos hablándote desde hace minutos, ¿está todo bien?
No. Nada está bien, estoy a punto de ver a él Ex amor de mi vida, no traigo mi mejor atuendo, seguro mi aliento apesta y creo que esta playera me hace ver más gorda.
- Si, todo bien.
Las amazonas era un lugar hermoso, los árboles gigantes y el aroma extravagante lo hacían parecer como un lugar mágico. Pero lastimosamente mi mente no dejaba disfrutar las plantas raras a mi alrededor, mi cerebro parecía un tren en marcha, apunto de querer salir de la línea.
Mis manos sudaban continuamente y sentía que mi garganta se volvía rasposa
Dios. Soy tan patética.
Ni que fuera a asesinarme, bueno eso esperaba, pero tampoco entendía porque tanto alboroto en esta cabeza tan inquieta. Solo es Druig.
Los ruidos de personas a lo lejos lograron tranquilizar todos los pensamientos. La gente caminaba pacífica por el lugar, había niños y niñas jugando, hombres y mujeres trabajando, todos juntos, relajados y felices. Era tan extraño.
A pesar de no reconocer a nadie del lugar podía sentir cierta mirada sobre mi espalda, ese temblor en el cuerpo cuando uno sabe que lo están observando.
Diría que estaba concentrada y al tanto de lo que veníamos a buscar, pero en todo el vuelo nada parecía claro ante mis oídos, lo único que escuchaba o veía era su rostro, su voz. Solo lo imaginaba a él.
Las fuertes puertas de lo que parecía una gran cabaña nos alertaron a todos, y de ella apareció. Nada había cambiado, seguía igual, esos ojos, su cabello, su cuerpo y su sonrisa. Todo era exactamente igual.
-Me has dado muchas malas noticias en un día mi Lady.
¿Mi Lady?
Después de su fantástica e inolvidable entrada nos indicó que deberíamos tener este increíble reencuentro dentro del mismo lugar. Obviamente preferí irme a lo seguro y sentarme a un lado de Thena. Al menos si lo empezaba a ver raro o demasiado, ella me golpearía. Pero debía admitir que los ronquidos de Gilgamesh empezaban a fastidiarme.
-Vendrás verdad?
-Estoy feliz...
El sonido del teléfono de Sersi interrumpió sus palabras, aunque trató de ser discreta todo el mundo pudo notar aquella foto en la pantalla.
Retomó sus palabras y empezó un aburrido monólogo del porque el mundo apestaba. Justo cuando la cosa comenzaba a ponerse interesante. Todo se detuvo.
Después de unas cuantas palabras, mi cerebro se desconecto, las voces se hicieron lejanas, el ruido de los pájaros también se apagaba.
Todo quedó silencioso.
Mi respiración parecía acelerarse, pero no lo notaba, tenía aquel dolor en el pecho que me impedía estar al tanto de lo que pasaba. Podía sentirlo, las sombras deslizándose entre mis dedos, las voces gritándome en los oídos, los ojos brillosos destacando entre la niebla.
Y luego. Grité.
