—¿Sabías que sé leer las manos?
Abigail lo observó extrañada, sin poder entender a lo que se quería referir.
Intentando ocultarlo, prefirió contestar de manera sarcástica.
—No es como si fuera algo difícil. Tan solo tienes que compararla con la de otra persona para saber si es más grande la tuya o de la esa persona —habló, apoyándose lentamente en el tronco de un árbol que usaban como respaldo.
Después de las mil y un súplicas de Michael y de la pequeña aventura que tuvieron para evitar a los soldados que estaban cuidando la tienda del nuevo soldado, Abigail y Michael pudieron alejarse unos metros.
La chica tenía miedo de Michael. Ninguno de los dos sabía en realidad si habían alemanes alrededor, dispuestos a matarlo para terminar el plan de Luke. Pero Michael la había tranquilizado al decirle que él no sentía miedo y de que los amigos y soldados de Luke (tuvo que tomarse unos segundos para pronunciar su nombre. Le dolía de tan solo pensar la manera en que había sido engañado. Simplemente no lo podía creer) estaban muertos.
También le había dicho que si él no tenía miedo; no tenía por qué tenerlo ella.
La chica, a pesar de que no le creía lo suficiente, lo siguió por detrás.
—No me refería a eso —expresó Michael, su voz agudizándose unos tonos al mismo tiempo que sus manos chocaban contra sus muslos. —Me refería a que sé leer las líneas de las manos —dijo lentamente, esperando que Abigail lo entendiera y no se riera, que es lo peor que le podría haber sucedido.
¿Ser humillado ante la única chica de la base y para más remate, la chica por la cual algo sentía? No gracias. Era algo por lo que no quería pasar.
Para la mala suerte de Michael, la enfermera se rió. Sus carcajadas resonaron por el bosque, provocando que unos pájaros salieran volando asustados de sus nidos.
Se estaba riendo con todas sus fuerzas. Tenía los ojos cerrados y sus manos rodeaban su abdomen en un intento de que el dolor que comenzaba a sentir en su estómago, se desvaneciera.
Hacía tanto tiempo que Abigail no se reía de esta forma, que lo había extrañado.
Pero después de unos minutos, la rubia se dio cuenta de que Michael no se estaba riendo junto ella.
No había sido una broma, como ella había pensado. Michael estaba hablando en serio cuando dijo que sabía leer las líneas de las manos.
Después de unos minutos incómodos (los primeros minutos incómodos que tenían. Michael mantenía su cabeza baja, observando fijamente el pasto que crecía entre medio de la tierra mientras Abigail hacía lo mismo por su cuenta, pero ella arrancaba las tiras de pasto con todas sus fuerzas, regañándose mentalmente por no haber esperado a ver si lo que Michael estaba diciendo era una broma o verdad), Abigail finalmente se disculpó de una manera extraña.
No dijo lo siento o disculpa, que es prácticamente lo mismo.
Si no que dijo: —¿Me leerías las mías? —extendió la palma de su mano derecha hacia él, esperando a que la tomara entre sus manos calientes.
El soldado, impresionado por lo que le estaba pidiendo (estaba seguro de que iba a seguir burlándose de él y que cuando volvieran a la base, todos iban a saber lo marica que Michael era), se relamió los labios antes de tomar su mano, sus dedos rodeando la mano de Abby con una naturalidad, con una simpleza que a ambos los dejó sin aliento.
Michael, intentando olvidar el latido de su corazón contra su pecho, el nerviosismo que sentía por todo su cuerpo mientras intentaba recordar lo que su vecina le había enseñado.

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1945
Fanfictionmil novecientos cuarenta y cinco, también conocido como el último año de la segunda guerra mundial.