Summary: Dejando de lado el hecho de que mi traidor sobrino trata de quitarme a la chica de mis sueños, ¿qué podría hacer para dar un paso sin lastimarlo?
Portada hecha por: @KatuSegura1
Me encanto. Muchísimas gracias!!! Es de mis portadas favoritas...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lo único que resonó en mi mente era que Félix estaba despierto. Maldición. Desenredé las piernas de Marinette de mi cintura y ella pareció entender ya que ambos empujamos al otro, arreglando nuestras prendas y cabello. Pude notar un par de chupetones formándose en el cuello de Marinette y literalmente me lancé al sofá para lanzarle su casaca, subiéndole el zipper.
«¿Qué hay con esta chica y sus blusas de cuello V? » – no es que me moleste, claro.
—Princesa, tengo sed. ¿Puedes darme un vaso de leche? —se quejó, caminando hacia Marinette, dándome una mirada seria antes de alejar a Marinette de mi lado.
Y ahí estaba, dejado solo mientras Marinette le preparaba a Félix su vaso de leche para regresar a mi habitación. Después de media hora de programas en la TV, la puerta de mi habitación se abrió y para mi sorpresa, en lugar de ver a Marinette, mi sobrino caminó lentamente por la cocina y yendo a la sala.
Dejó caer su pequeño cuerpo a mi lado, y ambos vimos TV en silencio antes de que se aferrara con fuerza a su cobertor y me mirara. Sentí sus miradas, y lento pero seguro, giré para verlo.
—Tío Adrien, ¿podemos hablar?— preguntó, su voz salió en un susurro.
—C-claro... —tartamudeé, tratando de mantener el temple mientras estiraba la mano para tomar el control remoto en la mesa de centro para apagar la TV. Me recargué, acomodándome para verlo apropiadamente, dándole toda mi atención. —¿Qué pasa?
Félix jugueteó con sus deditos en su cobija, y sus cejas se fruncieron pensando profundamente. Me senté pacientemente esperando que dijera lo que quería decir. Supongo que Marinette quizá habló con él y... ¿lo convenció?
Él no dijo nada mientras gateaba hacia adelante, acurrucándose en mi regazo. Envolví mi brazo alrededor de su pequeño cuerpo, acercándolo más. Esto era lo que quería. Quería mi momento de unión con mi sobrino sin que él me odiara por gustarme la misma persona.
—¿De qué quieres hablar, amiguito?
—Yo... Lo siento, —musitó con un pequeño puchero. —Lo siento tío, —dijo mirándome con sus grandes ojos grises. No mentía porque pude ver la sinceridad en ellos. —¡Solo quiero que sepas que te quiero! ¡Muchísimo! ¡Prometo que haré un Lego de ti ahora mismo!
—Whoa whoa, ¿qué pasa con ese súbito cambio de actitud? Pensé que estabas enojado conmigo, —pregunté, pasando mis dedos por su cabello.
—¡Lo estoy! —resopló, recargándose en mi pecho. —Pero... Eres mi tío. A los dos nos gusta Mari pero enfrentémoslo. Solo soy un niño. —Suspiró adorablemente, cruzándose de brazos.
Mi corazón saltaba de felicidad. Abracé a mi sobrino y lo aferré a mí casi aplastándolo.
—Gracias, Félix.
—¡Sé que te gusta mucho, pero no pienses que no te patearé el trasero si haces llorar a Mari! ¡Si lo haces, te golpeo! —advirtió, empujándome un poco, bajando del sofá y preparándose como si estuviera listo para pelear.
—No lo haré. Prometo que haré que tu sacrificio valga la pena, —sonreí poniéndome de pie del sofá y lo miré hacia abajo.
—¡Ah! ¡Eso no es justo! ¡Eres muy grandote! —se quejó saltando arriba y abajo antes de lanzarse contra mi pierna. —Iré a hacerte tu Lego.
—Oh no, no lo harás. Irás directo a la cama, jovencito. Vamos, —dije, caminando hacia la habitación con Félix aferrado a mi pierna.
Vi a Marinette sentada en mi cama, esperando a que llevara a Félix. Sonreí, alzando mi pierna a la cama mientras Marinette procedía a alejar a Félix de mí.
—Ok, Félix, es hora de dormir, —dijo cargándola, y no pude evitar sonreír ante la forma en la que su cabeza se ladeó en su hombro.
Cuando Marinette lo dejó en la cama, lo cubrió con cuidado.
—Princesa... No te vayas... —murmuró con sueño, sin soltar su mano.
—Ah, lo siento, Adrien, —Marinette rió, enviándome una mirada de disculpa.
—¿Por qué?— hice un puchero. —Esta es mi habitación. ¿Quién dijo que dormiría afuera?
—Ok, encárgate de las luces, ¿por favor? —Marinette preguntó, rodeando el pequeño cuerpo de Félix. Jalando los cobertores y acurrucándose contra el niño.
Salí de la habitación, asegurándome de apagar las luces antes de volver a entrar a la habitación.
Aun si lo intentara, no podía dormir. Creo que era porque todo esto no parecía una realidad para mí. ¿Y si despertaba y me daba cuenta que todo era un sueño? Porque obvio, Félix no habría renunciado a Marinette así como así.
Suspiré, y moví la cabeza. Esto tenía que ser real. Marinette y yo definitivamente teníamos más de qué hablar mañana.
Pero... Si despertaba y me daba cuenta que era un sueño, me aseguraría de nuevamente decirle a Marinette cuánto la amaba, y tendría esa charla de hombre a hombre con mi pequeño sobrino.