twenty seven

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Louis

Me desperté cuando sentí una mano en mi hombro, abrí mis ojos tratando de adivinar quien era y cuando recordé que Harry había venido ayer a la noche me tranquilice.

Giré para poder verlo mejor, porque me di cuenta de que todavía era de noche.

—¿Qué pasa Hazz? —pregunté tratando de encontrar sus ojos, pero todavía seguía muy dormido para encontrarlos.

Sentí como su mano tocaba mi mejillas y volví a cerrar los ojos.

—¿Por qué me dejaste de abrazar? —preguntó algo apenado, abrí rápido los ojos y al darme cuenta de que no estábamos en la misma posición qué antes trate de decir algo, pero el me interrumpió. —No puedo dormir bien si no me abrazas amor. —dijo un poco bajo.

Seguramente para que no lo escuche.

Sonreí y me subí arriba de él, con las pierna al costado de su cadera y abrazandolo por el cuello, inmediatamente sentí sus manos en mi cintura y como se aferraba a mi cuerpo.

—Perdón Hazz, no me di cuenta. —hablé mirándolo a los ojos, esta vez si los encontré y sonreí cuando asintió con la cabeza.

—Perdón por despertarte, es que... —se quedó callado y después negó con la cabeza, dejando un beso en mis labios.

Metió sus manos por debajo de mi remera y empezó a acariciar mi piel.

—¿Es que...? —pregunté para que termine lo que había empezado a decir, mordió su labio y negó con la cabeza.

Sabía que no quería hablar de eso y no lo iba a obligar a que me cuente, si no quería lo iba a respetar, pero quería que algún día me tenga la suficiente confianza como para que me cuente sus líos y problemas.

—Si no queres, no me digas. —bablé, me guarde todo ese discurso porque tenía más que claro que él ya se sabía todo eso.

—Gracias. —sonrió, asenti con la cabeza y apoyé mi frente con la suya. —Solo te quiero decir que me ayudas a dormir, me siento seguro cuando me haces mimos. —habló dejando varios besos en mis labios.

Me encantaba cuando dejaba su papel de chico malo y me decía este tipo de cosas, hacía que mi corazón vaya a mil por hora.

Lo agarré de las mejillas y esta vez yo fui el que unío nuestros labios, moviéndolos despacio sobre los suyos. No tardó en seguirlo, sus manos se movían por debajo de mi remera, subían y bajaban, dandome cosquillas.

Dejó de besarme y se separó para mirarme a los ojos.

Sonrió llevando sus manos a mi abdomen, empezó a acariciarlo y lentamente fue subiendo sus manos hasta donde comenzaba mi pecho, las dejó ahí, mientras sus ojos verdes me miraban pidiendo permiso.

—¿Qué? —susurre levantando una ceja, tragó saliva y mordió su labio inferior. Sabía lo que quería pero aun así quería escucharlo a él.

—¿Me dejas... —sus palabras quedaron por la mitad, largó un suspiró algo obvio. —Ya sabes que Lou. —dijo por último.

Negué con la cabeza haciendome el tonto, pero lo sabía muy bien.

—¿Que, amor? —pregunté algo inocente, cerró los ojos y cuando los abrió se quedó mirando al techo.

Como pidiendo paciencia.

—Si no me lo decís no sé lo que queres.—seguí hablando, esta vez me miró a los ojos, y juro que esa mirada se había oscurecido.

—Ya fue... —susurró, subí una ceja para que hablará, y lo hizo: —¿Te puedo chupar los pezones? Es que me re calienta, de paso dejame meterte el pene o los dedos, lo que pegue más. —habló con la voz ronca.

Mi corazón había aumentado su velocidad por todo lo que había dicho y no solo eso, había logrado excitarme con sus palabras.

Asenti algo atontado, quería que me haga todo lo que había dicho.

—Si a todo. —hablé, sonrió antes de reírse un poco y se sentó en la cama, apoyando su espalda en el respaldo.

Llevó sus manos a mi espalda y me acercó a él para poder unir sus labios con los mios, a medida que iba acariciando mi piel el beso se profundizaba más y podía sentir como nuestras entre piernas crecían.

Largue un jadeo cuando sentí como sus manos apretaban mis pezones, bajó sus labios a mi cuello y empezó a repartir besos humedos, mordia y pasaba su lengua entretenido.

Empecé a mover mi cadera arriba de él escuchando como largaba un jadeo y mordia suavemente mi cuello otra vez.

Por iniciativa llevé mis manos a su remera y se la saqué con su ayuda, dejé besos por su cuello. Me presionó contra su erección y apretó mi culo entre sus manos, moviendolo a su antojo.

—Ahora me toca a mi. —susurró, agarró el dobles de mi remera y me sonrió dejando un beso en mis labios.

Pero antes de sacarla un ruido se escuchó en la habitación, más bien un tono de llamada. Largue un suspiró y miré el celular de Harry que estaba arriba de la mesita de luz.

Lo agarró para fijarse quién era el que interrumpía.

Y al leer el nombre que aparecía en el identificador de llamada todo el aire que tenían mis pulmones desapareció, mi corazón latía rápido y quería creer que yo había leído mal, que en su pantalla no decía "bebé", sino otra cosa.

Pero cuando él atendió sin importarle mucho que yo esté arriba suyo, lo comprobé.

—Hola amor ¿Qué pasó? —preguntó un poco preocupado.

Mi corazón se partió en mil pedazos, y enseguida salí de arriba de él. Sintiendo como me desesperaba todavía más, abrí la puerta y salí dejándolo solo, metiendome al baño.

No podía pasar, no, tenía que ser broma. Harry no tenía novio, estoy muy seguro de eso, ni tampoco tiene a otra chico.

Mordi mi labio recordando la misma llamada y el mismo apodo antes de irnos a Bariloche, cuándo estaba en su casa. Cerré mis ojos cuando sentí que iba a empezar a llorar, no, no quería llorar.

Quería mandarlo a la mierda, y pegarle por hacerme creer que me quería como yo a él.

Me tragué todas las lágrimas que estaba a punto de largar y salí otra vez del baño, caminando directo para la pieza, abrí la puerta y lo vi sentado en la cama pero a diferencia de antes ahora estaba sin el celular en la mano.

Me miró y sonrió.

—¿Qué pasó? —preguntó después de un rato.

—Andate a la mierda Harry, sali de acá —dije enojado, y dolido, pero más que nada enojado.

Vi su cara de confusión, y como fruncia el ceño sin entender, pero después de un rato de estar sin hablar, se puso serio y me miró un poco indignado.

Yo tendría que estar así, no él.

—¿No me escuchaste? And... —me interrumpió antes de que siga hablando.

—Era mi hermanita, gil.

Desconocido | larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora