Marinette se escondía hasta de su propia sombra. Se esperaba muchas cosas de los días posteriores al gran desfile, pero desde luego no aquello.
Bueno, sí, algunas cosas se habían cumplido. Había tenido buena repercusión en la prensa generalista y en la especializada, incluso había recibido algunas peticiones para entrevistarla y hacer reportajes sobre su trabajo. Por no hablar del incremento de visitas de su página web, las interacciones en redes sociales y las miradas curiosas a través de los expositores de cristal de la tienda. No se imaginaba que tendría que recibir ese aluvión de atención con una sonrisa tatuada en los labios y con el doble de maquillaje que de costumbre para disimular las marcadas ojeras bajo sus ojos, tratando de ocultar con amabilidad y corrector el pesar de su corazón.
Desde su conversación con Adrien en la azotea del bar, Marinette sentía que su corazón estaba rodeado por una cadena de espinas metálicas, con las púas tan afiladas como agujas, clavándose cada más a su carne con cada latido, derramando lágrimas de sangre y ahogándola por dentro.
Marinette suspiró, sentada en el sofá mientras intentaba ver la televisión, aunque era una pantomima. Solo veía un borrón frente a sus ojos, ya fuera porque su mente estaba divagando o porque tenía los ojos llenos de lágrimas. Había corrido todas las cortinas para que los kwamis pudieran rondar libremente por el apartamento, aunque no estaban haciendo lo usual. Cada vez que estaban en el apartamento, Tikki permanecía sobre su hombro mientras Wayzz descansaba en el respaldo del sofá y hablaba con ella. Nooroo se quedaba en la mesa de la cocina junto a Duusuu, Sass y Kaalki. Los demás se dividían entre ver la tele como los cachorros de los 101 dálmatas y hacer carreras por el piso, compitiendo por quién era más rápido. Esa vez, en cambio, distaba mucho de su actitud habitual.
Los kwamis flotaban a su alrededor y Marinette estaba segura de que estaban recitando alguna clase de hechizo sanador, aunque no le habían mencionado nada. Lo sentía en la piel, como si estuviera cubierta por un rocío cálido de verano. Era agradable, pero no lograba ayudarla. Al fin y al cabo no tenía ninguna herida abierta, aunque sintiera que tenía el corazón en carne viva.
Como si se tratara del sol y los kwamis los planetas a su alrededor, girando y girando, orbitando alrededor de ella, siguieron con su cántico. Marinette no entendía lo que estaban diciendo, supuso que era alguna lengua muerta que parecía estar llena de sonidos susurrantes y rizos en la lengua, muy terrenal, muy arcaica, muy profunda. Por alguna razón parecía tener su propia musicalidad. No limpiaba sus heridas ni las cerraba, pero la ayudaba a respirar. Como de una nana, se sintió arropada y cerró los ojos durante varias horas por primera vez en días.
—Buenas noches, Marinette —le susurró Tikki al oído y, como si se tratara de una bendición, Marinette pudo dormir sin pesadillas.
Se tiraron sobre el mantel que habían tendido en el césped, aunque apenas cabían. No es que importara demasiado. Su madre estaba sentada contra el árbol que les daba sombra, con su padre recostado en su regazo. Marinette a su vez tenía la cabeza apoyada en en estómago de su padre. Le hacía cosquillas mientras le peinaba el flequillo.
Era bueno salir de casa los días en que la panadería cerraba. A veces iban al teatro o al cine, se iban de hacer de correcaminos por las calles de la ciudad a tomarse un café... Pero los días favoritos de Marinette eran aquellos tan tranquilos donde se quedaban bostezando al sentir el calor del sol sobre la piel y el olor del césped recién cortado.
—Hace un día perfecto —suspiró Sabine con los ojos cerrados.
Ella había dejado caer su mano sobre el pecho de Tom y él la había cubierto con la suya propia en un gesto cariñoso. No se soltaron.
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Los secretos de Marinette
FanficMarinette era un libro abierto. Siempre cercana, siempre empática, siempre con el rostro lleno de tantas emociones. Pero en realidad, Marinette estaba plagada de secretos. Algunos ni ella misma los conocía. Fic del reto #marinettemarch2021.