Esta historia empieza como muchas historias que ya conoces y que han formado parte de tus sueños, fantasías y esperanzas, con Érase una vez...
... existía un reino helado donde las flores parecían lágrimas de agua que creaban sus propios arcoíris al recibir la luz del sol; los caminos eran senderos de plata donde la nieve jamás se amontonaba y el hielo nunca bloqueaba el paso; el sol jamás quemaba la piel. Un lugar cuyas fronteras permanecían inexploradas de lo extenso que era, en el que sus maravillas estaban sin descubrir y sus secretos seguían escondidos bajo densas capas de hielo.
Fue entonces cuando una unidad de académicos del palacio real, especializados en ruinas antiguas, descubrieron un castillo escondido bajo la presa del Pico de la Nieve. No había registros de aquel palacio en sus informes ni libros de historia, ni siquiera en sus pergaminos más antiguos, aquellos que hablaban del origen del imperio. La única forma de encontrar respuestas estaba en abrir la presa y liberar el palacio de su prisión helada.
No debieron hacerlo. El fuego, que permanecía consumido en las paredes de agua y hielo, encontró el oxígeno del exterior y pudo salir de su prisión. Como una maldición, el cielo se cubrió de densas nubes negras y el demonio de sangre caliente y aliento de fuego escapó, liberando su maldición por todo aquello que tenía la desdicha de ocultarse bajo su sombra.
El calor del demonio alado había derretido los caminos, derruido las construcciones y matado a las desdichada flora que era incapaz de soportar su calor. Apenas los árboles más antiguos habían logrado resistir, aunque no les quedaba mucho tiempo. Y los animales y los seres humanos no tenían mucho más.
Fue por eso que la princesa Marinette, parte de una familia real caída en la desgracia que poco podía hacer por su gente, había emprendido el camino para dar muerte al demonio. Sus padres habían llorado su decisión y ausencia, pero todos eran conscientes de que su pueblo, consumido por el hambre y el calor, no sobreviviría mucho más si el yugo de aquel ser del averno perduraba. Alguien tenía que tomar la espada.
Marinette se había puesto su armadura de vidrio tejido por la triada de brujas que protegía a la familia real y que, aunque pesaba tanto que a veces se le hacía difícil respirar, era el único material que tenían resistente al fuego abrasador. Había visto a caballeros pelear con espadas de hierro y plata, pero habían sido inútiles, y Alya, que peleó antes que ella en la batalla con su armadura de oro, cayó en combate con el mero disparo de una escama ardiente contra su cuerpo. El oro, que se amoldaba fácilmente al calor, no la protegió del impacto. Todo lo contrario, se deformó y facilitó su entrada y la rotura de su hombro. Quizás porque el demonio, en un inútil acto de bondad o porque realmente creyó que ya estaba muerta aunque a su corazón le quedaran latidos, que la dejó allí, desfalleciéndose en la tierra calcinada. Había sido un milagro que tuviera la fuerza suficiente para regresar con ello, la única que lo había conseguido, que les había hablado del demonio, un temible y gigantesco dragón de filosas escamas negras que brillaban como ascuas y tres filas de dientes puntiagudos. No podía ver, pero no le hacía falta. Podía oler y sentir el pulso de sus contrincantes a través del suelo. Era una pesadilla hecha de fuego y terror.
Adrien, su leal amigo y escudero, fue el único que cogió el arco y no admitió un no por respuesta. Viajó con ella.
Marinette había contemplado como su reino, antes conocido por ser tan enorme que no había libro que registrara su inmensidad, se había visto reducido a páramos desérticos y muertos, a cadáveres en los caminos y a pozos sin agua. Caminaban de noche porque, aunque era más peligroso ya que podían ser atacados por animales salvajes, era el único momento en que la temperatura volvía al frescor de antaño.
Vencieron a mercenarias, brujos malvados y traficantes de esclavos. Evadieron los monstruos que cuidaban de los bosques y se enfrentaron a aquellos que planeaban destruirlos. Sin darse cuenta, la armadura y las protecciones de vidrio habían dejado de ser pesadas para sus músculos habituados al viaje y las flechas de Adrien volaban como una extensión de su mirada. Habían recorrido un largo camino y en nada se parecían a los jóvenes que habían salido de sus hogares con un destino que no sabían definir. Pero nada les había preparado para lo que tenían delante, para su última batalla.
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Los secretos de Marinette
FanfictionMarinette era un libro abierto. Siempre cercana, siempre empática, siempre con el rostro lleno de tantas emociones. Pero en realidad, Marinette estaba plagada de secretos. Algunos ni ella misma los conocía. Fic del reto #marinettemarch2021.