Capítulo 24: Flores

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Adrien recibiendo regalos de sus fans no era ninguna novedad. Le pasaba desde que le había conocido en el instituto, es más, ella había sido una de esas fans más acérrimas aunque ahora le avergonzara reconocerlo. Pero según pasaban los años y aunque Adrien hacía tiempo que no pisaba las pasarelas, el tema regalos había ido a peor. Quizás porque las niñas que le enviaban cartas de amor y poemas ya eran adultas con sueldo propio que podían permitirse regalos un poco más ostentosos. Y esa era la palabra para definir el engendro que tenía delante.

—No puede ser... —susurró Marinette, tapándose la boca con las manos.

—Venga, ríete, sé que lo estás deseando.

Y quería. Marinette sentía las burbujas de la risa aglomerándose en su garganta como el agua hirviendo, que Adrien le hablara con la voz tan nasal no le ayudaba, pero a la vez estaba en la dicotomía de verse totalmente espantada. Ella no quería juzgar los gustos de los demás, pero aquello era una abominación.

—No tengo palabras —dijo Marinette finalmente—. Es tremendamente horrible.

Había ido a casa de Adrien para seguir con la partida que tenían en proceso, pero se había encontrado con aquel esperpento dominando la mesa de la cocina. Y cuanto más lo miraba, más grande parecía, como una planta alienígena que va adueñándose de su entorno cuando no la estás mirando, hasta que es demasiado tarde. Aquel era el arreglo floral más grande y escandaloso que Marinette hubiera visto en su vida. Era enorme, lleno de rosas rojas, velo de novia y un montón de plumas blancas.

Observó a Adrien con la ceja enarcada. Aquello explicaba muy bien su nariz enrojecida y los ojos irritados. Por un momento pensó que había pillado un resfriado, pero al parecer era peor. El cisne plumífero estaba al acecho.

—Realmente le causaste..., una gran impresión —comentó Marinette tomando una de las plumas y dándole vueltas entre los dedos.

—Habría preferido que me invitara a una cita.

—¡Uy! ¿Así que ese es tu tipo, eh?

—No digas eso —se quejó Adrien, espantado—. Nadie que vaya regalando cosas que puedan ser un arma de destrucción masiva puede ser mi tipo, sin importar lo bella que sea.

Marinette rió.

—Eso lo dices porque las plumas te dan alergia.

—No, eso lo digo porque si le das un golpe a alguien con ese ramo seguro que lo mandas a urgencias, sin importar las plumas.

Adrien estaba tan amargado que Marinette no pudo sino reírse de él. Una vez superada la impresión de aquel monstruo de Florestein, su expresión enojada y mocosa era demasiado para ella.

—¿Y por qué no lo has tirado a la basura?

—¿Pero tú lo has visto? Con lo grande que es, llamaría la atención de cualquiera si lo tiro. Y no sé cómo, pero seguro que ella se daría cuenta.

Adrien tuvo un desagradable escalofrío. Marinette no quiso ni imaginar la clase de escenarios que se estaba imaginando.

—Bueno, vamos a hacer una cosa... Tráeme dos bolsas y un par de bols que tengas en la cocina, anda.

—¿Para qué?

—Te voy a librar de las plumas y del monstruo de las flores que saldrá de tu cubo de basura exigiendo tu corazón si lo tiras tal cual —bromeó Marinette mientras empezaba a retirar las plumas.

Marinette se contrarió, viéndolas individualmente las plumas eran preciosas y tenían pinta de ser muy caras. Pero en aquel bicho excesivo, habían perdido toda su elegancia. Las había sacado todas cuando Adrien regresó con las cosas. Hábilmente las introdujo todas en una bolsa y introdujo esta misma en la otra bolsa, asegurándose de cerrarlas bien. La llevo a la entrada del apartamento, bien lejos de Adrien.

—Quizás deberías ventilar un poco más el piso, por si queda algo de los ácaros de las plumas en el aire.

Como si se tratara de una orden, Adrien corrió a ventilar mientras Marinette tomaba una rosa y le quitaba todos los pétalos. Los dejó caer suavemente en un bol. Adrien, viendo lo que pretendía, se sentó a su lado y la imitó. Estuvieron un par de horas así, hablando de temas aleatorios y soltando bromas, mientras la montaña de pétalos de rosa y velo de novia se amontonaban en los dos bols. Al final, tiraron los tallos a una bolsa de basura y pusieron los pétalos en el horno para poder secarlos.

—También nos habría valido un deshidratador, pero con el horno debería irnos bien —aseguró Marinette, lavándose las manos—. Eso sí, vamos a tener que estar más pendientes.

—Voy a oler a rosas durante un mes —se quejó Adrien con una risa baja.

—¡Oh, no puede ser! ¿Qué puede haber más desagradable que oler a rosas? —se burló Marinette.

—Quizás si fueran otras, pero siento que tengo a esa mujer pegada a la piel.

Marinette se rió y lo empujó fuera de la cocina.

—Venga, dramático, vamos a echar una partida a ver si te da por pensar en otra cosa.

No fue así. Sí, jugaron y se divirtieron matando monstruos y explorando cuevas desconocidas, pero de vez en cuando veía a Adrien consternado al captar el perfume de las rosas en su piel. Sobre todo cuando iban al horno a sacar los pétalos ya secos y metían los nuevos. Marinette se rió de él, era imposible no hacerlo.

—Creo que no voy a ver igual las rosas en mi vida —murmuró Adrien cuando finalmente sacaron la última tanda y los dejaron reposar.

—¿Una nueva alergia en ciernes?

—Alergia no, pero espanto sí.

—Pues lo vas a tener difícil para ligar, todo París usa perfumes de rosas durante todo el año.

—Todo no, tú no hueles así.

Marinette notó el cambio de tono, el brillo en los ojos de Adrien, y su estómago tuvo un espasmo.

—¿Ah, no? ¿Y a qué huelo? ¿Sudor de cenicienta y hollín? —bromeó ella, nerviosa.

Adrien no se movió, pero sus palabras fueron más que suficientes.

—No, tu perfume es mucho más sutil, más alegre y más libre. Cada vez que estoy cerca tuyo siento que estoy paseando por la noche primaveral de París —explicó Adrien con una media sonrisa.

Fue Marinette la que se acercó a él, pero no se dio cuenta hasta que estuvieron muy cerca el uno del otro. Se miraron con intensidad y, torpemente, los dos intentaron tomarse de las manos sin apartar la vista de la mirada del otro. Sus manos se rozaron sutilmente, una y otra vez, reconociendo el contacto electrizante, hasta que finalmente se tomaron de las manos en un agarre firme.

Miércoles, 24 de marzo de 2021

Miércoles, 24 de marzo de 2021

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¡Hola a todos, lindas flores!

Es que son monísimos, sin importar la edad que tengan son demasiado torpes y adorables, los adoro jajajajajaja.

En fin, con esto y un bizcocho, ¡nos leemos mañana!

Los secretos de MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora