Capítulo 3: China

1.4K 132 38
                                    

Marinette jamás había disfrutado especialmente del calor de los focos. Se había visto bajo su yugo más por obligación que por otra cosa. Primero por sus logros como Ladybug, y más adelante por sus logros como Marinette Dupain-Cheng.

Participar en certámenes, concursos y galas se había ido convirtiendo en una parte de su vida, le gustara o no. No todo era negativo, en aquellas ceremonias había conocido a gente realmente increíble, y había aprendido lo que en diez mil vidas. Además, sus pequeños viajes le habían permitido descubrir otros rincones del mundo, otras culturas, otras formas de vida. Le habían abierto un poco más los ojos a la belleza del mundo en el que vivía, qué tan grande e fascinante era.

Esas pequeñas cosas eran las que hacían tolerables los flashazos de las cámaras al verla pasar por la alfombra roja de la China Fashion Week. Ella no exponía nada ahí en realidad, estaría escondida tras las bambalinas muerta de los nervios y con alfileres peligrosamente sujetos entre sus labios mientras daba los ajustes finales de ser así. Había sido invitada gracias a su premiación en el certamen de Moda Internacional de Beijing. Justamente llevaba el diseño que la había llevado a la victoria: un largo vestido rojo, de corte acampanado y recto, inspirado en los hanbok coreanos. Al cuello llevaba un elegante y gran lazo que caía con gracia por su espalda. Se había recogido el cabello en un moño alto que estaba decorado con pequeñas y delicadas flores doradas, haciendo que la atención se centrara en la elegancia de su cuello y su espalda.

Se recordó a sí misma relajar el rostro ante las cámaras, detenerse, posar suavemente y no olvidarse de respirar. Tenía que prepararle una cesta de magdalenas de arándanos y chocolate blanco a Juleka después de conseguir meterle esos consejos en la mollera. También tuvo que obligarse a mantener el paso lento cuando al fin pudo salir de todo el espectáculo de luces de los fotógrafos y unirse al gentío.

Se adentró en las instalaciones, atravesando la masa de gente mientras esquivaba bordados que pudieran engancharse con sus manos al pasar, enormes colas que pudiera pisar, cadenas de abalorios que podían sacarle un ojo si no caminaba con cuidado y también había una mujer con un delicado vestido de plumas que parecía estar a un estornudo de quedarse desnuda. Aunque el estornudo no sería el suyo.

Allí estaba Adrien, con su elegante traje negro de tres piezas y su melena dorada peinada elegantemente hacia atrás. El chaleco negro de tres botones dorados se pegaba a su torso como hecho a medida, cosa que seguramente era verdad, y su chaqueta resaltaba unos hombros fuertes y tensos. Adrien acabaría estallando en ese traje como tuviera que retener sus estornudos un solo segundo más.

Con un suspiro lleno de derrota, se acercó a ellos como la gladiadora que va a enfrentar al león. Aunque realmente iba a alejar a un entusiasta cisne de un alérgico león.

—Hola Adrien —lo saludó Marinette con una sonrisa.

—¡Marinette! ¡Qué alegría verte! —La felicidad en su voz era genuina y sus ojos brillaban como si estuviera maravillado con su presencia. Así es como te ven cuando estás lanzando señales de socorro, supuso Marinette.

—¿Se conocen? —preguntó la princesa cisne con el ceño fruncido.

Tenía que reconocerlo, era preciosa. Tenía ese porte grácil y elegante que solo tienen las bailarinas clásicas. De pómulos marcados, labios en forma de botón y una intrigante mirada gris en sus ojos almendrados. Era como una obra de arte con pulso y sonrisa ácida.

—Sí, desde hace mucho tiempo, perdona, las presento —Adrien carraspeó—, ella es Marinette Dupain-Cheng, creadora de la marca Ciel, y ella es Kodachi Kuno, heredera de las empresas Kuno en Japón.

—Encantada de conocerla —contestó Marinette con una sonrisa, aunque fue difícil porque aquella mirada clara parecía estar clavándola contra el suelo de la habitación.

Los secretos de MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora