nineteen

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Louis.

Me senté en el pasto con el vaso descartable en la mano, definitivamente este ambiente no era el mio, habia mucha gente y en la fiesta cumbia no escuchaban, pura electrónica y esa mierda que no se puede ni bailar.

Y para empeorar, todas los chetitos del barrio privado de Justin se le tiraban encima a Harry, y él les daba bola.

Me llevé el vaso a la boca y de un trago terminé de tomar el fernet que me había preparado Niall.

No se cuanto habrá pasado, pero seguramente unos diez o quince minutos, pero cuando vi a Harry salir por la puerta del patio con el celular en la oreja y hablando claramente enojado, me acerqué lentamente a él, sin que se de cuenta.

Quería saber con quien se había enojado tanto.

—Me importa una mierda. —escuché que finalizó cuando me acerqué yo, estaba de espaldas y lamentablemente me distraje con su silueta, estaba usando camisa y los músculos de su espalda se marcaban un poco.

Mordi mi labio mirándolo, esta tan bueno.

—Dejate de joder viejo, por algo me fui con mamá. —su voz me sacó de mis pensamientos, y entonces me di cuenta que estaba hablando con su papá. —Deja de romperme las bolas. —su voz ahora sonaba distinta, por eso decidí rodearlo para quedar en frente de él.

Estaba mal, se le notaba en sus ojos.

—Basta... —pidió, me miró a mi también, me acerqué a él mirándolo, parecía querer llorar. —Dejame de una vez por todas. —volvió a decir, esta vez más débil, me acerqué a él hasta poner una mano en su mejillas y acariciarla suavemente, la otra la dirigí a su celular para sacarselo antes de decir un "¿Me pasas?".

Lo puse en mi oreja y aclaré mi garganta, él hombre seguía hablando y por lo que alcancé a escuchar no decía nada bonito.

—Perdón pero Harry esta ocupado, así que le pido que se deje de joder. —hablé antes de cortar.

Le devolví el celular, sentí una presión en el pecho al verlo mal, sus ojos no tenían ese brillo lindo, ni tampoco andaba con una sonrisa. Hice puchero y acune su cara entre mis manos para que me vea, cuando cruzamos mirada trato de sonreír.

—¿Estas bien Harry? —pregunté, haciendo caricias con mis dedos pulgares, asintió con la cabeza. —¿Seguro?

Fruncio el ceño y largó un suspiró.

—No, no estoy bien. —ni bien terminó de decir esas palabras yo me acerqué a él y lo abracé apegandolo más a mi para tranquilizarlo.

Sus manos me apretaron fuerte y su cara fue a mi cuello largando suspiros, yo se que no era el mejor momento para sentir cosas hacía él, pero del modo en el que estaba apoyado en mi me ponía loco, cerré mis ojos y totalmente entregado a él llevé mis manos a su nuca para hacerle caricias.

—¿Hazz estas bien? —pregunté otra vez, se separó un poco y negó mirándome a los ojos. —Veni. —hice que me siga y llegando hasta un banco bastante apartado lo hice sentar.

Sin dejarme acomodar en el banco otra vez se volvió a acercar a mi para abrazarme, me reí un poco por lo necesitado de abrazos que estaba.

—Hazz, no es que no quiera abrazarte, pero dejame acomodarme. —dije rogando para que no piense cualquiera porque claramente lo quería abrazar y mucho.

Asintió con la cabeza y cuando me acomode bien para verlo sonreí.

—¿Queres hablarlo? —pregunté, hizo una mueca y tiro su cabeza para atrás negando con la cabeza, tapó su cara con sus manos largando un suspiro.

Y aunque este así de triste y frustrado yo no pude evitar pensar que era perfecto en esa pose, pero me hacía mal verlo así.

—Esta bien, cuando quieras hablar con alguien sabes que yo estoy acá. —hablé agarrando suavemente su brazo y tirandolo para volver a abrazarlo.

Sonrió mirándome a los ojos y antes de que yo imite su acción él dejó un beso en mi mejilla, muy cerca de mis labios y como siempre que hace cualquier acción cerca mío mi corazón se aceleró.

Un calor en mis mejillas se acumuló causando que se pongan rojas.

—Gracias. —susurró escondiéndose en mi cuello, sonreí y con mis manos como gelatina acaricie su nuca, sus rizos se cruzaban entre mis manos y podía sentir también su sonrisa en mi piel.

—No agradezcas.

—No es por eso igual. —aclaró, frunci el ceño sin entender, no sabía que era lo que yo había hecho para que me diga gracias de esa forma.

—¿Por qué es entonces? —pregunté después de que no lo pude deducir por mi cuenta.

—Ayer a la noche... —habló separándose pero sin sacar sus manos de mi cintura y aun manteniendo la cercanía. Y no había ni que mencionarlo, mi corazón estaba loco por esos ojos azules. —cuando dormimos juntos. —aclaró y sentí mis mejillas arder.

Solo espero que no haya hecho algo dormido de lo que ahora me arrepienta.

—Vos y tus mimos, dormí re bien y hace mucho no pasaba eso. —soltó, sonreí y negué con la cabeza tímidamente, era él único que me dejaba sin palabras y eso nunca pasaba.

Si queres podemos dormir juntos todos los días; pensé en responder, pero era claro que me iba a cagar hasta las patas si le decía eso.

—Me gustó dormir con vos. —dijo observando mi cara, y aunque yo no pueda responder que a mi también por los nervios que tenía, sentía que el sabía que a mi también me gustó.

—Sos alto tierno. —bromeé para que se vayan un poco mis nervios, soltó una risa y negó con la cabeza.

—Nunca fui tierno Lou, no se porque lo soy ahora. —confesó y esta vez mis sentimientos fueron diferente; una extraña electricidad recorrió mi cuerpo y las ganas de comerlo a besos me consumía por dentro.

Tragué saliva sin saber que decir o hacer, solamente hice lo primero que me salió.

Me paré y cuando ya tuve su mirada en mi, me senté en sus piernas, apegandome más a él y apoyando mi cara en su pecho, lo abracé y cerré mis ojos, transmitía una tranquilidad impresionante.

Después de un largo tiempo así pude sentir al fin sus manos en mi cintura y relajandose más. Dejó un beso en mi cabeza y apoyó su mentón, no sabía lo que era ni lo que sentía.

Pero muy por dentro sabía lo que era, y no lo quería admitir.

—¿Hoy podes dormir otra vez conmigo? —preguntó susurrando, como si no quisiera romper la trnaquilidad que había en el ambiente.

Salí de su pecho para mirarlo a los ojos y otra vez el brillo intenso que tenía había vuelto, pegué su frente con la mía y con una sonrisa respondí:

—Si.


Desconocido | larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora