Michael tuvo que recostarse en la camilla para que Abigail pudiera quitarle las balas del cuerpo. Perfectamente pudo haberlo hecho mientras estuviera sentado, pero Michael estaba tan cansado, que no podía mantener su espalda derecha y estar quieto al mismo tiempo. Su cuerpo se bamboleaba, haciéndole difícil el trabajo a la enfermera.
Así que decidieron que lo mejor sería que estuviera acostado.
Y al estar acostado, el sueño y el cansancio le ganaron. En menos de cinco minutos, Michael estaba durmiendo plácidamente, sin siquiera mutarse por el dolor mientras la enfermera intentaba quitar las balas.
Abigail quería preguntarle a Don, quien estuvo al otro lado de la camilla observando el trabajo que la chica estaba haciendo, qué había sucedido. Pero por la postura en que estaba (tenía su espalda derecha, con sus brazos cruzados sobre su pecho) y por la forma en que miraba cada una de sus acciones, le pareció que no era un buen momento para preguntar. Además, siempre le había causado temor hablar con Don.
Desde que lo conoce, desde la primera vez que lo vio que le ha causado temor hablar con él. Cuando era más pequeña, hace unos años atrás hasta le daba miedo estar en el mismo lugar.
Ese es el efecto que tiene Don Collier en la gente.
Por eso es que es un comandante en la Guerra. No es tan fácil llegar a tener ese cargo.
Cuando la segunda bala salió del cuerpo con un poco de dificultad, Abigail pudo suspirar aliviada, quitando las gotas de sudor que comenzaban a resbalar por su frente con el dorso de su mano.
No tan solo se había colocado nerviosa por la posibilidad de no sacar las balas, si no que por el dolor que Michael llegaría a sentir. Intentó lo más que pudo de no tocar algún nervio. Aunque cada vez que lo intentaba, tocaba uno y el brazo de Michael se movía involuntariamente, además de que él dejaba escapar un quejido mientras seguía dormido.
Antes de irse, Abigail observó a Don, quien estaba extrañamente observando a Michael con una expresión de preocupación que la chica nunca antes había visto en su rostro.
Don solía mostrarse como un hombre fuerte. El único sentimiento que expresaba era la rabia que sentía contra los alemanes.
Esta nueva faceta que Abigail estaba viendo era una sorpresa. Lo sería para cualquier persona en la base.
Pasaron horas antes de que Michael finalmente despertara.
Don tuvo tiempo de salir de la tienda, buscar algo para beber y comer, conversar algunas tácticas que podían hacer con los otros sargentos, con los comandantes.
Abigail tuvo tiempo de hablar con Stella sobre lo que había sucedido y de recibir los consejos de la mayor. Tuvo tiempo para ayudar a otros enfermos, a ayudar a mover otros elementos de un lado a otro.
Ambos regresaban a la tienda, en tiempos diferentes para ver como el soldado herido se encontraba. Cada vez que entraban, Michael estaba durmiendo plácidamente, con los vendajes visibles ya que Abigail no le colocó nuevamente el uniforme. Lo tapó con una frazada y dejó que descansara.
Cuando alguien hacía ruido cerca de la tienda, alguno de los dos los regañaba, diciéndoles que habían enfermos que necesitaban descansar. Que tuvieran, por lo menos, un poco de consideración.
Los hombres estaban acostumbrados que la adolescente los regañara y más de alguna vez se quedaban en su lugar siguiendo con lo que estaban haciendo. Pero cuando vieron a Don, se sorprendieron y prácticamente salieron corriendo sin pensarlo dos veces. Todos conocían a Don y lo que podía llegar a hacer si no le hacían caso.
Era la séptima vez que Don entraba a la tienda cuando visualizó que Michael estaba despierto. El soldado estaba sentado en la camilla, observando su alrededor un tanto confundido y a la vez intrigado.
Desde que había llegado, Michael se habría preguntado qué habría dentro de la tienda. Y era tal cual como se lo había imaginado.
Habían cuatro camillas más con las herramientas que correspondían a un lado. Había un armario, en donde se guardaban los medicamentos, las vendas, el botiquín de primeros auxilios. También había una mesa, cerca de la entrada en donde habían varias frazadas. Michael contó rápidamente ocho frazadas, diferenciandolas por el color. Pero como algunos eran parecidos, se le confundían y terminaba contando las mismas. Así que lo dejó en ocho.
Estaba contando las frazadas cuando escuchó pasos acercarse. Pensó que se trataría de Abby, aunque las pisadas eran pesadas y no livianas como lo serían de una chica.
Se sorprendió completamente al ver a Don aparecer, quitando la tela para poder entrar.
—Buenas noches bella durmiente —se burló Don, una sonrisa pícara mostrándose en sus labios.
Michael frunció el ceño, confundido ante la comparación. —¿Bella durmiente? —preguntó, estrujando su cerebro en busca de algún recuerdo en que haya escuchado ese nombre, pero no obtuvo respuesta.
Don lo observó por unos segundos para después hacer un movimiento con su mano, indicándole que olvidara el tema. —No importa. ¿Cómo te sientes? —le preguntó, avanzando unos pasos.
Michael carraspeó su garganta y asintió. Bajó su vista, sus ojos verdes concentrándose en la venda que cubría la mayor parte de su hombro y algo de su pecho. —Supongo que bien —respondió un poco tímido, sin saber lo que exactamente sentía.
Definitivamente, se sentía abrumado. Cuando estaba acostado, completamente despierto, su mente comenzó a atacarlo con repeticiones de lo que había sucedido.
Eso si, había olvidado algunas partes. Pero lo importante, lo que conectaba la mayoría de las piezas lo seguía recordando, y eso lo atormentaba.
No podía entender como los hombres habían podido superar la etapa en la que se encontraba. Michael no lo había matado, pero sí lo vio morir frente a sus ojos. De hecho, era la cuarta persona que veía morir frente a sus narices.
No podía entender como estaba en un lugar con personas que habían matado a alemanes sin vacilar. No quería ni saber cuántas personas Don había matado ya. De tan solo imaginarlo le provocaba escalofríos y nauseas.
Don comenzó a preguntarle sobre qué había sucedido. Quería conocer cada detalle y a Michael no le quedó otra opción que contárselo.
Lo que ambos no sabían, era que Abigail estaba escuchando, detrás de la puerta.
Hay un dicho que dice que la curiosidad mató al gato.
-
si quieren ver otra película sobre la II guerra mundial, les recomiendo the imitation game o el código enigma. es súper buena la vi anoche y está mas decir que benedict cumberbatch es super buen actor jdklas
ESTÁS LEYENDO
1945
Fanfictionmil novecientos cuarenta y cinco, también conocido como el último año de la segunda guerra mundial.