Capítulo 2: Multimouse

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Su día a día era, por decirlo en una palabra, ajetreado. Todo el peso de la supervivencia de la boutique Ciel, su pequeño sueño hecho realidad, caía sobre sus hombros. Aunque era un peso que cargaba con gusto, a veces podía ser como una losa sobre su espalda. Y como Ladybug y guardiana de los prodigios, Marinette no se permitía muchos momentos de holgazanería. Le gustaba su vida, pero era complicada, intrincada y, como siempre, con demasiadas cargas autoimpuestas.

Con el paso de los años, Tikki había aprendido a entenderla con solo echarle un vistazo. Había perfeccionado su propio radar Marinette en peligro de extinción por estrés. Cuando alcanzaba niveles preocupantes, sutilmente, como quien no quiere la cosa, Tikki instaba a Mullo para que sacara a Marinette de aquellas cuatro paredes.

Al principio Marinette se había negado alegando que era irresponsable, que su identidad había sido descubierta, a propósito, pero descubierta. Ante la caída de Hawk Moth y la desesperanza que le causaba ser Ladybug, la heroína que había hecho caer el apellido Agreste en desgracia, ser Multimouse había supuesto un soplo de aire fresco.

La excusa pública, sobre todo de cara a Chat Noir, era que estaba ayudando a Ladybug en las patrullas. Se autoconvencía que estaba haciendo una ronda de trabajo, vigilando una noche más que París estaba segura, aunque portara una apariencia distinta. Pero sabían bien que solo era eso, una excusa.

Recorrió los tejados de París con la luz de las farolas y los ruidos de la noche como compañía. Era una silenciosa sombra para todos los transeúntes, ignorantes de sus saltos sobre las azoteas y las cornisas. El frío húmedo de aquella noche le rizó un poco la punta de su cabello, haciéndole cosquillas en la frente.

Había una belleza extraña en el París nocturno que no contaba con la protección distante de la luna, completamente cubierta por las nubes. El pulso constante y fuerte que hacía que la ciudad siguiera con vida podía sentirlo bajo sus pies, sus manos, en su propio corazón... Desearía decir que al desaparecer el miedo a las akumatizaciones, la ciudad se había vuelto un poco más pacífica, un poco más tranquila, un poco más feliz. Pero los finales tienen giros inesperados y París había mostrado sus caras más oscuras con la caída de Hawk Moth.

Como si el miedo a ser akumatizado, a perder el control de uno mismo, fuera lo que obligara a la gente a cometer buenas acciones y tener buenos pensamientos... Ahora había vuelto el libre albedrío y el miedo había desaparecido. El dios malvado había caído y su reinado del terror, y en lugar del paraíso, dejó tras de sí una ciudad sin ley.

Marinette había pensado que, con la caída de Hawk Moth, podría jubilarse como Ladybug. O al menos darle un respiro a su alter ego hasta que fuera nuevamente necesario. Pero se habían visto inmersos en el descontrol de una ciudad alterada y dividida, una en la que su prodigio no las tendría tan fáciles contra una pistola llena de balas.

Así que así llevaban diez años, entre guardias, redadas, escaramuzas y alguna que otra herida que los había tenido alejados del mundo. Aunque veían la esperanza. Los crímenes habían descendido, la ciudadanía luchaba día a día por una sociedad justa, libre y pacífica. Luchaban con su propia voz, poniendo de su mano, sin esperar un milagro que los sacara del atolladero.

Quizás la fecha de jubilarse como protectora de París se acercaba. Y su relación con él también.

Lo vio mucho antes de que él la viera. Estaba en el sitio de siempre, la alta azotea de la Biblioteca Nacional de Francia. Antes solían pasar mucho tiempo en la Torre Eiffel, pero quizás porque les traía demasiados recuerdos amargos a ambos, habían terminado circulando en torno a la torre, sin acercarse nunca. Chat parecía triste y taciturno, asolado por sus sentimientos y recuerdos. Hasta que un día se sentó en aquella azotea toda una noche y, por primera vez, Marinette vio paz en su mirada. Se había convertido en un lugar especial para él, aunque aún no le había revelado por qué. Quizás nunca lo hiciera.

Los secretos de MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora