La paz vuelve una vez mas a Infratierra. Alicia (la Guardiana de Infratierra) y Tarrant iniciaron lo que seria su nueva vida juntos. Esperando la llegada de su primer bebe, todo parecía una historia de cuentos de hadas. Asta que, una nueva amenaza...
-¿¡como es que paso esto?! – pregunte al darme cuenta que mis hijos no estaban. - ¿¡No escuchaste nada?! ¡¿Enserio?!
-me levante y cuando vi la cuna, estaba vacía – me dice Tarrant con el mismo tono de preocupación. Solo que él no estaba gritando.
-Alicia, tienes que calmarte – me dice mi madre.
-¿¡Cómo quieren que me calme?! ¡Alguien se llevó a mis bebes en medio dela noche! – les dije muy angustiada - ¡Deben tener frio! ¡Deben estar llorando! ¡Pidiendo a gritos que yo los cargue! ¡Quién sabe lo que les deben estar haciendo! – sentía que me iba a dar un ataque en ese mismo instante. Era una sensación que incluía furia, miedo, ansiedad, y un sentimiento muy fuerte de protección. La cabeza me daba vueltas y muchos escenarios se posaban en mi mente. Escenarios que cada uno era más trágico que el anterior. Veía a mi hijos sufriendo, en algunos muertos, llorando y siempre había alguien hay parado al frente de ellos.
La furia no la controle y comencé a sacar mi poder de guardiana. Lo que quería era salir de ahí y comenzar a buscar a mis hijos por todas partes.
-¡No! –Dice Tarrant - ¡Alicia no! – dice mientras se para al frente de mí. - ¡Sé que estas enojada y que quieres buscar a los gemelos! ¡Créeme, yo tambien quiero saber dónde estás! ¡Pero no puedes salir en plena noche convertida en Guardiana! ¡En Infratierra sería normal, pero estamos en Sobretierra!
-¡Me vale verga que estemos en Sobretierra! – dije mientras sentía como el poder en mi interior despertaba. Este poder se sentí muy parecido al de Estoryean. Estaba activando el poder de la maravilla.
Siento que mi sangre hervía de furia. Mi pulso se aceleraba con cada respiración que daba. Siento que el fuego era mi poder y que su calor me daba la fuerza para destrozar todo a mí alrededor. Podía ver como chispas comenzaban a rodearme y mi cabeza la sentía tan caliente como el sol.
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-Alicia, escucha – dijo Tarrant eh intentó tomarme de mi mano, pero al tocarme, se apartó al instante. Se habría percatado que de ella brotaban chispas de mi furia.
-Alicia – escucho la voz de mi madre. – Se cómo te sientes. Quieres encontrar a tus hijos y destrozar al maldito que se los robo – dice para luego ponerse al frente de mi – ese es el sentimiento de una madre. Siempre buscaras protegerlos y al saber que están en peligro, sentirás que tienes la fuerza de mil hombres y que nada te podrá parar. Pero hay algo que debes saber; y eso es aprender a controlar ese sentimiento. Tienes que analizar la situación, buscar la forma de resolverla, y sobre todo, mantener la calma. Es difícil, lo sé. Pero no imposible. – Dice para luego tomar mis manos y ella no se apartó por el calor – inténtalo hija mía.
No podía dejar de mirarla a los ojos. Su Mirada era una calma para mi furia. Tomo un poco de aire, y siento como mi pulso se va calmarlo y el fuero se va disipando. Cuando ya me había calmado, abro los ojos y veo la sonrisa de mi madre.
