Capítulo 6: Aliados

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Odiaba tantísimo el olor antiséptico y desinfectante de los hospitales... Se le quedaba pegado en el fondo de la nariz y en la garganta, provocándole un regusto ácido y desagradable. En el pasado no le había dado tanta importancia, pero tampoco había estado tantas horas sentada en la sala de espera de un hospital. Ni siquiera cuando se rompió el brazo de niña al caer por las escaleras estuvo tanto tiempo ahí, encerrada junto a la terrible espera, las incógnitas y el miedo.

Sintió como un brazo le rodeaba los hombros en una caricia cálida, abrazándola y tirando suavemente de ella.

—Ya verás que todo saldrá bien —le dijo Alya con voz tranquila—, Adrien es fuerte y podrá con esto.

No se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Alya le limpió las lágrimas con el pulgar en una caricia cálida.

—Vamos, no llores... Todo va a salir bien.

Pero eso solo consiguió que Marinette llorara aún más fuerte. Trató de tragarse los sollozos, pero en su lugar se le escaparon unos hipidos graves e irregulares. Alya la estrechó entre sus brazos y peinó su cabello con la punta de los dedos.

—Suéltalo, tranquila, deja que salga.

Marinette no podía ni hablar. Tomar aire para contener infructuosamente las lágrimas estaba devorando todas sus fuerzas. Apretó la camiseta de Alya entre sus puños con tanta fuerza que supo que no podría volver a ponérsela. A Alya no le importó y Marinette no pudo centrarse en eso.

—Aún nada —comentó Nino, regresando de haber intentado hablar con los médicos. Y tenía que remarcar lo de intentar porque sentía que lo habían ignorado con la excusa de no ser su familia directa—. ¿Qué ocurre?

Alya le dedicó una sonrisa triste sin dejar de peinar el cabello de Marinette. Nino emitió un suspiro desalentado al verlas. Se sentó en el asiento libre junto a Marinette y también la abrazó.

—Has hecho lo correcto, Mari —le susurró Nino, acariciándole fraternalmente los hombros—. Adrien saldrá bien de todo esto, ya sabes lo terco que es.

Marinette hipó tras un intento de risa, no le salió muy bien ni detuvo sus lágrimas. Los tres permanecieron así un buen rato, a la espera de respuestas que hicieran desaparecer sus aterradores miedos.



Pasaron un par de horas hasta que la doctora finalmente habló con ellos.

—Se trata de un daño en el estómago —aseguró la doctora con el informe en mano—. Tras los análisis hemos podido comprobar que ha consumido cantidades altas de medicamentos antiinflamatorios que han dañado la mucosa del estómago, junto a otros medicamentos.

—¿Como una úlcera sangrante? —preguntó Alya, obteniendo un asentimiento de la doctora—. ¿Tú sabías algo, Nino?

Nino negó lentamente, tratando de hacer memoria.

—Las úlceras de este tipo muchas veces no muestran síntomas claros para el paciente hasta que aparece la sangre en el vómito o hay problemas con las heces.

—¿Necesitará cirugía? —preguntó Marinette.

—Primero probaremos con reposo y un tratamiento adecuado, solo dejaremos la cirugía como última opción.

—Cuando comentó eso de otros tratamientos... —recordó Alya—. ¿A cuáles se refería?

—No hay nada presente en su registro médico, pero sus análisis han mostrado que es posible que el paciente haya hecho un uso indiscriminado de antidepresivos que hayan complicado la situación.

Los secretos de MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora