twenty one

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Louis

Me di vuelta en la cama, desde que Harry me había dicho esas palabras no pude quedarme dormido.

Intentaba, y cuando estaba logrando dormirme su cara aparecía en mi memoria, todo de él me encantaba, sus ojos y esos labios que tiene. Me moví una vez más, logrando que sin querer lo despierte, porque también se dio vuelta.

Sentía su respiración chocar en mi nuca, cerré mis ojos rápidamente, creyendo que podría llegar a verme.

Los volví a abrir cuando sentí su brazo en mi cintura y como se apegaba más a mi, quedando en posición cucharita, tragué saliva nervioso, su tacto me volvía loco.

—¿Lou, estas despierto? —susurró en un hilo de voz, largue un suspiro.

—Si. —respondí llevando mi brazo arriba del suyo y empezando a acariciar su piel con la punta de mis dedos, él por otra parte aseguró más su agarre. —¿Por?

—Hace rato te siento mover. —dijo, mordi mi labio por haberlo estado molestando.

—Perdón. —hablé, sintiendo como su mano empezaba a hacer caricias en mi abdomen, yo bajé la mía y atrape la de él, entrelazando nuestros dedos con tranquilidad.

Su respiración chocaba con calma en mi nuca, una sensación horrible y linda a la vez se sentía en mi panza, removiendome todo, dándome ganas de vomitar incluso.

—¿Quién era el que te llamaba Harry? —pregunté refiriéndome a la joda, sabía que era su papá pero lo que no sabía era porque le hablaba de esa manera.

Él largó un suspiró, dejé de sentir su brazo abrazandome, me di vuelta para verlo de costado. Estaba mirando al techo con una mano en su nuca y la otra en su estómago.

—No me lo tenes que decir si no queres. —agregué al darme cuenta de que no iba a hablar.

—Era mi viejo, lo odio ¿Sabes? —habló después de unos minutos, y aunque me haya dicho que lo odiaba no creía que él fuera capaz de tener ese sentimiento hacía una persona.

Sabía que no era así.

—¿Por qué? —pregunté frunciendo el ceño, me acomode yo también en la cama para verlo bien, aunque solo me puse de costado y apoye mi cabeza sobre mi mano.

—A él nunca le importe, y ahora que yo me vine a vivir con Anne me llama siempre. —suspiró. —Mi verdadera mamá no se en dónde está, se fue cuando yo era un niño. —sus ojos salieron del techo para clavarse en los míos, hice una mueca y llevé mi mano a su pelo para acariciarlo.

—¿A ella también la odias? —pregunté, negó rápidamente con la cabeza y fruncio el ceño pensando.

—No, a ella no. —dijo. —Mi papá la trataba re mal, siempre llegaba borracho y la insultaba. —contó acercandose más a mi y poniendo su cabeza en mi almohada para estar mas cerca. —Cuando mi viejo conoció a Anne, creí que había cambiado, ella es un amor, me ayudó en muchas cosas y aunque al principio yo la haya tratado medio mal se acercó a mi igual.

Sonreí cuando me miró, él también lo hizo.

—Como vos. —agregó, poniéndome mas tonto de lo que ya estaba, me reí nervioso y me escondi en su cuello, no podía ver lo rojo que estaba. —¿Sabes cual es la diferencia? —preguntó llevando sus manos a mis caderas.

—No, ¿Cuál?

Se quedó en silencio, no me respondió ni dijo nada, solo escuchaba su respiración y el latir de su corazón, moje mis labios y me separé de su cuello para verlo a los ojos, no dije nada, solo lo quede mirando.

Su color verde parecía brillar junto a la luz del alumbrado que entraba por la ventana entreabierta, y sus facciones eran levemente iluminadas dejandome apreciar lo lindo que era.

Su mano acariciando mi mejilla me hizo salir del trance en el que estaba, mojó sus labios y me miró como queriendo decir algo.

Mi corazón latía y el silencio que se había formado entre nosotros dos hacia mas facil escucharlo latir.

—Lunas, sos hermoso. —susurró después de unos segundos, tragué saliva mientras trataba de controlar los pinchazos en mis manos, que cada vez eran más.

Sonreí y apoyé mi frente con la de él, mirándolo a los ojos, sus manos fueron otra vez a mi cintura.

Bajé mi vista a sus la labios y al darme cuenta de que él hacía lo mismo hice puchero.

—No mientas. —dije sonriendole un poco, cerró los ojos un rato y cuando los abrió negó con la cabeza.

—Me volas el bocho. —susurró, y sin dejarme responder sus labios hicieron presión en los mios.

Cuándo caí en cuenta de lo que estaba pasando, mi corazón empezó a bombear sangre a un ritmo loco, parecía que se me iba a salir del pecho. Cerré los ojos yo también y se lo seguí al instante.

Sus labios eran mucho mejor a como los había imaginado, besaba tan bien. Mordió mi labio para que lo dejé meter su lengua, incline un poco mi cabeza para que sea mucho mas profundo el beso.

Me estaba volviendo completamente loco.

Harry se acomodó en la cama, sentándose un poco y cuando agarró mi cintura y me subió arriba de él bajé mis besos hasta su cuello, empecé a morder su piel, escuchando como trataba de recuperar la respiración.

Mis caderas se empezaron a mover involuntariamente, sobre él y arriba de su entrepierna.

Ahora era él quién besaba mi cuello.

Mordia mi labio y acariciaba su pelo cuando mordia suavemente mi piel, cerré mis ojos, gozando de todo lo que me hacía.

Sentí una presión en mi trasero, no me di cuenta de lo que era hasta que Harry pronunció mi nombre en un susurró.

Estaba arriba de su erección.

Se separó y me miró a los ojos, yo me seguía moviendo, me encantaba la fricción que se formaba en nuestras zonas y no iba a parar.

—Ay Louis... —jadeo con la voz ronca, sus manos bajaron a mi culo, provocando que yo me muerda el labio.

Me empezó a mover mucho mas arriba de él, mientras se removia y alzaba su cadera así lograba juntar nuestras partes.

Me escondi en su cuello, largando mas de un suspiró que me delataba, él por otra parte no tenía miedo de que lo escuchen ni de que yo lo sienta.

Su pecho subía y bajaba, y el placer enorme que sentía en mi me encantaba, tener su erección en mi zona me calentaba hasta un punto máximo que quería que toda la prenda de ropa entre nosotros se vaya, y quedemos desnudos.

Volví a dejar besos en su cuello, ya que él estaba bastante ocupado moviendome arriba suyo, subí hasta su mandíbula donde deje un sonoro beso. Llegué al lóbulo de su oreja el cual mordi y chupe inconsistente.

Largó un gemido, sus manos se metieron en mi remera llevando sus manos a mi culo para apretarlo fuerte, pegue más mis caderas a él, gemimos los dos. Una de su mano acarició mi culo para después pegarle con la palma de su mano, mojandome mucho más ante esa acción.

—Te dije que me vuelvo loco. —jadeo en mis labios, los mordio desesperadamente y me volvió a besar, sin dejar de moverme arriba de él, corté el beso.

—¿Tenes forros? —pregunté, agitado, no era tonto y sabía perfectamente lo que iba a pasar.

Cerró los ojos con fuerza y acomodó su cara en mi hombro, largando un suspiro.

—No, no tengo.


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Desconocido | larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora