CAPITULO 3: "Su imagen en él"

92 9 1
                                    


Con la mirada fija en el pozo vació, la joven se encuentra vagando en sus pensamientos. Después de haber fijado su mirada ahí, no ha podido dejar de ver la imagen de su amado hanyo en el pozo. Aquel fuerte grito, la había ayudado a sacar todos esos tristes sentimientos y pensamientos que se habían acumulado en su interior. Ahora entiende porque dicen que la mejor manera para sacar todo es gritando con fuerza, aunque siempre lo ha hecho. Pasa sus dedos por sus ojos comprobando que las lágrimas habían dejado de salir, al final ha logrado tranquilizarse. Con la cara seca y el corazón tranquilo, decide por ponerse de pie y volver a la casa. ¿Su familia notara que ha estado llorando todo este tiempo que ha estado ausente? No quiere ni imaginarse como tiene los ojos de hinchados. Da una ultima vista al pozo para ver por ultima vez la imagen del peli-plateado, pero en esta ocasión aparece la imagen del hanyo en su forma humana y la imagen de aquel joven pelinegro.

—Ese muchacho... — susurra, mientras sale del pequeño cuarto del pozo para dirigirse a su casa, recuerda lo que había sucedido hace unos minutos atrás, — Que tonta soy, ¿en verdad creí que era él? — el recuerdo del momento en que lo abrazo lo repite varias veces en su mente, el como ella se aferró de su cuerpo, hasta que comienza a sentir pena — Espera, ahora que lo recuerdo, en verdad yo... ¡¿Lo abrace?! —ahora el recuerdo en que él la jala hacia él para que lo abrace se hace presente poniendo a la joven más avergonzada — ¡Ahhh! ¡No puede ser! ¡¿En verdad abrace a un desconocido?!

Se detiene frente a la puerta de la casa. Su rostro se ha tornado rojizo, no puede entrar así, con el rostro todo sonrojado, es seguro que su familia lo note. Se golpea las mejillas con la palma de sus manos, intentando que de esa manera pudiera dejar de sentir esa vergüenza y es que no solo eso, lo que más la hace sentir eso es que el joven había aceptado el abrazo. Suspira resignada, para después adentrarse a la casa. Al quitarse los zapatos, la pelinegra capta un delicioso olor a curri que proviene de la cocina y sin pensárselo se dirige hacia allá donde encuentra a su madre sentada frente a la mesa leyendo un libro.

—Kagome, ¿dónde habías estado? — pregunta su madre al verla entrar y dejando a un lado el libro. —Estaba a punto de llamarte a tu celular.

—Bueno, yo... — dice nerviosa sin saber que responder.

—No te preocupes, lo que importa es que estás aquí — dice mientras se pone de pie y camina hasta la estufa — La comida ya casi está lista. Solo esperemos a que los demás regresen.

—¿Los demás?

—¡Que bien huele! — dice el abuelo desde la entrada de la casa — ¡¿Ya termino de cocinarse todo, hija?!

—Oh, mira, ya regresaron. ¡Si, papá! — responde — Kagome, ayúdame a poner la mesa, por favor.

La joven asiente dirigiéndose a los cajones para tomar los palillos y cubiertos necesarios, mientras su madre se encarga de servir los platos. Justo en eso llega el abuelo para ayudar a poner la olla con el caldo de verduras y res en el centro de la mesa. Kagome se percata que su madre ha servido un cuarto plato por lo que se dirige a los cajones para tomar otro juego de cubiertos y palillos para colocar en la mesa. Fijándose antes la hora en el pequeño reloj de pared de la cocina, se da cuenta que apenas era la una de la tarde. No sabía que su hermano había regresado temprano. ¿Será por qué se fue antes? ¿Y que hay de sus clases extras? Sin comprenderlo cierra el cajón de los cubiertos y se dirige a la mesa para colocarlos, en ese momento sin percatarse entra alguien de repente y choca contra ella. El cubierto y los palillos caen al suelo haciendo ruido y llamando la atención de sus familiares.

—¡Ahhh! ¡Sota, no entres así de...! — comienza a regañarle la pelinegra, pero se da cuenta que la persona con quien había chocado es demasiado alta. Esa persona no era su hermano.

El Deseo de Dos Amantes (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora