CAPITULO 8: "Entre tus brazos"

117 11 2
                                    


La noche había caído por completo y la luna iluminaba delicadamente las partes oscuras de la gran ciudad de Tokio. El joven pelinegro junto al pequeño Higurashi se despiden del señor Masao y lo ven retirarse en su lujoso auto. En cuanto le han perdido de vista deciden por volver a la casa, subiendo los escalones, mientras que el joven le platicaba al niño sobre aquel señor que había venido a traerle su encargo.

—Puedo ver que el señor Masao te aprecia mucho — le confiesa el niño feliz de haber conocido a aquel hombre.

—Si, y yo también lo aprecio demasiado — le confianza con una sonrisa — Te diré que él es muy importante para mí.

—¿Cómo un hermano?

—No, como un padre.

—¿Y que hay de tu verdadero padre?

—También lo aprecio demasiado. A lo que me refiero es que el señor Masao es como si fuera un segundo padre para mí.

—¡Ya veo! Eso es bueno de tu parte.

—¡Gracias, Sota!

Al llegar a la sima, el pelinegro logra nuevamente sentir esa sensación de que lo estaban asechando, curioso busca en su alrededor esperando esta vez encontrarle, pero un bajón de energía lo hacen dejar de buscarle. Ambos varones comienzan a ver los faros que se encontraban en el templo Higurashi. La intensidad de los faroles había disminuido de repente. ¿Acaso estaba fallando la energía? El pelinegro mira hacia atrás, hacia las demás casas para comprobar si aquel fallo estaba afectando en toda la ciudad o solo en la colonia donde se encontraban, pero curiosamente solo estaba afectando el templo Higurashi. De repente las luces comienzan a tintinear frenéticamente hasta apagarse completamente, dejando en obscuridad todo el templo.

—¡¿Está fallando la energía de la ciudad?! — pregunta el menor preocupado.

—No, al parecer es solo aquí — le responde nuevamente mirando hacia las demás casas. — ¿Por qué solo está afectando en el templo? Esto no me agrada.

—Es verdad. Solo está afectándonos a nosotros — dice también mirando a las casas vecinas. — ¡Ahora lo recuerdo! Mi abuelo me dijo que hay una pastilla de la energía que ha estado fallando. Tal vez solo haya botado — dice recordando ese pequeño detalle — Se supone que ya lo habían arreglado, pero es posible que se haya vuelto a botar.

—¿Y donde esta la caja de energía? — pregunta, pensando que esa podría ser la razón.

—No te preocupes, yo me encargare de eso — le asegura mientras ambos comienzan a correr al interior del templo — Tu entra a la casa y busca unas lamparás. Están en la cocina. Tal vez mi hermana este buscándolas ahora mismo.

—¡De acuerdo! — ambos se separan para dirigirse a sus destinos. En el transcurso del camino hasta la casa de los Higurashi aquella presencia vuelve a hacerse presente e inesperadamente logra ver como algo rápidamente se ha adentrado a la casa — ¡Maldición! ¡Kagome está en peligro! — rápidamente entra a la casa y cuando se está quitando los zapatos logra escuchar el fuerte grito de la pelinegra provenir de la planta alta — ¡Oh, no! ¡KAGOME!

Dicho esto, lanza los zapatos y corre rápidamente por el pasillo, subiendo los escalones de dos en dos. Por suerte su vista se había acoplado muy bien a la oscuridad, dejándolo ver claramente como si se tratara de un ser nocturno. El temor de que algo malo le hubiese pasado lo tenía corriendo hacia ella. Aquel extraño ser tenia pensando hacerle algo malo y aprovecho el momento en que ella estaba sola en casa. No podía permitir que algo malo le sucediera. Llega rápidamente a la planta alta, de repente logra ver como un potente resplandor lila salía por los bordes de la puerta del cuarto de baño. ¿Qué diablos había sucedido? Temiendo que algo malo le había sucedido corre a la puerta del cuarto de baño y toma la perilla, pero no logra girarla. Ella le había puesto el seguro.

El Deseo de Dos Amantes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora