.CAPITULO 17:"La gran verdad. Parte 2"

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Sentado sobre el sillón, el pelinegro mira pensativo la intensa lluvia. No esperaba que aquel demonio albino fuese a visitarle nuevamente. Tan solo verlo lo puso demasiado incómodo y temeroso. ¿Por qué tienen que sucederle estas cosas? ¿Acaso era la maldición por ser la reencarnación de un híbrido mitad demonio de la época sengoku? Coloca sus manos en la cabeza y masajea un poco, intentado calmar su desesperación por no saber que hacer realmente. Mira la hora en su smartphone y comprueba que ya pasaban más de las diez de la noche. A continuación, abre su bandeja de mensajes y abre el contacto que dice "Kagome" para poder leer nuevamente los tantos mensajes que la pelinegra le había dejado durante esos días de su ausencia. La mayoría le deseaban un maravilloso día y que esperaba verle pronto. Dando un suspiro, bloquea la pantalla y deja el celular en el sillón para así dirigirse a la cocina y poder tomar sus vitaminas y medicamentos. A pesar de que no sentía dolor como antes, no podía dejar de tomar su tratamiento, era un gran riesgo para su débil cuerpo o ¿podría ser que ya no lo sea? Mira el frasco por unos momentos, recordando las palabras de aquel albino: "Todo tu cuerpo apesta a él..." "Ese cuerpo realmente no te pertenece". Si realmente es así como dice, eso quiere decir que ¿será posible que no sea necesario que continúe con el tratamiento?

—A decir verdad, desde ese día no he vuelto a enfermarme como antes — se dice para así guardar nuevamente los frascos dentro del cajón y solamente servir un poco de agua en un vaso para beberlo. — Eso puede explicar muchas cosas, en especial... — toma algunos cuantos de sus mechones para observar su longitud —... el largo cabello. Desde niño siempre había tendió problemas para que me creciera el cabello, por la falta de vitaminas y mi débil estado, pero desde ese accidente... ha crecido demasiado.

El timbre de la entrada resuena en todo el departamento atrayendo su atención hacia la entrada. ¿Quién podría ser a esta ahora? Algo confundido, se aproxima para poder abrir, pero aquel aroma que se encontraba al otro lado de la puerta lo hacen detenerse. Su corazón comienza a palpitar rápidamente al igual que todo su cuerpo. No podía ser realmente ella. Esperando que fuese sólo su imaginación, se fija rápidamente por el pequeño agujero de la puerta, confirmándole que realmente había captado su aroma, pero ¿qué diablos estaba haciendo ella aquí? ¿Cómo se había conseguido su dirección? Asombrado y emocionado, está por abrir la puerta, pero se detiene al recordar que hace poco se había despedido de ella, alejándola de su vida. No podía simplemente retractarse ahora, ya que había tomando una difícil decisión. No quiere que ella esté involucrada en todo esto. No quiere que resulte herida por su culpa.

—Isamu... se que estás en casa — le dice la pelinegra desde el otro lado de la puerta. Al escuchar su voz, logra tranquilizar un poco su corazón, pero al mismo tiempo había despertado a esa parte que también deseaba verla.

Lo siento tanto, Kagome — se dice arrepentido, apretando con fuerza sus puños, intentado soportar las ganas de querer abrir para poder abrazarla.

Se da media vuelta para así volver a la sala, pero inesperadamente y para su sorpresa escucha como la pelinegra comienza a ingresar el código de la llave para así poder quitar el cerrojo y abrir la puerta. El pelinegro da rápidamente media vuelta, encontrándose con una empapada pelinegra y con sus ojos un poco enrojecidos, señal de que había llorado anteriormente. Al verla ahora frente a él, no sabe como reaccionar realmente. Ambas partes de él deseaban tanto lanzarse hacia ella para enrollar su pequeño y delgado cuerpo con un abrazo, para poder brindarle calor y embriagarse con su aroma, pero, por otro lado, deseaba que se marcharse, que huyera lo más rápido posible de él. Tenía demasiado miedo de que aquella parte tan oscura en su interior llegara a hacerle realmente algo malo.

Por su parte la pelinegra, además de sentirse feliz por poder verle nuevamente, no puede evitar el ponerse demasiado sonrojada al ver todo el torso del pelinegro al descubierto. Rápidamente se gira un poco, aunque realmente no sabe porque lo hace si anteriormente ya habían pasado momentos muy ardientes. El pelinegro al darse cuenta de ello, se pone algo tenso, había olvidado que no traía nada arriba y ahora ella había visto por completo su gran cicatriz. Aunque eso ahora no tenía demasiada importancia.

El Deseo de Dos Amantes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora