Desconocido | larry stylinson

five

Louis

Me desperté a mitad de la noche, a la madrugada mejor dicho, asustado y no sabía porque.

Sabía que había tenido una pesadilla, pero no recordaba que pasaba en el sueño, ni quiera sabía que había soñado algo, solo se que me desperté con el corazón acelerado.

Me moví en la cama y me levanté, necesitaba tomar agua ya que tenía la garganta prendida fuego. Bajé las escaleras sin hacer ruido, lo que menos quería era despertar a alguien.

Cuando llegué a la planta baja un ruido en la cocina me asustó, nunca fui una persona valiente, es más con un pequeño ruido podía darme un ataque de miedo, pero no se que me pasó por la cabeza al ir a investigar que pasaba.

Cuando entre vi una figura de alguien, y sin saber que hacer prendí la luz para ver quién era.

Cabe destacar que morí de la vergüenza al darme cuenta de quién era.

—Perdón, escuché un ruido y quise venir a ver quien era porque me cague todo y... —empecé a hablar rápido, pero Harry me interrumpió chasquenado la lengua.

—Si, me di cuenta. —respondió cortante.

Mordi mi labio nervioso y caminé para buscar un vaso.

Él se recosto en la mesada cruzandose de brazos, siguiendime con la mirada. Al darme cuenta que los vasos seguían estando tan alto me quedé parada pensando.

Tenía dos opciones, saltar hasta alcanzarlo y pasar vergüenza adelante de el hermanastro de Niall o pedirle por favor a que me lo alcance y pasar vergüenza también.

Tomé un poco de aire y lo miré, su vista seguía en mi.

Esbocé una sonrisa tímida.

—¿Me alcanzas un vaso? Por favor. —pedí en un tono bajo, largó un suspiró y caminó hacía mi.

Y ahí recién me di cuenta de que estaba solo con un pantalón para dormir, y todo su torso se veía perfectamente, bien marcado y trabajado.

Me quedé viendo su espalda, sus músculos, con la boca entreabierta. Sabía de sobras que su cuerpo no iba a poder sacarmelo de la cabeza en un buen tiempo, y eso no me molestaba, me encantaba haberlo visto así.

Frunci el ceño cuando después de un rato me di cuenta de que tenía rasguños en la espalda, y entonces me acordé que tenía novio, y con ese cuerpazo obvio que volvía loco a todos.

También pude ver sus tatuajes en su pecho, sin duda ame esa mariposa.

Fingió una tos, y cuando la escuché levanté mi vista, encontrandome con su cara, un poco menos seria, hasta podía decir que quería sonreir.

—¿Qué miras? —preguntó en un tono, raro.

Tragué saliva.

—¿Y-yo? Nada... —he hice el boludo y agarré el vaso que tenía en la mano. —Gracias.

—¿Sabes que mentir esta mal? —preguntó, frunci el ceño.

—No señor, no sabía. —respondí con sarcasmo, me dirigí a la heladera y me agache para sacar el agua.

Cuando cerré la heladera lo vi otra vez, mirandome el culo.

—No me trates de señor, no soy un viejo choto. —habló después de que lo quedará mirando obvio.

—Choto sos, viejo no se. —me serví agua y tomé un poco viendo su cara.

Giró los ojos con fastidio y caminó hasta la puerta para irse.

—Nunca mas te alcanzó un vaso. —finalizó y se fue, abrí la boca sorprendido.

—Deja de ficharme el culo mejor. —le respondí después de un rato, y ni siquiera fue en un tono alto.

¿Por qué las mejores respuestas se me ocurren cuando ya terminó la discusión?