CAPITULO 19: "Un corazón débil"

154 17 2
                                    


Sus ojos dorados se fijan en el albino quién se encontraba de pie frente a él, para después centrarse en los ojos marrones de la pelinegra. De un momento a otro, su cuerpo comienza a reaccionar, palpitando consecutivamente. Ante la mirada de ambos presentes, sus cabellos negros comienzan a tornarse a una tonalidad plateada, sus orejas de humano pasan a ser a las de un perro y las horribles cicatrices poco a poco comienzan a desaparecer de su pecho y espalda, como si estás realmente solo hubiesen sido solo una ilusión. De un momento a otro, se había transformado completamente a su verdadero aspecto, el de un hanyo.

—Ka-go-me... — tartamudea mientras eleva su mano, y procurando no lastimarla con sus largas y filosas garras, acaricia su rostro delicadamente, limpiando los restos de lágrimas que habían quedado anteriormente en sus rosadas mejillas.

—¿I-Inuyasha? — pronuncia alegre su nombre, dejando salir más de esas lagrimas que se habían acumulado en sus ojos marrones. — ¿Realmente eres tú?

—Perdóname, Kagome — le pide — No debí haberme confiado en ese momento. Por mi culpa, todo esto paso.

—¿De qué estás hablado, Inuyasha? — le pregunta confundida, pero a la vez feliz de poder estar a su lado.

—Su cuerpo era demasiado débil. Ni Tenseiga pudo evitarlo — dice el albino, llamando la atención de su medio hermano menor.

—Sesshomaru... — el hanyo se reincorpora un poco y fija su mirada en el albino nuevamente. Rápidamente se da cuenta de lo que estaba pasando, porque finalmente lo había recordado.

—Dinos, ¿Qué fue lo que sucedió realmente? ¿Puedes recordarlo? — le pregunta directamente ya que no tenían demasiado tiempo. Sabia qué pronto este podría volver a perder el control de su propio cuerpo por tener aquella alma en su interior.

—Si, es un poco vago, pero puedo recordarlo todo ahora — dice mirando hacia el gran ventanal comprobando que se encontraba en el mundo de la pelinegra.

—¿Cómo es que lograste llegar a esta época? — pregunta, intrigado.

—Bueno, eso es porque... — intenta confesar, pero sentía coraje de si mismo con tan solo pensar en su error, en todo lo que pudo haber evitado si él no hubiese sido tan débil en ese momento.

Mira a la pelinegra, quien le mira fijamente con tantas emociones mezcladas en su rostro. No quería, pero tenía que hacerlo. Todos merecían saber la verdad, especialmente ella. El hanyo se pone de pie y a paso lento se aproxima al gran ventanal para mirar hacia el exterior. Esa vista se le hacia conocida. Todas esas luces de colores y destellantes, justo como en ese momento cuando llego a este mundo.

—Inuyasha... — murmura la pelinegra poniéndose de pie para caminar hasta llegar a su lado. — Dime, ¿qué fue lo que sucedió? ¿Cómo es que tu...? — ella también deseaba saberlo. Tenia tantos deseos de saber que había sucedido.

—Solo digamos que, esa bruja se aprovechó de mi momento más vulnerable. — dice un tanto molesto — En ese entonces... solo deseaba estar a tu lado, Kagome.

________________________________

Era Sengoku. Tiempo después de que el pozo se cerró.

Otro día más esperando tu regreso, Kagome. A pesar de que se que no podrás volver, algo muy dentro de mi me dice que no pierda la esperanza. Por esa razón, cada tercer día visito el pozo vacío, añorando el momento en que puedas regresar con nosotros o que yo pueda ir hasta ti. Se que estoy siendo demasiado perseverante, pero realmente deseo volver a verte. Y sé que no soy el único.

El Deseo de Dos Amantes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora