Capítulo 27: Futuro

631 82 24
                                    

—¡Aquí está mi gran diseñadora! —la saludó Alya, lanzándose a sus brazos—. ¿Algunas palabras para los medios?

—Alya —se quejó Marinette, riendo—. Que yo sepa hoy vienes como mi invitada y tú eres periodista de investigación, no de cultura ni sociedad. Y ni llevas puestas las gafas.

—Perdona, puedo hacer una investigación sobre lo fantástica y maravillosa que es mi amiga y obviamente hoy era el día de ponerme lentillas. No iba a estar rodeada de tantas divinidades y yo tan ancha con un chándal.

—Te querría aquí igual, vistieras lo que vistieras —rio Marinette—, aunque estás preciosa.

—¿A que sí? —presumió Alya dando una vuelta sobre sí misma—. Tenía que vestirme para la ocasión.

El vestido de cocktail blanco se adhería perfectamente a su cuerpo, con un elegante escote que mostraba toda su espalda. De corte limpio y refinado, muy cuidado.

—Estás increíble, creo que no hay más que pueda decir.

—Tendrías que haber visto a Nino cuando salimos de casa, ¡a espera, que sí puedes! —dijo sacando su móvil y enseñándole una foto de Nino que le hizo reír. Lucía totalmente perdido.

—¿Ya recuperó el habla o sigue mudo? —bromeó Marinette.

—Pues está por ahí hablando con Adrien, así que creo que sí, pero le costó un rato —se burló Alya con sorna—. Pero bueno, volvamos a lo importante, ¡felicidades por el desfile, ha estado increíble!

Esta vez fue Marinette la que la abrazó, siendo correspondida en el acto.

—Muchísimas gracias —suspiró Marinette—, aún me cuesta un poco creerlo si te soy sincera.

—Pues créetelo —afirmó Alya, separándose de ella, pero manteniendo el agarre sobre sus hombros—. Porque lo has hecho, ¡y de qué manera! Te mereces esto y todas las puertas que se te van a abrir en el futuro gracias al trabajazo que te has pegado y lo talentosa que eres.

—Alya, me vas a hacer llorar.

—No, no, no, nada de lágrimas —la pinchó Alya con una sonrisa confiable—. Al menos hasta que hagamos un brindis en la fiesta, ya ahí puedes dejar que todo el maquillaje se te eche a perder.

—¡Alya!

—Venga, venga, ¿has saludado ya a tus padres?

—A eso iba hasta que alguien me saltó encima.

—Venga, vamos, te acompaño —dijo Alya tomándola del brazo—. Si es que llegamos porque todo el mundo va a querer lanzarse encima de ti y estrujarte como a un peluche.



Marinette dejó que el aire frío de la noche le alborotara el cabello. Estaba sola en la azotea del bar. Se suponía que no podía subir nadie, pero se las había apañado para colarse gracias a Tikki. Aún así podía escuchar la algarabía que sus invitados estaban montando abajo. Estaban todos. Sus padres, sus amigos, loa modelos y el personal que había participado en la colección... Antes de subir pudo ver a Bruno bailando en la jaula al ritmo de la música mientras todo el mundo le coreaba. Cómo se las apañaba para hacer todo eso con una pierna escayolada era un gran misterio.

Al final necesitó un respiro ante tanta agitación, tanto calor, tanto ruido. No era que no estuviera feliz con la celebración y toda la felicidad que reinaba en el aire, pero a decir verdad estaba agotada. Pero agotada de verdad. Se había quedado durante un minuto dormida de pie. Suspiró profundamente, inclinando la cabeza hacia sus manos, apoyadas como estaban en la barandilla de la azotea. Tantas noches sin dormir le estaban pasando factura y el alcohol, que al principio habían conseguido achisparla y darle un poco de energía, ahora le estaba provocando somnolencia. Movió suavemente la copa entre sus dedos, haciendo que el líquido rojizo bailara ante la luz de las farolas.

Los secretos de MarinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora